/ martes 28 de diciembre de 2021

La Voz de la IP | ¿No más impuestos?

Eso se nos dijo. Que no habría nuevos impuestos y que no subirían los existentes. Es asombroso como, si uno se aleja de los discursos y se concentra en las ACCIONES, los gobiernos de todos colores y niveles terminan actuando de forma similar.


Al gobierno federal hay que aclararle que no es necesario subir los porcentajes para elevar impuestos: eliminar o limitar deducciones, incrementar multas y recargos, limitar tiempos para resolver diferencias, retrasar devoluciones y cancelar incentivos es subir impuestos.


En el caso de los niveles estatal y municipal, con el eterno pretexto de la falta de presupuesto, a lo largo y ancho del país las autoridades locales están elevando impuestos existentes y creando nuevos. Los casos han sido: incremento en impuestos a las nóminas o prediales, sobre transacciones inmobiliarias, creación de impuestos “ecológicos”, a plataformas digitales y cualquier otra ocurrencia susceptible de generar ingreso adicional para estados y municipios.


Adicionalmente, la carga administrativa para cumplir (que ya era fuerte) se ha vuelto ridículamente compleja y desgastante. Esta tiende a encarecer la operación del contribuyente ante las innumerables interferencias de la autoridad fiscal en los procesos de negocio (la Carta Porte y todo el tema de subcontratación son excelentes ejemplos recientes). Con cada cambio fiscal, el criterio pareciera ser que para eficientar la recaudación es necesario ineficientar a las empresas.


Tampoco es un tema menor el creciente ASEDIO oficial vía “invitaciones” que se convierten en requerimientos formales, manteniendo al contribuyente en tensión permanente y que le restan tiempo, energía y enfoque para atender sus negocios. Al complicado entorno actual hay que añadirle el acoso de insaciables autoridades fiscales en todos los niveles, ahora además con menos tiempo para defenderse pues han limitado en este sentido a la PRODECON, única entidad que podía medianamente proteger al contribuyente.


Por supuesto, todo esto conjugado está generando INMOVILIDAD en el empresariado, con la consecuente caída de inversión y generación de empleo, agregando costos que se transmiten al consumidor y provocando que el micro empresario se refugie cada vez más en la informalidad.


No caigamos en la complacencia de culpar a la pandemia de ser el único factor de nuestro pobre desempeño económico.


Nuestros gobiernos y autoridades fiscales merecen buena parte del crédito. #OpiniónCoparmex


Nicolás Madáhuar Boehm

Vicepresidente Nacional de Desarrollo Empresarial de Coparmex


Eso se nos dijo. Que no habría nuevos impuestos y que no subirían los existentes. Es asombroso como, si uno se aleja de los discursos y se concentra en las ACCIONES, los gobiernos de todos colores y niveles terminan actuando de forma similar.


Al gobierno federal hay que aclararle que no es necesario subir los porcentajes para elevar impuestos: eliminar o limitar deducciones, incrementar multas y recargos, limitar tiempos para resolver diferencias, retrasar devoluciones y cancelar incentivos es subir impuestos.


En el caso de los niveles estatal y municipal, con el eterno pretexto de la falta de presupuesto, a lo largo y ancho del país las autoridades locales están elevando impuestos existentes y creando nuevos. Los casos han sido: incremento en impuestos a las nóminas o prediales, sobre transacciones inmobiliarias, creación de impuestos “ecológicos”, a plataformas digitales y cualquier otra ocurrencia susceptible de generar ingreso adicional para estados y municipios.


Adicionalmente, la carga administrativa para cumplir (que ya era fuerte) se ha vuelto ridículamente compleja y desgastante. Esta tiende a encarecer la operación del contribuyente ante las innumerables interferencias de la autoridad fiscal en los procesos de negocio (la Carta Porte y todo el tema de subcontratación son excelentes ejemplos recientes). Con cada cambio fiscal, el criterio pareciera ser que para eficientar la recaudación es necesario ineficientar a las empresas.


Tampoco es un tema menor el creciente ASEDIO oficial vía “invitaciones” que se convierten en requerimientos formales, manteniendo al contribuyente en tensión permanente y que le restan tiempo, energía y enfoque para atender sus negocios. Al complicado entorno actual hay que añadirle el acoso de insaciables autoridades fiscales en todos los niveles, ahora además con menos tiempo para defenderse pues han limitado en este sentido a la PRODECON, única entidad que podía medianamente proteger al contribuyente.


Por supuesto, todo esto conjugado está generando INMOVILIDAD en el empresariado, con la consecuente caída de inversión y generación de empleo, agregando costos que se transmiten al consumidor y provocando que el micro empresario se refugie cada vez más en la informalidad.


No caigamos en la complacencia de culpar a la pandemia de ser el único factor de nuestro pobre desempeño económico.


Nuestros gobiernos y autoridades fiscales merecen buena parte del crédito. #OpiniónCoparmex


Nicolás Madáhuar Boehm

Vicepresidente Nacional de Desarrollo Empresarial de Coparmex