/ domingo 27 de octubre de 2019

Las capacidades de las Fuerzas Armadas de México

Hemos leído, escuchado y visto tanto sobre los acontecimientos del pasado jueves 17 en Culiacán, Sinaloa, que resulta un tanto difícil normarnos un criterio informado, equilibrado y sobre todo, objetivo. Más aún ante el inexplicable silencio del gobierno que al momento de redactar esta colaboración seguía sin dar la versión oficial de los hechos. Este prolongado autismo, da paso a rumores, especulaciones, suposiciones, noticias falsas, entre otras variables negativas y que afectan sin lugar a dudas, a la credibilidad de las instituciones civiles encargadas de la Seguridad Pública.

De los vertiginosos sucesos en Sinaloa, destacan dos por lo insólito de su ejecución. El primero sin duda, es la cobarde amenaza de parte de los delincuentes (qué más se podría esperar de ellos) para atacar y afectar a las familias ubicadas en la unidad habitacional militar. Esto debiera ser un verdadero referente para los civiles tomadores de decisiones en el diseño y aplicación de los programas de seguridad pública y darse cuenta con la calidad de adversarios con los que se enfrenan sociedad y gobierno. No fue una especulación ni un rumor, fue una advertencia directa para que liberaran a su jefe criminal.

Hay que tener en cuenta que ni en armamento ni en adiestramiento, ninguna organización criminal puede siquiera hacerle sombra a los integrantes de las Fuerzas Armadas. Estos se encuentran maniatados para actuar, debido a leyes como la del uso proporcional de la fuerza –deben esperar a que primero les disparen a matar, para entonces responder al ataque. En ese sentido cabe resaltar la notable institucionalidad y lealtad al poder civil, al recibir órdenes de no actuar, tal y como sucedió en Culiacán.

El segundo aspecto inédito vivido ese fatídico jueves 17, es la ausencia de una comunicación gubernamental eficiente, oportuna y objetiva, lo que concedió a los testimonios enviados por la ciudadanía, toda la difusión y conocimiento a nivel mundial. No es posible controlar la información en estos días. La posibilidad de grabar y subir a las redes digitales es inherente al desarrollo de cualquier acontecimiento o evento. Allí tenemos la filtración del New York Times, sobre la presencia de una veintena de agentes y funcionarios en Sinaloa, un mes antes de los hechos, para supervisar en terreno la fortaleza del grupo de Guzmán Loera, Zambada y Esparragoza.

Para el Ejército Mexicano y las Fuerzas Armadas no hubo derrota alguna. Justo hubo una ejemplar demostración de lealtad al pueblo y a las instituciones, para acatar la orden de suspender el operativo no obstante poner en riesgo la vida del personal desplegado. Con el objetivo de que la autoridad civil se hiciera responsable de la conducción de la situación, los militares también detuvieron la respuesta que como en éste y otros escenarios para aprehender a importantes criminales, les ha resultado siempre. Tan solo en lo que va del actual sexenio, han habido 14 operativos exitosos.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


Hemos leído, escuchado y visto tanto sobre los acontecimientos del pasado jueves 17 en Culiacán, Sinaloa, que resulta un tanto difícil normarnos un criterio informado, equilibrado y sobre todo, objetivo. Más aún ante el inexplicable silencio del gobierno que al momento de redactar esta colaboración seguía sin dar la versión oficial de los hechos. Este prolongado autismo, da paso a rumores, especulaciones, suposiciones, noticias falsas, entre otras variables negativas y que afectan sin lugar a dudas, a la credibilidad de las instituciones civiles encargadas de la Seguridad Pública.

De los vertiginosos sucesos en Sinaloa, destacan dos por lo insólito de su ejecución. El primero sin duda, es la cobarde amenaza de parte de los delincuentes (qué más se podría esperar de ellos) para atacar y afectar a las familias ubicadas en la unidad habitacional militar. Esto debiera ser un verdadero referente para los civiles tomadores de decisiones en el diseño y aplicación de los programas de seguridad pública y darse cuenta con la calidad de adversarios con los que se enfrenan sociedad y gobierno. No fue una especulación ni un rumor, fue una advertencia directa para que liberaran a su jefe criminal.

Hay que tener en cuenta que ni en armamento ni en adiestramiento, ninguna organización criminal puede siquiera hacerle sombra a los integrantes de las Fuerzas Armadas. Estos se encuentran maniatados para actuar, debido a leyes como la del uso proporcional de la fuerza –deben esperar a que primero les disparen a matar, para entonces responder al ataque. En ese sentido cabe resaltar la notable institucionalidad y lealtad al poder civil, al recibir órdenes de no actuar, tal y como sucedió en Culiacán.

El segundo aspecto inédito vivido ese fatídico jueves 17, es la ausencia de una comunicación gubernamental eficiente, oportuna y objetiva, lo que concedió a los testimonios enviados por la ciudadanía, toda la difusión y conocimiento a nivel mundial. No es posible controlar la información en estos días. La posibilidad de grabar y subir a las redes digitales es inherente al desarrollo de cualquier acontecimiento o evento. Allí tenemos la filtración del New York Times, sobre la presencia de una veintena de agentes y funcionarios en Sinaloa, un mes antes de los hechos, para supervisar en terreno la fortaleza del grupo de Guzmán Loera, Zambada y Esparragoza.

Para el Ejército Mexicano y las Fuerzas Armadas no hubo derrota alguna. Justo hubo una ejemplar demostración de lealtad al pueblo y a las instituciones, para acatar la orden de suspender el operativo no obstante poner en riesgo la vida del personal desplegado. Con el objetivo de que la autoridad civil se hiciera responsable de la conducción de la situación, los militares también detuvieron la respuesta que como en éste y otros escenarios para aprehender a importantes criminales, les ha resultado siempre. Tan solo en lo que va del actual sexenio, han habido 14 operativos exitosos.

javierolivaposada@gmail.com

@JOPso