/ viernes 8 de noviembre de 2019

Las “Mañaneras” de AMLO

8 de noviembre de 2019

Ante la falta de resultados de gobierno la opción es inventar excusas. Ante las críticas de los opositores, la respuesta es la descalificación y el linchamiento público. Ante la realidad que exhibe la ineficacia, lo mejor es refugiarse en “otros datos”. Ante la renuncia a ejercer la autoridad de manera legítima, la opción es escudarse en el argumento ideológico del humanismo y de la no confrontación como prioridades de gobierno.

Y por si todo lo anterior fuera poco, cuando el Presidente es duramente cuestionado por sus controvertidas decisiones -Culiacán-, literalmente opta por asumir que “no hay nada que temer, vamos muy bien”.

Vamos muy bien, aunque: el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó que de enero a septiembre ocurrieron 38,855 asesinatos, que convertirán a este año -el primero de AMLO- en el más violento que se tenga registro. Vamos bien, pero nunca antes el Ejército Mexicano se había sentido tan agraviado y ofendido como hoy en día. Vamos bien, pero se consumó el atropello al estado de derecho en Baja California, con la complacencia nada más y nada menos que de doña Olga Sánchez Cordero. Vamos bien, pero la economía mexicana sigue retrocediendo y con sectores como el de la construcción y el automotriz en picada. Vamos bien, pero la producción de Pemex se mantiene a la baja, además de las millonarias pérdidas que acumula. Vamos bien, pero la tragedia de esta semana ha sido la masacre de una familia en los límites de Sonora y Chihuahua.

Las conferencias “mañaneras” cada vez se apartan más de sus propósitos originales que, entiendo, fueron concebidas para publicitar las acciones y los avances en los distintos temas de la agenda pública.

Hoy, esta iniciativa de “transparencia” del Presidente se ha convertido en un ejercicio opaco; en un escaparate para destruir a los adversarios, para exhibir el pasado, la trayectoria y los vínculos de sus críticos; para denostar, provocar y polarizar.

La comunicación gubernamental centralizada en la figura del AMLO; esto es lo que atestiguamos. Atrás quedaron los tradicionales boletines y los comunicados de la Presidencia de los sexenios anteriores. Ahora, éstos son sustituidos por una intensa exposición mediática, en donde cada mañana se habla de todo, pero también es mucho más lo que se evade.

El propósito es polemizar y posicionar aquellos hechos o temas que el Presidente quiere colocar en el centro de la opinión pública bajo dos premisas fundamentales: proyectar su propia lectura de la realidad política, económica o social y arremeter -por no decir aniquilar- contra quien considera sus enemigos y donde lo mismo caben desde ex presidentes, empresarios, medios de comunicación, partidos políticos, élites políticas o económicas, instituciones, organizaciones de la sociedad civil, intelectuales, líderes de opinión, gobernadores, dirigentes y una infinidad de actores más que forman parte del “conservadurismo” o la “mafia de poder”.

Esta es la dinámica comunicacional que Andrés Manuel López Obrador ha impuesto a lo largo de su ya casi primer año de gobierno. El Presidente convertido en su propio y único vocero, que a veces se maneja tolerante y relajado, otras amenazante, poco transparente o engallado, pero siempre infalible.

Sin embargo, en las últimas semanas, más que una fortaleza, las “mañaneras” se han convertido en una debilidad, ya que el Presidente ha tenido que salir a defender lo indefendible y a intentar revertir los costos de decisiones equivocadas, tal y como ha sucedido con las secuelas que siguen aflorando a partir de los hechos de Culiacán.

Pero ser su propio vocero, también lo obliga a emprender el control de daños -no siempre exitoso- de los gravísimos errores cometidos por los miembros de su gabinete y que han desembocado en un desastre comunicacional: mentiras, verdades a medias, confusión, evasivas, contradicciones, hasta llegar incluso al cinismo.

Lo único cierto es que las “mañaneras” sirven para todo lo antes comentado y mucho más, pero menos para lo que fueron concebidas. También son aprovechadas para convocar a la unidad nacional que tanto nos hace falta a los mexicanos en estos momentos, pero al día siguiente el señor Presidente la vuelve a emprender contra quien, desde su punto de vista, se empeña en impedir el avance de la 4T.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.

