/ lunes 20 de agosto de 2018

Las bacterias escondidas en el consultorio dental

Por: Cristóbal Chaidez Quiroz

La mayoría de las personas nos rehusamos a asistir regularmente al dentista. Las fobias a las agujas y a los sonidos de los escaladores ultrasónicos conectados a las unidades dentales son las principales causas de este rechazo.

Sin embargo, somos pocos quienes conocemos los riesgos eventuales (no necesariamente asociados a fobias) de adquirir bacterias potencialmente patógenas del agua y de los equipos utilizados en los consultorios dentales.

Cortesía Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)

Cristóbal Chaidez Quiroz, profesor investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), en la Coordinación Regional Culiacán, devela un secreto del que pocas personas tienen conocimiento cuando visitan una unidad médica bucal.

Las jeringas de aire / agua y los escaladores ultrasónicos están conectados a las unidades dentales por una red de tubos de plástico de pequeño calibre, a través de los cuales se propulsan el agua y el aire que son requeridos para los tratamientos dentales.

La mayoría de las unidades dentales están conectadas directamente a los sistemas de distribución de agua potable municipales, líquido que, obviamente, no es estéril, y que contiene una microbiota, la cual termina adherida a las tuberías de las unidades dentales, generando agregados bacterianos también llamados biopelículas, las cuales una vez que se establecen son difíciles de eliminar. (1)

El doctor Jean Barbeau, de la Universidad de Montreal, reporta que el agua de las unidades dentales puede contener hasta doscientas mil bacterias por mililitro de agua. (2) Asimismo, señala que en un estudio realizado en los Estados Unidos de América en 1993 se demostró la presencia de bacterias en el agua de ciento cincuenta unidades dentales en cincuenta y cuatro sitios en un área de tres estados de ese país.

Cortesía Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)

En dicho análisis se encontró un promedio de 49 mil 700 bacterias por mililitro de las líneas de jeringas de aire / agua y 72 mil 500 de las líneas de la pieza de mano; aunque la mayoría de las bacterias presentes en agua potable no son de alto riesgo, existen reportes de la presencia de patógenos oportunistas (30 por ciento de la población bacteriana) de las cuales destacan Pseudomonas aeruginosa, Legionella pneumophila y Mycobacterium no tuberculoso. (2)

Es importante mencionar que las posibilidades de que un paciente experimente una infección asociada a un procedimiento dental son bajas; a pesar de ello, existen crecientes preocupación y observancia al incremento de grupos bacterianos multirresistentes a los antibióticos que habitan las biopelículas.

Se cree que éstas podrían ser un riesgo para la población en general que asisten a realizarse tratamientos dentales, pero con mayor acentuación en poblaciones vulnerables (adultos mayores y niños) o con enfermedades crónico degenerativas (obesidad, diabetes, cáncer, etcétera); estas bacterias oportunistas pueden provocar infecciones respiratorias, septicemia e incluso, en casos graves, la muerte. (3)

¿Qué hacer?

Se ha propuesto el uso de agua destilada o estéril en las unidades dentales; sin embargo, el personal que labora en dichos consultorios debe tener presente que el sistema interno de la unidad dental pudo haberse colonizado con biopelículas bacterianas debido al uso previo con agua potable, por lo que el agua destilada o estéril se contaminará a medida que pasa a través de las líneas.

Es recomendable realizar un análisis de laboratorio para verificar la calidad microbiológica del agua que fluye por la unidad dental. Otra sugerencia es la implementación de sistemas de filtración por personal especializado en el tema.

Cortesía Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)

También, al comienzo de cada día se puede realizar una purga del sistema, empleando para ello concentraciones adecuadas de desinfectantes (cloro y sus derivados y ozono, entre otros). Hacer fluir agua a alta presión en las unidades dentales puede ser otra opción para remover la presencia de biopelículas.

Finalmente, las asociaciones dentales nacionales e internacionales, así como la Organización Mundial de la Salud sugieren que se visite de manera regular al dentista (al menos cada seis meses) para tener una salud bucal adecuada.

Así que dejemos a un lado las fobias y démonos el tiempo para preguntarle al médico dentista cuáles son sus procedimientos de operación estándar de sanitación de las unidades dentales que permitan asegurar una buena calidad microbiológica del agua.


Referencias

E. E. Geldreich. Microbial quality of water supply in distribution systems. CRC. New York: Lewis Publishers. 1996.

J. Barbeau. “Waterborne biofilms and dentistry: the changing face of infection control”. Journal of the Canadian Dental Association. 66: 539-541. 2000.

C. L. Pankhurst. “Risk assessment of dental unit waterline contamination”. Primary dental care. 10 (1): 5-10. 2003.


Autor

Colaboración del doctor Cristóbal Chaidez Quiroz, investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), en la Coordinación Regional Culiacán y director general del Laboratorio Nacional para la Investigación en Inocuidad Alimentaria (LANIIA).


