Como si se tratara de un concurso de improvisaciones e irresponsabilidades, están a la orden del día las propuestas para reformar o crear leyes a contentillo para satisfacer, no necesidades sociales, sino apetitos y rencillas personales. Lamentablemente la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) no ha escapado a esa ruleta rusa.
Esta semana las y los universitarios hemos escuchado propuestas sin razón en voz de, ni más ni menos, que del presidente del Tribunal Universitario, Eduardo López Betancourt, quien se aventó la puntada de ¡pedir salarios para las y los estudiantes de más de ocho de calificación!
Es decir, que las y los estudiantes ya no reciban becas ni apoyos, ¡sino salarios! Hágame usted el favor amable lector.
Se trata, evidentemente, de una distorsión de la educación superior y sus fines, pues es el objetivo no es tener estudiantes vitalicios que vean en la universidad un modus vivendi ni mucho menos como una trinchera política en la que se tenga asalariados haciendo trabajo político.
Y es que pareciera que en ese sentido van orientadas las ocurrencias del presidente del Tribunal Universitario más que en servir y consolidar a nuestra Máxima Casa de Estudios.
Desde hace meses las y los universitarios hemos atestiguados las declaraciones vertidas no solo por un universitario, sino cabeza de un órgano tan importante como el Tribunal Universitario, es decir, de una autoridad, quien sin medida ni control ataca lo mismo al rector que a la Junta de Gobierno y Comunidad Universitaria sin que nadie haga algo por remediar la situación.
Ahora resulta que Eduardo López Betancourt quiere que la legislación universitaria sea abrogada y se haga una nueva. Pues se equivocó el abogado, pues en lugar de apoyar a la campaña de un impresentable en Guerrero debió buscar una curul para hacerlo desde la Cámara de Diputados.
Al no hacerlo demuestra que sus declaraciones tienen otro propósito.
La UNAM no necesita ocurrencias, sino trabajo serio y comprometido.
@jlcamachov