/ jueves 2 de noviembre de 2017

La violencia enrejada

1. Datos que se olvidan. La población penitenciaria total del país en 2016 ascendió a 233 mil 469 internos, de los cuales 22 mil 747 correspondieron a los centros federales, es decir, 9.7%. De los reos a cargo del gobierno federal, 92.1% (20 mil 944) están sentenciados, mientras 7.9% (mil 803) siguen en proceso. (Auditoría Superior de la Federación). En contraste, en los delitos del fuero común, el panorama es otro, en relación a la eficiencia judicial puesto que de los 210 mil reos sólo la cuarta parte (54 mil 738) había sido juzgada por algún delito, de acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) de 2016, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El resto sigue esperando su sentencia definitiva pero ya viviendo la pesadilla de la prisionalización, es decir, convivir en las condiciones de las diversas violencias que son inherentes a las cárceles de la miseria que existen en México.

2. La reincidencia, el denominador común. Existe un elemento que no debemos perder de vista y que refleja los evidentes límites de la llamada resocialización y/o readaptación, nos referimos a la reincidencia, que tanto en el caso de los reos liberados por delitos federales como los del fuero común, representaron una constante: en los primeros fue del 53.2% (11 mil 892) ASF; y en el caso de los segundos ascendió a la tercera parte(18 mil 647), de acuerdo a la ENPOL.

En este marco, debemos tomar en cuenta que una de las explicaciones para esta crisis lo es, que el 50% de los centros de reclusión de los estados visitados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 2016, eran controlados por grupos antagónicos de internos relacionados con el crimen organizado. El saldo de hace un año fue de 694 riñas y 5 motines, de acuerdo al Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2016, elaborado por la propia CNDH, cuyo diagnóstico se realizó con una muestra de 131 espacios estatales, 42 municipales, 19 federales y 3 prisiones militares, con lo cual se abarco una población de 211 mil 982 personas, que representan 87.73% de la población total.

3. Contexto y análisis. El tema carcelario es solamente el efecto de los que está sucediendo en el mundo concreto y terrenal del México violento que padecemos. El Gobierno federal ha reconocido que en los últimos 20 años se disparó 400% la cifra de muertes con armas de fuego y solo en los últimos 5 años ese delito se elevó 12% (Milenio, 22/agosto/17). Quizá se olvida, en los análisis simplones, que estamos inmersos en un país armado y cuya evidencia lo dio a conocer recientemente el Consejo de la Judicatura Federal, quien detectó que 56% de los delitos que llegaron ante los jueces, de noviembre de 2014 a junio de 2017, fueron vinculados a la portación y el uso ilegal de armas de fuego. Este sólo hecho no puede ser un elemento concluyente, pero sí es explicativo. La violencia ha crecido exponencialmente y se ha agudizado por una crisis de convivencia social en un mundo deshumanizado y sediento del éxito inmediato, que identifica al “otro”como un enemigo al que hay que aniquilar. Sí, el capitalismo es salvaje e insensible. Es una jungla donde sobrevive el que pasa sobre el cadáver del otro. Y de esto, por cierto, no es responsable el multicitado “Tatos”. Pequeña pieza de un gran sistema de corrupción.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz

1. Datos que se olvidan. La población penitenciaria total del país en 2016 ascendió a 233 mil 469 internos, de los cuales 22 mil 747 correspondieron a los centros federales, es decir, 9.7%. De los reos a cargo del gobierno federal, 92.1% (20 mil 944) están sentenciados, mientras 7.9% (mil 803) siguen en proceso. (Auditoría Superior de la Federación). En contraste, en los delitos del fuero común, el panorama es otro, en relación a la eficiencia judicial puesto que de los 210 mil reos sólo la cuarta parte (54 mil 738) había sido juzgada por algún delito, de acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL) de 2016, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). El resto sigue esperando su sentencia definitiva pero ya viviendo la pesadilla de la prisionalización, es decir, convivir en las condiciones de las diversas violencias que son inherentes a las cárceles de la miseria que existen en México.

2. La reincidencia, el denominador común. Existe un elemento que no debemos perder de vista y que refleja los evidentes límites de la llamada resocialización y/o readaptación, nos referimos a la reincidencia, que tanto en el caso de los reos liberados por delitos federales como los del fuero común, representaron una constante: en los primeros fue del 53.2% (11 mil 892) ASF; y en el caso de los segundos ascendió a la tercera parte(18 mil 647), de acuerdo a la ENPOL.

En este marco, debemos tomar en cuenta que una de las explicaciones para esta crisis lo es, que el 50% de los centros de reclusión de los estados visitados por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 2016, eran controlados por grupos antagónicos de internos relacionados con el crimen organizado. El saldo de hace un año fue de 694 riñas y 5 motines, de acuerdo al Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2016, elaborado por la propia CNDH, cuyo diagnóstico se realizó con una muestra de 131 espacios estatales, 42 municipales, 19 federales y 3 prisiones militares, con lo cual se abarco una población de 211 mil 982 personas, que representan 87.73% de la población total.

3. Contexto y análisis. El tema carcelario es solamente el efecto de los que está sucediendo en el mundo concreto y terrenal del México violento que padecemos. El Gobierno federal ha reconocido que en los últimos 20 años se disparó 400% la cifra de muertes con armas de fuego y solo en los últimos 5 años ese delito se elevó 12% (Milenio, 22/agosto/17). Quizá se olvida, en los análisis simplones, que estamos inmersos en un país armado y cuya evidencia lo dio a conocer recientemente el Consejo de la Judicatura Federal, quien detectó que 56% de los delitos que llegaron ante los jueces, de noviembre de 2014 a junio de 2017, fueron vinculados a la portación y el uso ilegal de armas de fuego. Este sólo hecho no puede ser un elemento concluyente, pero sí es explicativo. La violencia ha crecido exponencialmente y se ha agudizado por una crisis de convivencia social en un mundo deshumanizado y sediento del éxito inmediato, que identifica al “otro”como un enemigo al que hay que aniquilar. Sí, el capitalismo es salvaje e insensible. Es una jungla donde sobrevive el que pasa sobre el cadáver del otro. Y de esto, por cierto, no es responsable el multicitado “Tatos”. Pequeña pieza de un gran sistema de corrupción.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz

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