/ viernes 22 de septiembre de 2017

La tragedia desde lejos

Escribo estas líneas desde lejos -en Ottawa-, la capital de Canadá, en la provincia de Ontario. Coincide mi visita (por razones educativas) con la tercera ronda de negociaciones para renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Al mismo tiempo, México sufre enormemente por el terremoto del pasado 19 de septiembre que derrumbó varios edificios y dejó a muchas personas muertas. ¿Cuántas son muchas? Con que una sola persona muriera, ya son demasiadas. Pero los desastres naturales no se pueden predecir (pero sí podemos prevenirnos). El mundo sufre y nosotros sufrimos las consecuencias de nuestras acciones. Nuestro desprecio por el medio ambiente, el cambio climático y la sostenibilidad han generado fenómenos naturales cada vez más severos, como el caso de los huracanes.

Y en todo esto hay dos cosas que me llaman la atención de la cobertura mediática del terremoto desde Canadá: la solidaridad de los mexicanos de unos con otros (el día de ayer en Montreal fui testigo de cómo jóvenes estudiantes recaudaban fondos para las víctimas en las calles) y de cómo podemos ayudarnos en momentos de complejidad y de angustia. Las fotos son francamente conmovedoras y han cimbrado los corazones de muchos. Tan solo en las noticias canadienses reportaban la forma en que los voluntarios entregaban tiempo, esfuerzo, agua, comida, medicinas, etc. La solidaridad no se hace esperar.

Pero por el otro lado, como en todo, México es un país de luces y sombras y tampoco se hizo esperar el lado amargo de la tragedia, en forma de una historia de una niña que nunca existió (Frida Sofía) y la televisión canadiense reportaba con incredulidad el tema (sobre todo porque la información venía de la Marina); y en segundo lugar, los reportes de corrupción en construcciones mal hechas y mal inspeccionadas que dieron lugar a que algunos edificios no cumplieran con las regulaciones

mínimas.

México, el país de las luces y las sombras, de las cosas maravillosas como el corazón y la voluntad de todos aquellos ciudadanos y civiles que donaron tiempo, dinero, manos y esfuerzo para que aquellos que lo perdieron todo tengan un techo donde vivir o cómo recuperar su vivienda, pero también es el país de la corrupción, del show televisivo y de la desconfianza de los unos contra los otros, En los momentos más complicados afloran nuestras tendencias más instintivas. Sin embargo, en lo personal, sigo creyendo que son más las personas que tienen un buen corazón y que quieren hacer el bien. Yo le dije a todos los que me preguntaron que México en estos momentos, probará su valor y sabrá salir adelante y demostrar que hay más luz que oscuridad, que sus cosas buenas terminarán por opacar a las malas, por más difíciles que sean. Pero no podemos de dejar de admitir que tenemos un largo camino por andar y que, así como en los desastres somos capaces de sacar lo mejor de nosotros, esta actitud debe ser permanente y hay que seguir haciendo lo que nos toca para que nuestro país, a pesar de los terremotos y los huracanes, siga en pie. Tenemos mucho de qué estar orgullosos.

 

@fedeling

Escribo estas líneas desde lejos -en Ottawa-, la capital de Canadá, en la provincia de Ontario. Coincide mi visita (por razones educativas) con la tercera ronda de negociaciones para renovar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Al mismo tiempo, México sufre enormemente por el terremoto del pasado 19 de septiembre que derrumbó varios edificios y dejó a muchas personas muertas. ¿Cuántas son muchas? Con que una sola persona muriera, ya son demasiadas. Pero los desastres naturales no se pueden predecir (pero sí podemos prevenirnos). El mundo sufre y nosotros sufrimos las consecuencias de nuestras acciones. Nuestro desprecio por el medio ambiente, el cambio climático y la sostenibilidad han generado fenómenos naturales cada vez más severos, como el caso de los huracanes.

Y en todo esto hay dos cosas que me llaman la atención de la cobertura mediática del terremoto desde Canadá: la solidaridad de los mexicanos de unos con otros (el día de ayer en Montreal fui testigo de cómo jóvenes estudiantes recaudaban fondos para las víctimas en las calles) y de cómo podemos ayudarnos en momentos de complejidad y de angustia. Las fotos son francamente conmovedoras y han cimbrado los corazones de muchos. Tan solo en las noticias canadienses reportaban la forma en que los voluntarios entregaban tiempo, esfuerzo, agua, comida, medicinas, etc. La solidaridad no se hace esperar.

Pero por el otro lado, como en todo, México es un país de luces y sombras y tampoco se hizo esperar el lado amargo de la tragedia, en forma de una historia de una niña que nunca existió (Frida Sofía) y la televisión canadiense reportaba con incredulidad el tema (sobre todo porque la información venía de la Marina); y en segundo lugar, los reportes de corrupción en construcciones mal hechas y mal inspeccionadas que dieron lugar a que algunos edificios no cumplieran con las regulaciones

mínimas.

México, el país de las luces y las sombras, de las cosas maravillosas como el corazón y la voluntad de todos aquellos ciudadanos y civiles que donaron tiempo, dinero, manos y esfuerzo para que aquellos que lo perdieron todo tengan un techo donde vivir o cómo recuperar su vivienda, pero también es el país de la corrupción, del show televisivo y de la desconfianza de los unos contra los otros, En los momentos más complicados afloran nuestras tendencias más instintivas. Sin embargo, en lo personal, sigo creyendo que son más las personas que tienen un buen corazón y que quieren hacer el bien. Yo le dije a todos los que me preguntaron que México en estos momentos, probará su valor y sabrá salir adelante y demostrar que hay más luz que oscuridad, que sus cosas buenas terminarán por opacar a las malas, por más difíciles que sean. Pero no podemos de dejar de admitir que tenemos un largo camino por andar y que, así como en los desastres somos capaces de sacar lo mejor de nosotros, esta actitud debe ser permanente y hay que seguir haciendo lo que nos toca para que nuestro país, a pesar de los terremotos y los huracanes, siga en pie. Tenemos mucho de qué estar orgullosos.

 

@fedeling