***

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Por: Cristóbal Chaidez Quiroz

La mayoría de las personas nos rehusamos a asistir regularmente al dentista. Las fobias a las agujas y a los sonidos de los escaladores ultrasónicos conectados a las unidades dentales son las principales causas de este rechazo.

Sin embargo, somos pocos quienes conocemos los riesgos eventuales (no necesariamente asociados a fobias) de adquirir bacterias potencialmente patógenas del agua y de los equipos utilizados en los consultorios dentales.

Cortesía Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)

Cristóbal Chaidez Quiroz, profesor investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), en la Coordinación Regional Culiacán, devela un secreto del que pocas personas tienen conocimiento cuando visitan una unidad médica bucal.

Las jeringas de aire / agua y los escaladores ultrasónicos están conectados a las unidades dentales por una red de tubos de plástico de pequeño calibre, a través de los cuales se propulsan el agua y el aire que son requeridos para los tratamientos dentales.

La mayoría de las unidades dentales están conectadas directamente a los sistemas de distribución de agua potable municipales, líquido que, obviamente, no es estéril, y que contiene una microbiota, la cual termina adherida a las tuberías de las unidades dentales, generando agregados bacterianos también llamados biopelículas, las cuales una vez que se establecen son difíciles de eliminar. (1)

El doctor Jean Barbeau, de la Universidad de Montreal, reporta que el agua de las unidades dentales puede contener hasta doscientas mil bacterias por mililitro de agua. (2) Asimismo, señala que en un estudio realizado en los Estados Unidos de América en 1993 se demostró la presencia de bacterias en el agua de ciento cincuenta unidades dentales en cincuenta y cuatro sitios en un área de tres estados de ese país.

Cortesía Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)

En dicho análisis se encontró un promedio de 49 mil 700 bacterias por mililitro de las líneas de jeringas de aire / agua y 72 mil 500 de las líneas de la pieza de mano; aunque la mayoría de las bacterias presentes en agua potable no son de alto riesgo, existen reportes de la presencia de patógenos oportunistas (30 por ciento de la población bacteriana) de las cuales destacan Pseudomonas aeruginosa, Legionella pneumophila y Mycobacterium no tuberculoso. (2)

Es importante mencionar que las posibilidades de que un paciente experimente una infección asociada a un procedimiento dental son bajas; a pesar de ello, existen crecientes preocupación y observancia al incremento de grupos bacterianos multirresistentes a los antibióticos que habitan las biopelículas.

Se cree que éstas podrían ser un riesgo para la población en general que asisten a realizarse tratamientos dentales, pero con mayor acentuación en poblaciones vulnerables (adultos mayores y niños) o con enfermedades crónico degenerativas (obesidad, diabetes, cáncer, etcétera); estas bacterias oportunistas pueden provocar infecciones respiratorias, septicemia e incluso, en casos graves, la muerte. (3)

¿Qué hacer?

Se ha propuesto el uso de agua destilada o estéril en las unidades dentales; sin embargo, el personal que labora en dichos consultorios debe tener presente que el sistema interno de la unidad dental pudo haberse colonizado con biopelículas bacterianas debido al uso previo con agua potable, por lo que el agua destilada o estéril se contaminará a medida que pasa a través de las líneas.

Es recomendable realizar un análisis de laboratorio para verificar la calidad microbiológica del agua que fluye por la unidad dental. Otra sugerencia es la implementación de sistemas de filtración por personal especializado en el tema.

Cortesía Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)

También, al comienzo de cada día se puede realizar una purga del sistema, empleando para ello concentraciones adecuadas de desinfectantes (cloro y sus derivados y ozono, entre otros). Hacer fluir agua a alta presión en las unidades dentales puede ser otra opción para remover la presencia de biopelículas.

Finalmente, las asociaciones dentales nacionales e internacionales, así como la Organización Mundial de la Salud sugieren que se visite de manera regular al dentista (al menos cada seis meses) para tener una salud bucal adecuada.

Así que dejemos a un lado las fobias y démonos el tiempo para preguntarle al médico dentista cuáles son sus procedimientos de operación estándar de sanitación de las unidades dentales que permitan asegurar una buena calidad microbiológica del agua.


Referencias

E. E. Geldreich. Microbial quality of water supply in distribution systems. CRC. New York: Lewis Publishers. 1996.

J. Barbeau. “Waterborne biofilms and dentistry: the changing face of infection control”. Journal of the Canadian Dental Association. 66: 539-541. 2000.

C. L. Pankhurst. “Risk assessment of dental unit waterline contamination”. Primary dental care. 10 (1): 5-10. 2003.


Autor

Colaboración del doctor Cristóbal Chaidez Quiroz, investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD), en la Coordinación Regional Culiacán y director general del Laboratorio Nacional para la Investigación en Inocuidad Alimentaria (LANIIA).


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