/ jueves 9 de diciembre de 2021

La segunda mitad

Falta que transcurra la otra mitad del gobierno de la Nación, no la de un partido ni la de un hombre perteneciente a ese partido. Es la del gobierno y en relación con la cual todos los ciudadanos mexicanos tenemos una responsabilidad. En efecto, aunque el artículo 39 de la Constitución prescribe que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”, el artículo 41 determina que “el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión”, siendo que la renovación de “los Poderes Legislativo y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas” según el sistema de partidos políticos; lo cual significa que éstos tiene la tarea de canalizar la voluntad soberana del pueblo proponiendo al voto popular a los mejores candidatos. Y éste, éste es precisamente el reto al que se enfrentarán dichos partidos en la segunda mitad del gobierno al que me refiero.

Ahora bien, no es fácil que tal reto se transforme en una realidad democrática. Le falta o faltaría al poder político en turno demostrar que no se ha apoderado de ese poder, sino que lo distribuye en beneficio de los gobernados. ¿Y cómo comienza ello? Con la atinada selección de los mejores y más calificados aspirantes. Pero sucede que llevamos hasta la fecha años de improvisar esa selección, de manipularla, de acomodarla a intereses siempre turbios en beneficio de grupos, de facciones e incluso de individuos para quienes la democracia es una simple palabra sin mayor contenido, y que en rigor les importa un bledo. Y cunden las protestas que van a dar hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, o en su caso local, retardando la voluntad soberana del pueblo con todos los recursos y medios legales habidos y por haber. Y sentencias las hay, en la materia, impecables, pero la pregunta es si han respondido cabalmente a la voluntad soberana del pueblo. Porque con la democracia sucede lo mismo que con la justicia, que si es tardía se vuelve injusticia. Y la verdad es que se ha favorecido la democracia tardía lo que es antidemocracia. Así pues la democracia reclama celeridad y transparencia, aunque la transparencia es imposible cuando el aspirante o candidato no se halla debidamente calificado. Por eso hay que partir de una base sólida. Se ha recalcado por ejemplo, y no sin razón, la importancia de la llamada paridad de género, dejando en el olvido lo más importante, lo único importante, a saber, buenos y calificados candidatos. Y así como luchar contra la violencia debe ser el reto número uno para vivir y convivir en paz, la democracia efectiva, real, cabal, ha de serlo en la medida en que el gobierno sea congruente con el mandato que ejerce para que jurídica y políticamente la nación tenga un sólido sustento en el Derecho y en la Justicia. Por lo tanto esperamos que la segunda mitad que falta en el gobierno actual se complete no con al acaparamiento de cargos de elección popular, sino con su selección adecuada; que los partidos políticos suban a la palestra electoral a los individuos mejor calificados. Y que no lo olvide quien manda y que hoy gobierna, el liberalismo dejó otra lacra tan grande como la económica, o sea, la democracia a medias. En tal virtud es que el partido que está en el poder tiene la obligación de culminar en la segunda mitad que le falta, acatando el Derecho y la Justicia, un gobierno que pregona a los cuatro vientos la democracia. Ni morenos, ni verdes, ni blancos, ni amarillos, sino honestos con México. Que se postule a los mejores para el mejor país que queremos y merecemos.


PROFESOR EMÉRITO DE LA UNAM

PREMIO UNIVERSIDAD NACIONAL

Sígueme en Twitter: @RaulCarranca

Y Facebook: www.facebook.com/despacho raulcarranca



Falta que transcurra la otra mitad del gobierno de la Nación, no la de un partido ni la de un hombre perteneciente a ese partido. Es la del gobierno y en relación con la cual todos los ciudadanos mexicanos tenemos una responsabilidad. En efecto, aunque el artículo 39 de la Constitución prescribe que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”, el artículo 41 determina que “el pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión”, siendo que la renovación de “los Poderes Legislativo y Ejecutivo se realizará mediante elecciones libres, auténticas y periódicas” según el sistema de partidos políticos; lo cual significa que éstos tiene la tarea de canalizar la voluntad soberana del pueblo proponiendo al voto popular a los mejores candidatos. Y éste, éste es precisamente el reto al que se enfrentarán dichos partidos en la segunda mitad del gobierno al que me refiero.

Ahora bien, no es fácil que tal reto se transforme en una realidad democrática. Le falta o faltaría al poder político en turno demostrar que no se ha apoderado de ese poder, sino que lo distribuye en beneficio de los gobernados. ¿Y cómo comienza ello? Con la atinada selección de los mejores y más calificados aspirantes. Pero sucede que llevamos hasta la fecha años de improvisar esa selección, de manipularla, de acomodarla a intereses siempre turbios en beneficio de grupos, de facciones e incluso de individuos para quienes la democracia es una simple palabra sin mayor contenido, y que en rigor les importa un bledo. Y cunden las protestas que van a dar hasta el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, o en su caso local, retardando la voluntad soberana del pueblo con todos los recursos y medios legales habidos y por haber. Y sentencias las hay, en la materia, impecables, pero la pregunta es si han respondido cabalmente a la voluntad soberana del pueblo. Porque con la democracia sucede lo mismo que con la justicia, que si es tardía se vuelve injusticia. Y la verdad es que se ha favorecido la democracia tardía lo que es antidemocracia. Así pues la democracia reclama celeridad y transparencia, aunque la transparencia es imposible cuando el aspirante o candidato no se halla debidamente calificado. Por eso hay que partir de una base sólida. Se ha recalcado por ejemplo, y no sin razón, la importancia de la llamada paridad de género, dejando en el olvido lo más importante, lo único importante, a saber, buenos y calificados candidatos. Y así como luchar contra la violencia debe ser el reto número uno para vivir y convivir en paz, la democracia efectiva, real, cabal, ha de serlo en la medida en que el gobierno sea congruente con el mandato que ejerce para que jurídica y políticamente la nación tenga un sólido sustento en el Derecho y en la Justicia. Por lo tanto esperamos que la segunda mitad que falta en el gobierno actual se complete no con al acaparamiento de cargos de elección popular, sino con su selección adecuada; que los partidos políticos suban a la palestra electoral a los individuos mejor calificados. Y que no lo olvide quien manda y que hoy gobierna, el liberalismo dejó otra lacra tan grande como la económica, o sea, la democracia a medias. En tal virtud es que el partido que está en el poder tiene la obligación de culminar en la segunda mitad que le falta, acatando el Derecho y la Justicia, un gobierno que pregona a los cuatro vientos la democracia. Ni morenos, ni verdes, ni blancos, ni amarillos, sino honestos con México. Que se postule a los mejores para el mejor país que queremos y merecemos.


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