/ sábado 29 de febrero de 2020

Las cinco mentes del futuro

Recuerdo la visita que hizo a México el psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner, y quien dirige el proyecto Zero para promover el arte en la educación; Gardner es iniciador de “Goodwork”, un programa que estudia y promueve empresas, cuya excelencia está basada en la Ética. Su visita sirvió para presentar su libro “Las cinco mentes del futuro”, en el cual propone que las escuelas de todos niveles deben propiciar entre los pupilos estos tipos: mente disciplinada, mente sintética, mente creativa, mente respetuosa y mente ética.

Explica Gardner; “…vivimos en una sociedad metalizada en la que toda clase de datos fluyen por el ciberespacio, desde campañas de odio hasta revoluciones sin sangre. La educación es un asunto de valores y objetivos humanos y, paradójicamente educamos para el mundo del pasado, en lugar de enfrentar los posibles mundos del futuro. Sostiene que las cinco mentes deben estar contenidas en objetos educativos, “especialmente la mente ética, porque el conocimiento no nos convierte en seres morales”.

Me ha llamado mucho la atención la propuesta del investigador porque coincidentemente el actual gobierno federal incluyó, dentro de los planes de estudios de secundaria, las materias de Ética y Civismo, que dejaron de impartirse por casi treinta años.

Civismo viene del latín civitas que significa “ciudad” y que luego deriva en civilización y, al mismo tiempo, del sufijo ismo, que quiere decir sistema, movimiento o escuela. De esta manera, se podría afirmar que el civismo es un sistema relacionado con aquello que nos convierte en personas civilizadas. En la actualidad hay varias situaciones donde existen problemas relacionados con la ausencia de civismo: el acoso escolar o bullying, la suciedad de las ciudades por no utilizar debidamente los basureros o por los excrementos de perros por falta de conciencia ciudadana.

La ética, por su parte, se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. El concepto proviene del término griego ethikos, que significa “carácter”. Una sentencia ética es una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo, obligatorio, permitido, etc. en lo referente a una acción o a una decisión.

Por lo tanto, cuando alguien aplica una sentencia ética sobre una persona, está realizando un juicio moral. La ética, pues, estudia la moral y determina cómo deben actuar los miembros de una sociedad. Por lo tanto, se la define como la ciencia del comportamiento moral.

También recuerdo que en la escuela secundaria nos impartían, entonces, clases de Civismo: El Hombre y la Sociedad, en primer año; El Hombre y la Economía, en segundo; y El Hombre y el Derecho en tercero.

Tengo presentes los libros de los maestros Felipe López Rosado y Benito Solís Luna que eran y son verdaderos programas y adiestramientos para comprender el entorno en el cual vivíamos: primero, la sociedad, formada por la familia, la escuela, la ciudad, la patria, la urbanidad, la moral, y las formas sociales comprendidas en el Estado y el Gobierno, y nuestra manera de comportarnos en la comunidad, siempre respetando a nuestros semejantes y acercándonos a quienes requerían nuestro apoyo y auxilio; segundo, la economía, que era el conocimiento de cómo deberíamos administrar los haberes y deberes de nuestra casa (oikos, casa, nomos, tratado) y como distribuir equitativamente los bienes propiedad de cada familia, el trabajo, la producción, el capital, la distribución y el consumo (otra cosa de lo que hoy se entiende por economía); y tercero, el derecho, que nos enseñaba de manera incipiente lo que eran las leyes y reglamentos que deberíamos cumplir, respetar y hacer respetar. En la introducción del libro de segundo año de secundaria del maestro Benito Solís Luna dice textualmente: “Se tiene la certeza de que cuando un alumno termine los tres cursos habrá adquirido el mínimo de cultura social, económica y jurídica que lo convertirá en buen ciudadano, elevada categoría sobre la cual ha de cimentarse la grandeza de la República”.

Por supuesto que eran principios, sí, pero principios básicos para crear el carácter y el conocimiento formal del estudiante y darle principios éticos de rectitud, respeto, responsabilidad, cortesía, tolerancia, urbanidad, mesura. Estos sustantivos por supuesto que no existen hoy en día; por supuesto que son desconocidos por la mayoría de las nuevas generaciones; por supuesto que la falta de ellos son la causa de la pérdida de valores, de la desintegración temprana de las familias, de la corrupción extendida a todos los ámbitos de la sociedad.

Tengo una cierta idea de quien fue el inepto Secretario de Educación Pública que eliminó estas asignaturas. Pero debo decir que sea bienvenida la inclusión de la Ética y el Civismo de nuevo en las escuelas. Habrá que esperar unos treinta años para saber si la semilla germinará.


Qué vergüenza ¿verdad?

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx


Recuerdo la visita que hizo a México el psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard, Howard Gardner, y quien dirige el proyecto Zero para promover el arte en la educación; Gardner es iniciador de “Goodwork”, un programa que estudia y promueve empresas, cuya excelencia está basada en la Ética. Su visita sirvió para presentar su libro “Las cinco mentes del futuro”, en el cual propone que las escuelas de todos niveles deben propiciar entre los pupilos estos tipos: mente disciplinada, mente sintética, mente creativa, mente respetuosa y mente ética.

Explica Gardner; “…vivimos en una sociedad metalizada en la que toda clase de datos fluyen por el ciberespacio, desde campañas de odio hasta revoluciones sin sangre. La educación es un asunto de valores y objetivos humanos y, paradójicamente educamos para el mundo del pasado, en lugar de enfrentar los posibles mundos del futuro. Sostiene que las cinco mentes deben estar contenidas en objetos educativos, “especialmente la mente ética, porque el conocimiento no nos convierte en seres morales”.

Me ha llamado mucho la atención la propuesta del investigador porque coincidentemente el actual gobierno federal incluyó, dentro de los planes de estudios de secundaria, las materias de Ética y Civismo, que dejaron de impartirse por casi treinta años.

Civismo viene del latín civitas que significa “ciudad” y que luego deriva en civilización y, al mismo tiempo, del sufijo ismo, que quiere decir sistema, movimiento o escuela. De esta manera, se podría afirmar que el civismo es un sistema relacionado con aquello que nos convierte en personas civilizadas. En la actualidad hay varias situaciones donde existen problemas relacionados con la ausencia de civismo: el acoso escolar o bullying, la suciedad de las ciudades por no utilizar debidamente los basureros o por los excrementos de perros por falta de conciencia ciudadana.

La ética, por su parte, se relaciona con el estudio de la moral y de la acción humana. El concepto proviene del término griego ethikos, que significa “carácter”. Una sentencia ética es una declaración moral que elabora afirmaciones y define lo que es bueno, malo, obligatorio, permitido, etc. en lo referente a una acción o a una decisión.

Por lo tanto, cuando alguien aplica una sentencia ética sobre una persona, está realizando un juicio moral. La ética, pues, estudia la moral y determina cómo deben actuar los miembros de una sociedad. Por lo tanto, se la define como la ciencia del comportamiento moral.

También recuerdo que en la escuela secundaria nos impartían, entonces, clases de Civismo: El Hombre y la Sociedad, en primer año; El Hombre y la Economía, en segundo; y El Hombre y el Derecho en tercero.

Tengo presentes los libros de los maestros Felipe López Rosado y Benito Solís Luna que eran y son verdaderos programas y adiestramientos para comprender el entorno en el cual vivíamos: primero, la sociedad, formada por la familia, la escuela, la ciudad, la patria, la urbanidad, la moral, y las formas sociales comprendidas en el Estado y el Gobierno, y nuestra manera de comportarnos en la comunidad, siempre respetando a nuestros semejantes y acercándonos a quienes requerían nuestro apoyo y auxilio; segundo, la economía, que era el conocimiento de cómo deberíamos administrar los haberes y deberes de nuestra casa (oikos, casa, nomos, tratado) y como distribuir equitativamente los bienes propiedad de cada familia, el trabajo, la producción, el capital, la distribución y el consumo (otra cosa de lo que hoy se entiende por economía); y tercero, el derecho, que nos enseñaba de manera incipiente lo que eran las leyes y reglamentos que deberíamos cumplir, respetar y hacer respetar. En la introducción del libro de segundo año de secundaria del maestro Benito Solís Luna dice textualmente: “Se tiene la certeza de que cuando un alumno termine los tres cursos habrá adquirido el mínimo de cultura social, económica y jurídica que lo convertirá en buen ciudadano, elevada categoría sobre la cual ha de cimentarse la grandeza de la República”.

Por supuesto que eran principios, sí, pero principios básicos para crear el carácter y el conocimiento formal del estudiante y darle principios éticos de rectitud, respeto, responsabilidad, cortesía, tolerancia, urbanidad, mesura. Estos sustantivos por supuesto que no existen hoy en día; por supuesto que son desconocidos por la mayoría de las nuevas generaciones; por supuesto que la falta de ellos son la causa de la pérdida de valores, de la desintegración temprana de las familias, de la corrupción extendida a todos los ámbitos de la sociedad.

Tengo una cierta idea de quien fue el inepto Secretario de Educación Pública que eliminó estas asignaturas. Pero debo decir que sea bienvenida la inclusión de la Ética y el Civismo de nuevo en las escuelas. Habrá que esperar unos treinta años para saber si la semilla germinará.


Qué vergüenza ¿verdad?

Premio Nacional de Periodismo

pacofonn@yahoo.com.mx