/ martes 6 de marzo de 2018

Las aristas del caso Ferrari

El día 26 de febrero de 2018 viajaban tres personas a bordo de un Ferrari que ya había protagonizado un problema penal en conjunción con los escoltas del conductor. En esta ocasión, el automóvil se impactó en la carretera Acapulco-Ciudad de México a la altura del puente de Mezcala. El conductor sufrió diversas lesiones y salió del Ferrari con auxilio de sus escoltas. Dos mujeres quedaron dentro del automóvil que se estaba incendiando. Así las cosas, tenemos tres problemas: ¿Qué provocó el trágico accidente?, ¿por qué abandonaron a las dos mujeres en esas circunstancias? y ¿quién revisa la capacitación de la seguridad privada?

Al parecer, el piloto iba a acceso de velocidad, perdió el control, chocaron y el automóvil acabó en llamas. Sin embargo, serán los peritos de la Fiscalía de Guerrero quiénes nos den respuesta a este primer problema. Hasta el día de hoy solo podemos especular con las causas del terrible accidente, pero se necesita escuchar al conductor y a los peritos. Todo apunta hacia la imprudencia y los estereotipos de cómo y qué hace una persona cuando conduce un Ferrari, después tenemos otro cliché: el conductor de un Ferrari siempre debe llevar escoltas, lo cual nos conduce al siguiente problema.

El error de un ser humano o su imprudencia producen resultados que deben ser sancionados por la ley, pero las consecuencias son atemperadas. Nadie deseaba el accidente. Aquí cabe preguntarse ¿qué hicieron los miembros de seguridad privada? Sus acciones no fueron producto del error, del destino o de la imprudencia, sino que ellos decidieron libremente qué hacer frente a los hechos. Los medios de comunicación nos informan que estos optaron por dejar a las mujeres en el auto que se estaba en llamas, sin duda, estas acciones merecen un reproche. Ni siquiera hay que llegar al terreno de la ley, pues un mínimo de sentido común ordena que estos debieron de auxiliar a las dos mujeres que estaban en el auto. Parece que la seguridad privada en nuestro país no tiene otro propósito que tolerar las imprudencias, errores o caprichos de quien los contrata.

La seguridad privada está regulada por diversas leyes, que la mayoría de las veces, se desacatan o se ignoran. Los múltiples escándalos en que se han visto envueltos -las personas denominadas escoltas- no han sido suficientes para lograr un cambio en su conducta. En general, estos actúan al margen del derecho y tratan de caer en el cliché de que lo único importante es su jefe.

El incidente del Ferrari y los escoltas nos deja con muchas preguntas y algunas afirmaciones. El Estado mexicano cómo va a reforzar la legalidad en la actuación de los miembros de seguridad privada ¿Los ciudadanos debemos tener miedo a una persona vestida de traje cuidando una camioneta negra? ¿Es lícito que abandonen a dos personas que necesitan de auxilio? En mi óptica, la respuesta es no. ¿Qué acciones va a tomar el Estado mexicano para desasociar la idea de que un automóvil de lujo está acompañado de impunidad? Así mismo, es preciso señalar: nuestra sociedad es ambivalente respecto de cómo se perciben los autos de lujo y los escoltas. Por un lado, muchas personas quieren esta clase de coches, violar cualquier regla de tránsito y llevar escoltas. Por el otro, todos los días nos enfrentamos a los problemas que causa la irregularidad de la seguridad privada en México. Sería bueno que comenzáramos con un poco de cambio cultural sobre cómo percibimos los coches de lujo y la función de la seguridad privada.

Dr. en Derecho

El día 26 de febrero de 2018 viajaban tres personas a bordo de un Ferrari que ya había protagonizado un problema penal en conjunción con los escoltas del conductor. En esta ocasión, el automóvil se impactó en la carretera Acapulco-Ciudad de México a la altura del puente de Mezcala. El conductor sufrió diversas lesiones y salió del Ferrari con auxilio de sus escoltas. Dos mujeres quedaron dentro del automóvil que se estaba incendiando. Así las cosas, tenemos tres problemas: ¿Qué provocó el trágico accidente?, ¿por qué abandonaron a las dos mujeres en esas circunstancias? y ¿quién revisa la capacitación de la seguridad privada?

Al parecer, el piloto iba a acceso de velocidad, perdió el control, chocaron y el automóvil acabó en llamas. Sin embargo, serán los peritos de la Fiscalía de Guerrero quiénes nos den respuesta a este primer problema. Hasta el día de hoy solo podemos especular con las causas del terrible accidente, pero se necesita escuchar al conductor y a los peritos. Todo apunta hacia la imprudencia y los estereotipos de cómo y qué hace una persona cuando conduce un Ferrari, después tenemos otro cliché: el conductor de un Ferrari siempre debe llevar escoltas, lo cual nos conduce al siguiente problema.

El error de un ser humano o su imprudencia producen resultados que deben ser sancionados por la ley, pero las consecuencias son atemperadas. Nadie deseaba el accidente. Aquí cabe preguntarse ¿qué hicieron los miembros de seguridad privada? Sus acciones no fueron producto del error, del destino o de la imprudencia, sino que ellos decidieron libremente qué hacer frente a los hechos. Los medios de comunicación nos informan que estos optaron por dejar a las mujeres en el auto que se estaba en llamas, sin duda, estas acciones merecen un reproche. Ni siquiera hay que llegar al terreno de la ley, pues un mínimo de sentido común ordena que estos debieron de auxiliar a las dos mujeres que estaban en el auto. Parece que la seguridad privada en nuestro país no tiene otro propósito que tolerar las imprudencias, errores o caprichos de quien los contrata.

La seguridad privada está regulada por diversas leyes, que la mayoría de las veces, se desacatan o se ignoran. Los múltiples escándalos en que se han visto envueltos -las personas denominadas escoltas- no han sido suficientes para lograr un cambio en su conducta. En general, estos actúan al margen del derecho y tratan de caer en el cliché de que lo único importante es su jefe.

El incidente del Ferrari y los escoltas nos deja con muchas preguntas y algunas afirmaciones. El Estado mexicano cómo va a reforzar la legalidad en la actuación de los miembros de seguridad privada ¿Los ciudadanos debemos tener miedo a una persona vestida de traje cuidando una camioneta negra? ¿Es lícito que abandonen a dos personas que necesitan de auxilio? En mi óptica, la respuesta es no. ¿Qué acciones va a tomar el Estado mexicano para desasociar la idea de que un automóvil de lujo está acompañado de impunidad? Así mismo, es preciso señalar: nuestra sociedad es ambivalente respecto de cómo se perciben los autos de lujo y los escoltas. Por un lado, muchas personas quieren esta clase de coches, violar cualquier regla de tránsito y llevar escoltas. Por el otro, todos los días nos enfrentamos a los problemas que causa la irregularidad de la seguridad privada en México. Sería bueno que comenzáramos con un poco de cambio cultural sobre cómo percibimos los coches de lujo y la función de la seguridad privada.

Dr. en Derecho

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