/ domingo 5 de diciembre de 2021

Las FARC, no son terroristas

La preponderancia de la política exterior de los Estados Unidos, no tiene réplica. El pasado martes 30 de noviembre, el Departamento de Estado del gobierno del Presidente Joeph Biden, retiro a la guerrilla más antigua de Latinoamérica, del listado anual de organizaciones terroristas. Durante esos mismos día, se celebraba en Colombia el quinto aniversario de la firma de los Tratados de Paz, así como un simbólica visita del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterrez. Todo esto, como preámbulo al inicio de las campañas por la Presidencia de la República.

En el trascendental comunicado estadounidense, se precisa que la decisión no exime de juicios y potenciales condenas de cárcel, a ex dirigentes, ex integrantes o los que aún continúan en activo, relacionados con cualquier tipo de delito en torno a la producción y tráfico de drogas. Sin duda se trata de un paso muy relevante para generar mejores condiciones para que el complicado y complejo proceso del post conflicto, pueda sobrevivir a los comicios presidenciales en Colombia, en 2022. Las ayudas provenientes de agencias y organizaciones de Estados Unidos, podrán ahora, fluir con mayor velocidad, por ejemplo, para los programas de reinserción de antiguos combatientes, así como incrementar los apoyos para las labores de auxilio psicológico a víctimas y victimarios.

Con 260, 000 muertos y casi 90, 000 desaparecidos, de un conflicto que inició en 1958 y culminó en 2018, no sin dejar 8 millones de desplazados como consecuencia de la violencia. Tan largo y doloroso episodio en la vida de Latinoamérica y desde luego, para Colombia, provocó en distintas fases, que gobiernos de nuestros países marcaran claras diferencias entre sí ante las actividades de la guerrilla y los sucesivos gobiernos; hoy día, no hay un solo pronunciamiento público de mandatarios de la región abogando a favor de las tesis que llevaron a la creación de las ex Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Y esto es una variable muy importante de estabilización para el mismo proceso del post conflicto.

Es previsible que la dinámica política colombiana, observe en el corto plazo ajustes que pueden fortalecer la superación de las muy serias y graves secuelas en amplios sectores de la sociedad. Un conflicto que afectó a varias generaciones, condicionando su presente y futuro, involucrando a organizaciones, gobiernos, personalidades de todo el mundo. Retirar el calificativo de “terrorista” a las FARC, también es un reconocimiento a sus dirigentes que han podido cumplir, aún con algunos pero serios disensos, que como está documentado, se encuentran plenamente identificados como una organización más de narcotraficantes.

También para las Fuerzas Armadas de Colombia, este paso dado por el gobierno de los Estados Unidos, les permitirá profundizar e incluso, impulsar con mayor intensidad, la actualización de su Doctrina y pensamiento militares, a la vez que los sectores civiles encargados de la Seguridad Pública, contarán con más elementos para centrarse en las organizaciones propiamente criminales ya sean organizadas o común. Es deseable que así sea, por el bien de la sociedad, pero sobre todo, por el reforzamiento de la democracia en ese país sudamericano.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso

La preponderancia de la política exterior de los Estados Unidos, no tiene réplica. El pasado martes 30 de noviembre, el Departamento de Estado del gobierno del Presidente Joeph Biden, retiro a la guerrilla más antigua de Latinoamérica, del listado anual de organizaciones terroristas. Durante esos mismos día, se celebraba en Colombia el quinto aniversario de la firma de los Tratados de Paz, así como un simbólica visita del Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterrez. Todo esto, como preámbulo al inicio de las campañas por la Presidencia de la República.

En el trascendental comunicado estadounidense, se precisa que la decisión no exime de juicios y potenciales condenas de cárcel, a ex dirigentes, ex integrantes o los que aún continúan en activo, relacionados con cualquier tipo de delito en torno a la producción y tráfico de drogas. Sin duda se trata de un paso muy relevante para generar mejores condiciones para que el complicado y complejo proceso del post conflicto, pueda sobrevivir a los comicios presidenciales en Colombia, en 2022. Las ayudas provenientes de agencias y organizaciones de Estados Unidos, podrán ahora, fluir con mayor velocidad, por ejemplo, para los programas de reinserción de antiguos combatientes, así como incrementar los apoyos para las labores de auxilio psicológico a víctimas y victimarios.

Con 260, 000 muertos y casi 90, 000 desaparecidos, de un conflicto que inició en 1958 y culminó en 2018, no sin dejar 8 millones de desplazados como consecuencia de la violencia. Tan largo y doloroso episodio en la vida de Latinoamérica y desde luego, para Colombia, provocó en distintas fases, que gobiernos de nuestros países marcaran claras diferencias entre sí ante las actividades de la guerrilla y los sucesivos gobiernos; hoy día, no hay un solo pronunciamiento público de mandatarios de la región abogando a favor de las tesis que llevaron a la creación de las ex Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Y esto es una variable muy importante de estabilización para el mismo proceso del post conflicto.

Es previsible que la dinámica política colombiana, observe en el corto plazo ajustes que pueden fortalecer la superación de las muy serias y graves secuelas en amplios sectores de la sociedad. Un conflicto que afectó a varias generaciones, condicionando su presente y futuro, involucrando a organizaciones, gobiernos, personalidades de todo el mundo. Retirar el calificativo de “terrorista” a las FARC, también es un reconocimiento a sus dirigentes que han podido cumplir, aún con algunos pero serios disensos, que como está documentado, se encuentran plenamente identificados como una organización más de narcotraficantes.

También para las Fuerzas Armadas de Colombia, este paso dado por el gobierno de los Estados Unidos, les permitirá profundizar e incluso, impulsar con mayor intensidad, la actualización de su Doctrina y pensamiento militares, a la vez que los sectores civiles encargados de la Seguridad Pública, contarán con más elementos para centrarse en las organizaciones propiamente criminales ya sean organizadas o común. Es deseable que así sea, por el bien de la sociedad, pero sobre todo, por el reforzamiento de la democracia en ese país sudamericano.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso