/ jueves 15 de noviembre de 2018

¡Las frases que se lanzan al viento!

Pues sin duda, la cancelación de la obra que crearía el aeropuerto en Texcoco y la caravana de migrantes que atraviesa nuestro país rumbo a los dominios de Donald Trump, hoy por hoy, acaparan la atención de los medios.

Hablando de Texcoco, pienso que las opiniones en vendaval se han inclinado hacia dos extremos de opinión, por el momento inconciliables: por un lado; quienes señalan que desde su concepción está inmersa en un mar de corrupción para beneficiar a un pequeño grupo de empresarios, cuyos intereses despreciaron las voces que en su momento dejaron ver la amenaza de un ecocidio y los muchos e importantes inconvenientes técnicos, que no fueron tomados en cuenta al planear el negocio en perjuicio de la población, y por el otro; en contrapartida, los que hacen énfasis en que la alternativa de acondicionar el aeropuerto de Santa Lucía para solucionar la incapacidad operativa que desde hace un tiempo observa el “Benito Juárez” en la CDMX, es un soberano disparate, también, aduciendo a argumentos técnicos y sobre todo, el que la decisión se haya justificado con una consulta “popular,” legalmente muy cuestionable, así como las graves consecuencias en la economía nacional, que a su juicio, ya se están viviendo con el tipo de cambio, la situación de la Bolsa Mexicana de Valores y la actitud de un número importante de inversionistas, nada más con el solo anuncio de la cancelación, a pesar de que después de la reunión que tuvo AMLO con los contratistas de la obra, ambos dijeran que los derechos de quienes invirtieron serían plenamente respetados. Ello, sin dar más detalles, lo que nos deja sin certidumbre. Supongo que están igual el mercado y las inversiones.

En las redes sociales la discusión está convertida en una auténtica batalla callejera en la que todo se vale, desde comentarios burlones hasta amenazas abiertas, pasando, desde luego, por las infaltables mentadas de madre. Lo que hace del tema, una verdadera “torre de babel”, en la que sí algo sobra y confunde, es la información para sustentar una u otra posición, aunque al día de hoy la decisión políticamente ya esté tomada, pues falta que transite al terreno de los hechos y sobre todo del derecho, para formular las primeras valoraciones sobre su implementación. La que seguiremos con especial atención.

En ese sentido y con independencia de que estemos de acuerdo o no con la cancelación del proyecto en Texcoco, de acuerdo a la ley, el nuevo gobierno deberá acreditar las razones de su revocación, concluir anticipadamente todos los contratos vigentes, pagar el avance de los trabajos y, muy importante, fincar las responsabilidades que correspondan, por las irregularidades detectadas o que estén por descubrirse y que justifiquen jurídicamente la cancelación, pues de otra manera, podría quedar la percepción de que todo obedeció a una afirmación errónea, emitida y propagada sin fundamento.

Así las cosas, tendremos que esperar a la toma de posesión, el primer día de diciembre, para empezar a despejar nuestras dudas sobre el tema, que en este momento muchos consideran como el primer acto de gobierno de una administración que todavía no entra en funciones, ni más ni menos que muy de acuerdo a la Cultura a la mexicana, que para bien o para mal, marcará de forma importante el sexenio lopezobradorista en la presidencia de la República, porque: “Por sus obras…los conoceréis”

napoleonef@hotmail.com

Pues sin duda, la cancelación de la obra que crearía el aeropuerto en Texcoco y la caravana de migrantes que atraviesa nuestro país rumbo a los dominios de Donald Trump, hoy por hoy, acaparan la atención de los medios.

Hablando de Texcoco, pienso que las opiniones en vendaval se han inclinado hacia dos extremos de opinión, por el momento inconciliables: por un lado; quienes señalan que desde su concepción está inmersa en un mar de corrupción para beneficiar a un pequeño grupo de empresarios, cuyos intereses despreciaron las voces que en su momento dejaron ver la amenaza de un ecocidio y los muchos e importantes inconvenientes técnicos, que no fueron tomados en cuenta al planear el negocio en perjuicio de la población, y por el otro; en contrapartida, los que hacen énfasis en que la alternativa de acondicionar el aeropuerto de Santa Lucía para solucionar la incapacidad operativa que desde hace un tiempo observa el “Benito Juárez” en la CDMX, es un soberano disparate, también, aduciendo a argumentos técnicos y sobre todo, el que la decisión se haya justificado con una consulta “popular,” legalmente muy cuestionable, así como las graves consecuencias en la economía nacional, que a su juicio, ya se están viviendo con el tipo de cambio, la situación de la Bolsa Mexicana de Valores y la actitud de un número importante de inversionistas, nada más con el solo anuncio de la cancelación, a pesar de que después de la reunión que tuvo AMLO con los contratistas de la obra, ambos dijeran que los derechos de quienes invirtieron serían plenamente respetados. Ello, sin dar más detalles, lo que nos deja sin certidumbre. Supongo que están igual el mercado y las inversiones.

En las redes sociales la discusión está convertida en una auténtica batalla callejera en la que todo se vale, desde comentarios burlones hasta amenazas abiertas, pasando, desde luego, por las infaltables mentadas de madre. Lo que hace del tema, una verdadera “torre de babel”, en la que sí algo sobra y confunde, es la información para sustentar una u otra posición, aunque al día de hoy la decisión políticamente ya esté tomada, pues falta que transite al terreno de los hechos y sobre todo del derecho, para formular las primeras valoraciones sobre su implementación. La que seguiremos con especial atención.

En ese sentido y con independencia de que estemos de acuerdo o no con la cancelación del proyecto en Texcoco, de acuerdo a la ley, el nuevo gobierno deberá acreditar las razones de su revocación, concluir anticipadamente todos los contratos vigentes, pagar el avance de los trabajos y, muy importante, fincar las responsabilidades que correspondan, por las irregularidades detectadas o que estén por descubrirse y que justifiquen jurídicamente la cancelación, pues de otra manera, podría quedar la percepción de que todo obedeció a una afirmación errónea, emitida y propagada sin fundamento.

Así las cosas, tendremos que esperar a la toma de posesión, el primer día de diciembre, para empezar a despejar nuestras dudas sobre el tema, que en este momento muchos consideran como el primer acto de gobierno de una administración que todavía no entra en funciones, ni más ni menos que muy de acuerdo a la Cultura a la mexicana, que para bien o para mal, marcará de forma importante el sexenio lopezobradorista en la presidencia de la República, porque: “Por sus obras…los conoceréis”

napoleonef@hotmail.com

ÚLTIMASCOLUMNAS