/ viernes 23 de abril de 2021

La Superliga

En los últimos días se ha visto en los medios la intención de crear una superliga de fútbol europeo por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, en ésta competirían los clubes más grandes del fútbol europeo; la noticia no tendría mayor importancia, salvo que significaría la exclusión de todos los equipos pequeños y sobre todo el siguiente paso a una evolución depredadora donde cada vez importa menos la identidad y todo se humilla ante la utilidad, donde es irrelevante el deporte como actividad comunitaria.

Por ejemplo, en un país como el nuestro se puede permitir que jueguen más extranjeros que nacionales, cancelando las aspiraciones de nuestros jóvenes, pero para los directivos y los representantes de jugadores el negocio es más importante que los aficionados. Ya no hay amor por la camiseta, solo la devoción por la factura.

Florentino ha dicho que la superliga es para salvar al fútbol; es un mentiroso, solo busca llenarse de dinero, pero qué se puede esperar de alguien vinculado a casos de corrupción internacional en España, Argentina y México, además de que se ha informado su presunto involucramiento en el caso de agronitrogenados.

La superliga es una aspiración de concentrar el poder y utilidades. Uno de los opositores al proyecto, Marcelo Bielsa, señaló: “la lógica que impera en el mundo es que los poderosos sean más ricos a costa de que los débiles sean más pobres”. También aseveró que “los más poderosos lo son por lo que producen y convocan, pero el resto son indispensables y lo que le da salud a la competencia es la posibilidad de desarrollo de los débiles, no el exceso de crecimiento de los fuertes.” De concretarse sería un reflejo de lo que está pasando con el capitalismo global, buscar la utilidad, sin conciencia del impacto social. Esto significaría un gran daño, toda vez que se excluirían a los equipos pequeños y mataría al futbol local, pudiendo convertirse en un modelo que busque ser replicado en otras latitudes.

El futuro de esta superliga está condenado al fracaso, ya que la mayoría de los 12 equipos iniciales se salieron del proyecto, es decir, en solo 48 horas la idea se desmoronó y esta liga nunca verá la luz. Únicamente faltan los posicionamientos del Real Madrid y del Barcelona, pero es evidente que no prosperará; lo único que causó fue ruido, mezquindad por el fútbol y una primera plana en la sección de deportes.

Seguramente se preguntarán porqué tocar el tema, si este no es un espacio deportivo, pero no es sobre eso, es sobre cómo una visión neoliberal y sin principios, una ambición de esta naturaleza únicamente centrada en las utilidades puede afectar una actividad popular, incluso con carácter social y con hechos políticos importantes, por ejemplo, el papel del Barcelona como único espacio de autonomía y de preservación de la lengua y cultura catalana en la época de Franco. El futbol como muchas otras cosas, no puede ser solo negocio, tiene otros elementos que le dan un valor social. XXXTwitter: @LuisH_Fernandez

En los últimos días se ha visto en los medios la intención de crear una superliga de fútbol europeo por el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, en ésta competirían los clubes más grandes del fútbol europeo; la noticia no tendría mayor importancia, salvo que significaría la exclusión de todos los equipos pequeños y sobre todo el siguiente paso a una evolución depredadora donde cada vez importa menos la identidad y todo se humilla ante la utilidad, donde es irrelevante el deporte como actividad comunitaria.

Por ejemplo, en un país como el nuestro se puede permitir que jueguen más extranjeros que nacionales, cancelando las aspiraciones de nuestros jóvenes, pero para los directivos y los representantes de jugadores el negocio es más importante que los aficionados. Ya no hay amor por la camiseta, solo la devoción por la factura.

Florentino ha dicho que la superliga es para salvar al fútbol; es un mentiroso, solo busca llenarse de dinero, pero qué se puede esperar de alguien vinculado a casos de corrupción internacional en España, Argentina y México, además de que se ha informado su presunto involucramiento en el caso de agronitrogenados.

La superliga es una aspiración de concentrar el poder y utilidades. Uno de los opositores al proyecto, Marcelo Bielsa, señaló: “la lógica que impera en el mundo es que los poderosos sean más ricos a costa de que los débiles sean más pobres”. También aseveró que “los más poderosos lo son por lo que producen y convocan, pero el resto son indispensables y lo que le da salud a la competencia es la posibilidad de desarrollo de los débiles, no el exceso de crecimiento de los fuertes.” De concretarse sería un reflejo de lo que está pasando con el capitalismo global, buscar la utilidad, sin conciencia del impacto social. Esto significaría un gran daño, toda vez que se excluirían a los equipos pequeños y mataría al futbol local, pudiendo convertirse en un modelo que busque ser replicado en otras latitudes.

El futuro de esta superliga está condenado al fracaso, ya que la mayoría de los 12 equipos iniciales se salieron del proyecto, es decir, en solo 48 horas la idea se desmoronó y esta liga nunca verá la luz. Únicamente faltan los posicionamientos del Real Madrid y del Barcelona, pero es evidente que no prosperará; lo único que causó fue ruido, mezquindad por el fútbol y una primera plana en la sección de deportes.

Seguramente se preguntarán porqué tocar el tema, si este no es un espacio deportivo, pero no es sobre eso, es sobre cómo una visión neoliberal y sin principios, una ambición de esta naturaleza únicamente centrada en las utilidades puede afectar una actividad popular, incluso con carácter social y con hechos políticos importantes, por ejemplo, el papel del Barcelona como único espacio de autonomía y de preservación de la lengua y cultura catalana en la época de Franco. El futbol como muchas otras cosas, no puede ser solo negocio, tiene otros elementos que le dan un valor social. XXXTwitter: @LuisH_Fernandez