/ lunes 7 de junio de 2021

La violencia se incrementa mes por mes

La violencia en todo el país evidencia la incompetencia del gobierno federal. Estuvo presente durante la campaña. Particularmente contra quienes fueron candidatas con resultados fúnebres en algunas de ellas. La elección más numerosa, fue mayormente amenazada por el crimen organizado. Y ante estos hechos, el presidente ha dicho textual “Como hay ahora una polarización política, obvio porque se agrupó todo el conservadurismo en contra de nuestro proyecto, y los medios han tomado partido, todo esto se magnifica, es normal, es un asunto de la temporada”.


No tiene empacho pretender pasar la bola que el mismo construyó, a otros; la polarización la ha fomentado él. Hacerse a un lado de la crítica, explica el desastre que hay en el país. “Es normal” dice, pero no recuerdo una jornada tan violenta como la que concluyó el domingo pasado. Las mafias del crimen organizado se impusieron en muchos lugares y la Guardia Nacional encargada de enfrentarlo estuvo ausente.


Y no hay un buen ambiente en general. Si la Ley se aplicara con rigor, debería ser suficiente para sancionar la violencia de género contra las mujeres, por ejemplo. Pero no es así, tampoco son suficientes los Protocolos, ni que los partidos lo establezcan en sus documentos básicos; ni la 3 de 3 diseñada por las feministas y adoptada por el Instituto Nacional Electoral y refrendada por las presidencias de todos los partidos políticos en un acto alusivo en este Instituto. Nada de este marco ha sido suficiente para crear un sistema que sustituya el sistema patriarcal que se sustenta en que los hombres controlan y oprimen a las mujeres privándolas de sus derechos. La LEY lo identifica con todos sus estragos contra el desarrollo de las mujeres.


Pero muchos violentadores respiraron tranquilos porque llegaron al día de la votación gozando de impunidad. Un análisis más puntual reflejará los puntos de inflexión entre las autoridades electorales y del poder judicial, ya que en algunos casos no se fundó la misma causa/efecto tomando en cuenta el interés superior de las mujeres y la progresividad en la interpretación de la LEY. Por ejemplo, aducir que un hombre violento puede seguir en su cargo porque tiene un modo honesto de vivir, es un retroceso al garantismo de las leyes. Una justificación así, perdonaría apriori el delito de violencia de género, porque todos los hombres machos y violentos aparentan ser buenas personas, pueden resultar buenos vecinos …y tener un modo honesto de vivir.


Lo patético de esta situación de violencia es que, como con la pandemia, quien debería ser enfático en reconocer la magnitud del problema y no rehuir la responsabilidad de enfrentarla -como con la pandemia- simplemente se excusa con un “se agrupó todo el conservadurismo en contra de nuestro proyecto” y entonces las violencias no tienen control, ni sanción, mucho menos prevención. “Se magnifica, es un asunto de temporada” dice el Presidente.


No atender la violencia como desenlace del delito y la impunidad, tiene consecuencias; no aplicar la ley, nos lleva a un atolladero y puede adjudicársele al Presidente su propia amenaza subliminal cuando era candidato y que en realidad no es suya, sino de Porfirio Díaz respecto de Madero: ha soltado un tigre, a ver como le hace para enjaularlo …o amarrarlo. Ya pasada la “temporada” de la jornada electoral a ver a quién le echa la culpa.

La violencia en todo el país evidencia la incompetencia del gobierno federal. Estuvo presente durante la campaña. Particularmente contra quienes fueron candidatas con resultados fúnebres en algunas de ellas. La elección más numerosa, fue mayormente amenazada por el crimen organizado. Y ante estos hechos, el presidente ha dicho textual “Como hay ahora una polarización política, obvio porque se agrupó todo el conservadurismo en contra de nuestro proyecto, y los medios han tomado partido, todo esto se magnifica, es normal, es un asunto de la temporada”.


No tiene empacho pretender pasar la bola que el mismo construyó, a otros; la polarización la ha fomentado él. Hacerse a un lado de la crítica, explica el desastre que hay en el país. “Es normal” dice, pero no recuerdo una jornada tan violenta como la que concluyó el domingo pasado. Las mafias del crimen organizado se impusieron en muchos lugares y la Guardia Nacional encargada de enfrentarlo estuvo ausente.


Y no hay un buen ambiente en general. Si la Ley se aplicara con rigor, debería ser suficiente para sancionar la violencia de género contra las mujeres, por ejemplo. Pero no es así, tampoco son suficientes los Protocolos, ni que los partidos lo establezcan en sus documentos básicos; ni la 3 de 3 diseñada por las feministas y adoptada por el Instituto Nacional Electoral y refrendada por las presidencias de todos los partidos políticos en un acto alusivo en este Instituto. Nada de este marco ha sido suficiente para crear un sistema que sustituya el sistema patriarcal que se sustenta en que los hombres controlan y oprimen a las mujeres privándolas de sus derechos. La LEY lo identifica con todos sus estragos contra el desarrollo de las mujeres.


Pero muchos violentadores respiraron tranquilos porque llegaron al día de la votación gozando de impunidad. Un análisis más puntual reflejará los puntos de inflexión entre las autoridades electorales y del poder judicial, ya que en algunos casos no se fundó la misma causa/efecto tomando en cuenta el interés superior de las mujeres y la progresividad en la interpretación de la LEY. Por ejemplo, aducir que un hombre violento puede seguir en su cargo porque tiene un modo honesto de vivir, es un retroceso al garantismo de las leyes. Una justificación así, perdonaría apriori el delito de violencia de género, porque todos los hombres machos y violentos aparentan ser buenas personas, pueden resultar buenos vecinos …y tener un modo honesto de vivir.


Lo patético de esta situación de violencia es que, como con la pandemia, quien debería ser enfático en reconocer la magnitud del problema y no rehuir la responsabilidad de enfrentarla -como con la pandemia- simplemente se excusa con un “se agrupó todo el conservadurismo en contra de nuestro proyecto” y entonces las violencias no tienen control, ni sanción, mucho menos prevención. “Se magnifica, es un asunto de temporada” dice el Presidente.


No atender la violencia como desenlace del delito y la impunidad, tiene consecuencias; no aplicar la ley, nos lleva a un atolladero y puede adjudicársele al Presidente su propia amenaza subliminal cuando era candidato y que en realidad no es suya, sino de Porfirio Díaz respecto de Madero: ha soltado un tigre, a ver como le hace para enjaularlo …o amarrarlo. Ya pasada la “temporada” de la jornada electoral a ver a quién le echa la culpa.