8 de noviembre de 2019

Ante la falta de resultados de gobierno la opción es inventar excusas. Ante las críticas de los opositores, la respuesta es la descalificación y el linchamiento público. Ante la realidad que exhibe la ineficacia, lo mejor es refugiarse en “otros datos”. Ante la renuncia a ejercer la autoridad de manera legítima, la opción es escudarse en el argumento ideológico del humanismo y de la no confrontación como prioridades de gobierno.

Y por si todo lo anterior fuera poco, cuando el Presidente es duramente cuestionado por sus controvertidas decisiones -Culiacán-, literalmente opta por asumir que “no hay nada que temer, vamos muy bien”.

Vamos muy bien, aunque: el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó que de enero a septiembre ocurrieron 38,855 asesinatos, que convertirán a este año -el primero de AMLO- en el más violento que se tenga registro. Vamos bien, pero nunca antes el Ejército Mexicano se había sentido tan agraviado y ofendido como hoy en día. Vamos bien, pero se consumó el atropello al estado de derecho en Baja California, con la complacencia nada más y nada menos que de doña Olga Sánchez Cordero. Vamos bien, pero la economía mexicana sigue retrocediendo y con sectores como el de la construcción y el automotriz en picada. Vamos bien, pero la producción de Pemex se mantiene a la baja, además de las millonarias pérdidas que acumula. Vamos bien, pero la tragedia de esta semana ha sido la masacre de una familia en los límites de Sonora y Chihuahua.

Las conferencias “mañaneras” cada vez se apartan más de sus propósitos originales que, entiendo, fueron concebidas para publicitar las acciones y los avances en los distintos temas de la agenda pública.

Hoy, esta iniciativa de “transparencia” del Presidente se ha convertido en un ejercicio opaco; en un escaparate para destruir a los adversarios, para exhibir el pasado, la trayectoria y los vínculos de sus críticos; para denostar, provocar y polarizar.

La comunicación gubernamental centralizada en la figura del AMLO; esto es lo que atestiguamos. Atrás quedaron los tradicionales boletines y los comunicados de la Presidencia de los sexenios anteriores. Ahora, éstos son sustituidos por una intensa exposición mediática, en donde cada mañana se habla de todo, pero también es mucho más lo que se evade.

El propósito es polemizar y posicionar aquellos hechos o temas que el Presidente quiere colocar en el centro de la opinión pública bajo dos premisas fundamentales: proyectar su propia lectura de la realidad política, económica o social y arremeter -por no decir aniquilar- contra quien considera sus enemigos y donde lo mismo caben desde ex presidentes, empresarios, medios de comunicación, partidos políticos, élites políticas o económicas, instituciones, organizaciones de la sociedad civil, intelectuales, líderes de opinión, gobernadores, dirigentes y una infinidad de actores más que forman parte del “conservadurismo” o la “mafia de poder”.

Esta es la dinámica comunicacional que Andrés Manuel López Obrador ha impuesto a lo largo de su ya casi primer año de gobierno. El Presidente convertido en su propio y único vocero, que a veces se maneja tolerante y relajado, otras amenazante, poco transparente o engallado, pero siempre infalible.

Sin embargo, en las últimas semanas, más que una fortaleza, las “mañaneras” se han convertido en una debilidad, ya que el Presidente ha tenido que salir a defender lo indefendible y a intentar revertir los costos de decisiones equivocadas, tal y como ha sucedido con las secuelas que siguen aflorando a partir de los hechos de Culiacán.

Pero ser su propio vocero, también lo obliga a emprender el control de daños -no siempre exitoso- de los gravísimos errores cometidos por los miembros de su gabinete y que han desembocado en un desastre comunicacional: mentiras, verdades a medias, confusión, evasivas, contradicciones, hasta llegar incluso al cinismo.

Lo único cierto es que las “mañaneras” sirven para todo lo antes comentado y mucho más, pero menos para lo que fueron concebidas. También son aprovechadas para convocar a la unidad nacional que tanto nos hace falta a los mexicanos en estos momentos, pero al día siguiente el señor Presidente la vuelve a emprender contra quien, desde su punto de vista, se empeña en impedir el avance de la 4T.

*Presidente de la Academia Mexicana de Educación.