/ viernes 11 de diciembre de 2020

La tercera ola

José Alfredo Jiménez escribió “nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismo errores”, pareciera que lo hizo para esta triste circunstancia. Poco hemos aprendido del dolor y la muerte derivado de la pandemia; sigue habiendo ríos de gente en la calle, muchos sin las medidas de prevención básicas. Cuando los contagios empezaron a descender entre agosto y septiembre, las cifras llegaron hasta 3 mil por día; sin embargo a partir de octubre se dio un repunte hasta alcanzar hace unos días el máximo histórico de más de 12 mil contagios en un solo día en México. Todo apunta a que si no hay una conciencia en la población, sobre la delicada circunstancia y el peligro que vivimos, así como la urgente necesidad de tomar las medidas de precaución, esto va a empeorar antes de mejorar.

Una Tercera Ola de contagios puede darse en enero por una ecuación que potencia las enfermedades respiratorias con elementos como: las fiestas decembrinas, la necesidad de convivencia derivada del agotamiento, las aglomeraciones por compras navideñas, las propuestas de algunos gobiernos locales de relajar las medidas aún en incremento de contagios, la posibilidad de sindemia al interactuar con otros virus, la falsa sensación de seguridad que da la posibilidad de una vacuna disponible pronto, o el uso de cubrebocas como talismán o escapulario, más que como medida sanitaria. La lógica matemática es que entre más enfermos, hay más posibilidades de infección, en particular de los asintomáticos, y es que parece obvio; los contagiados, contagian; pero sobre todo la falta de conciencia y autocuidado pueden generar una burbuja de contagios.

No es un tema de la política gubernamental; en el caso de la Ciudad de México, se puede decir con objetividad que se han implementado con oportunidad y certeza las medidas adecuadas, incluso algunas muy novedosas. Si revisamos documentos como “Urban Solutions: learning from cities’ responses to COVID-19” de la UNESCO o “United Nations Comprehensive Response to COVID-19: saving lives, protecting societies, recovering better” de la ONU, observaremos que realmente el catálogo de posibilidades aplicadas en diferentes ciudades es muy breve. Sin participación social y compromiso es muy difícil que los contagios disminuyan; depende de cada uno de nosotros cuidarnos y así cuidar a lo demás.

La única forma de evitar una tercera ola de la enfermedad, dolor, pobreza y muerte es tener conciencia. La conciencia y acción de cada uno de las y los ciudadanos es la herramienta esencial para combatir el crecimiento de esta pandemia; es necesario crear un balance entre las restricciones que permita contener la epidemia y no asfixiar a la economía. No solo depende de las autoridades si no de cada uno de nosotros tomar las medidas. Hoy depende de la ciudadanía evitar una nueva dimensión de la tragedia.

Twitter: @LuisH_Fernandez

José Alfredo Jiménez escribió “nada me han enseñado los años, siempre caigo en los mismo errores”, pareciera que lo hizo para esta triste circunstancia. Poco hemos aprendido del dolor y la muerte derivado de la pandemia; sigue habiendo ríos de gente en la calle, muchos sin las medidas de prevención básicas. Cuando los contagios empezaron a descender entre agosto y septiembre, las cifras llegaron hasta 3 mil por día; sin embargo a partir de octubre se dio un repunte hasta alcanzar hace unos días el máximo histórico de más de 12 mil contagios en un solo día en México. Todo apunta a que si no hay una conciencia en la población, sobre la delicada circunstancia y el peligro que vivimos, así como la urgente necesidad de tomar las medidas de precaución, esto va a empeorar antes de mejorar.

Una Tercera Ola de contagios puede darse en enero por una ecuación que potencia las enfermedades respiratorias con elementos como: las fiestas decembrinas, la necesidad de convivencia derivada del agotamiento, las aglomeraciones por compras navideñas, las propuestas de algunos gobiernos locales de relajar las medidas aún en incremento de contagios, la posibilidad de sindemia al interactuar con otros virus, la falsa sensación de seguridad que da la posibilidad de una vacuna disponible pronto, o el uso de cubrebocas como talismán o escapulario, más que como medida sanitaria. La lógica matemática es que entre más enfermos, hay más posibilidades de infección, en particular de los asintomáticos, y es que parece obvio; los contagiados, contagian; pero sobre todo la falta de conciencia y autocuidado pueden generar una burbuja de contagios.

No es un tema de la política gubernamental; en el caso de la Ciudad de México, se puede decir con objetividad que se han implementado con oportunidad y certeza las medidas adecuadas, incluso algunas muy novedosas. Si revisamos documentos como “Urban Solutions: learning from cities’ responses to COVID-19” de la UNESCO o “United Nations Comprehensive Response to COVID-19: saving lives, protecting societies, recovering better” de la ONU, observaremos que realmente el catálogo de posibilidades aplicadas en diferentes ciudades es muy breve. Sin participación social y compromiso es muy difícil que los contagios disminuyan; depende de cada uno de nosotros cuidarnos y así cuidar a lo demás.

La única forma de evitar una tercera ola de la enfermedad, dolor, pobreza y muerte es tener conciencia. La conciencia y acción de cada uno de las y los ciudadanos es la herramienta esencial para combatir el crecimiento de esta pandemia; es necesario crear un balance entre las restricciones que permita contener la epidemia y no asfixiar a la economía. No solo depende de las autoridades si no de cada uno de nosotros tomar las medidas. Hoy depende de la ciudadanía evitar una nueva dimensión de la tragedia.

Twitter: @LuisH_Fernandez