Hablemos de policías, reconociendo que son muchos elementos los que en verdad tienen vocación de policía; sin embargo, el tema es que muchos no son suficientes, necesitamos a todos los integrantes de la corporación que se precien de ser policías.
Y es que si bien es cierta la exigencia ciudadana respecto al derecho de contar con cuerpos policiacos que inspiren confianza, seguridad y certeza de que estamos en buenas manos y bien cuidados, también lo es el derecho de los vigías para ejercer su trabajo en condiciones dignas, bajo esquemas seguros y bajo el menor riesgo de ser acribillado en la incertidumbre de regresar a casa sano y salvo: esa es responsabilidad del Estado y los gobiernos estatales y municipales.
Evidentemente se observa una muy mala relación entre la sociedad y la policía, se trata de un prejuicio social hacia las labores policíacas, producto de la mala reputación de algunos vigías y de la intolerancia social a la que hemos llegado. De tal suerte que conforme a una muestra de estudiantes universitarios, al mencionar la palabra “policía”, 35 por ciento de los entrevistados la asocia con corrupción, 13 por ciento con inseguridad y 19 por ciento con otras características como miedo, ineficiencia, desconfianza y prepotencia.
En beneficio, tanto policías como ciudadanos, coinciden en que las condiciones laborales de “los polis” no son las mejores: riesgos de trabajo, uniforme, bastón, armamento, equipo de protección, etcétera-, todo es inadecuado, y sin embargo, “la exigente sociedad mexicana” tiende a mostrarse enojada, frustrada, decepcionada de los policías casi apática hacia las situaciones que enfrentan frecuentemente.
A decir de las cifras de la Asociación Causa en Común –presidida por Ma. Elena Morera-, del 1° de enero del 2018 al pasado 30 de enero del presente año, los asesinatos de policías en cumplimiento de su deber ascienden a 953, 482 municipales, 413 estatales y 58 federales: 452 en 2018; 446 en 2019, y 55 en el poco más de un mes de este 2020, lo cual implica que en los últimos 25 meses ha muerto al menos un policía por día.
Factor indiscutiblemente el tema salarial, se trata de una urgencia para quienes dedican y exponen su vida en afán de salvaguardar la de los ciudadanos, máxime en entidades con altísimos riesgos como lo es Guanajuato, lugar que por segundo año, es donde mueren asesinados la mayor cantidad de policías.
La sociedad mexicana en su conjunto se ve expuesta a asaltos, extorsiones en cualquier parte, balaceras, secuestros, riesgos de toda índole… cada día la delincuencia hace más sofisticado su modus operandi y la pregunta es: ¿cómo enfrentarán las autoridades los retos para dotar a los elementos policíacos de las herramientas esenciales para desarrollar sus funciones? ¿Qué hay de su seguridad y el sacrificio cotidiano de ellos y de sus familias?
El descrédito no ha sido gratuito; sin embargo, existe compromiso, solidaridad y amor en esta vocación. ¡Vaya un reconocimiento a los verdaderos polis!