/ martes 29 de diciembre de 2020

La Voz de la IP | El nuevo retiro

Por Luis Durán*

Tradicionalmente se han considerado los 65 años como la edad óptima para el retiro. En la gran mayoría de las organizaciones y empresas a nivel mundial se han establecido toda una serie de políticas y mecanismos precisamente para hacer cumplir lineamientos relacionados con esta edad de retiro.

Ahora que vivimos en un mundo en el que la mayoría de los líderes importantes tienen una edad que en muchos casos es inclusive superior a los 70 años, quizá valga la pena revisar este concepto.

Es evidente que la experiencia es más valiosa que nunca. Sobre todo, porque los avances en el cuidado de la salud permiten a las personas permanecer activas y productivas por muchos más años que en el pasado.

Aunque sea difícil de creer, la edad de 65 años fue seleccionada originalmente como el momento de la jubilación en 1881 por el Canciller de Hierro, Otto von Bismark, de la Alemania Imperial, cuando introdujo un sistema de seguridad social para atraer a la clase trabajadora alemana y combatir el poder del Partido Socialista en Alemania. Bismark sabía que el programa costaría poco, porque el trabajador de aquella época muy rara vez vivía hasta esa edad.

Hoy en día, el promedio esperado de vida es superior a 70 años cuando en esa época era alrededor de 40.

Más allá del tema práctico del costo de un sistema de retiro en el que las personas van a vivir muchos años más allá de los 65, también existe la consideración sobre qué es lo mejor para el desarrollo económico, para las personas y para las organizaciones.

Algunos estudiosos de la jubilación argumentan que aumentar la edad de retiro en todos los ámbitos tendrá beneficios económicos positivos, especialmente a medida que aumenta la esperanza de vida.

A final de cuentas, no es la edad fisiológica sino la edad social lo que importa. Ya lo decía Mark Twain con ese humor agudo que lo caracterizaba: “La edad es una cuestión de la mente sobre la materia. Si no te importa, no importa”.

La realidad es que los países con jubilación anticipada perjudican las posibilidades de aspirantes a trabajadores cercanos a esa edad por la expectativa social de que pronto se jubilarán.

Retrasar la edad de jubilación es una forma, irónicamente, de ayudar a consolidar las experiencias acumuladas y traducirlas en mayor beneficio económico de los países y de las organizaciones.

No se trata de un caso de beneficencia social, se trata de aprovechar las experiencias reales y valiosas en provecho del mejor desempeño de las organizaciones en las que se trabajan aquellos mayores de 65 que quieren seguir siendo productivos.

Los análisis económicos, así como el envejecimiento de las sociedades, continúan impulsando un movimiento hacia una jubilación posterior.

La política gubernamental en todo el mundo ha sido aumentar gradualmente la edad de jubilación. Es evidente que 70 se convertirá en el nuevo 65, ya que estas fuerzas económicas y demográficas continúan.

* Presidente de la Comisión Nacional de Educación de Coparmex

Por Luis Durán*

Tradicionalmente se han considerado los 65 años como la edad óptima para el retiro. En la gran mayoría de las organizaciones y empresas a nivel mundial se han establecido toda una serie de políticas y mecanismos precisamente para hacer cumplir lineamientos relacionados con esta edad de retiro.

Ahora que vivimos en un mundo en el que la mayoría de los líderes importantes tienen una edad que en muchos casos es inclusive superior a los 70 años, quizá valga la pena revisar este concepto.

Es evidente que la experiencia es más valiosa que nunca. Sobre todo, porque los avances en el cuidado de la salud permiten a las personas permanecer activas y productivas por muchos más años que en el pasado.

Aunque sea difícil de creer, la edad de 65 años fue seleccionada originalmente como el momento de la jubilación en 1881 por el Canciller de Hierro, Otto von Bismark, de la Alemania Imperial, cuando introdujo un sistema de seguridad social para atraer a la clase trabajadora alemana y combatir el poder del Partido Socialista en Alemania. Bismark sabía que el programa costaría poco, porque el trabajador de aquella época muy rara vez vivía hasta esa edad.

Hoy en día, el promedio esperado de vida es superior a 70 años cuando en esa época era alrededor de 40.

Más allá del tema práctico del costo de un sistema de retiro en el que las personas van a vivir muchos años más allá de los 65, también existe la consideración sobre qué es lo mejor para el desarrollo económico, para las personas y para las organizaciones.

Algunos estudiosos de la jubilación argumentan que aumentar la edad de retiro en todos los ámbitos tendrá beneficios económicos positivos, especialmente a medida que aumenta la esperanza de vida.

A final de cuentas, no es la edad fisiológica sino la edad social lo que importa. Ya lo decía Mark Twain con ese humor agudo que lo caracterizaba: “La edad es una cuestión de la mente sobre la materia. Si no te importa, no importa”.

La realidad es que los países con jubilación anticipada perjudican las posibilidades de aspirantes a trabajadores cercanos a esa edad por la expectativa social de que pronto se jubilarán.

Retrasar la edad de jubilación es una forma, irónicamente, de ayudar a consolidar las experiencias acumuladas y traducirlas en mayor beneficio económico de los países y de las organizaciones.

No se trata de un caso de beneficencia social, se trata de aprovechar las experiencias reales y valiosas en provecho del mejor desempeño de las organizaciones en las que se trabajan aquellos mayores de 65 que quieren seguir siendo productivos.

Los análisis económicos, así como el envejecimiento de las sociedades, continúan impulsando un movimiento hacia una jubilación posterior.

La política gubernamental en todo el mundo ha sido aumentar gradualmente la edad de jubilación. Es evidente que 70 se convertirá en el nuevo 65, ya que estas fuerzas económicas y demográficas continúan.

* Presidente de la Comisión Nacional de Educación de Coparmex