/ domingo 17 de abril de 2022

Las perspectivas inmediatas de la invasión rusa

A raíz de inicio de las hostilidades entre ese país y Ucrania, se refrendó una de las leyes históricas incontrovertibles: las guerras se saben por qué comienzan pero nunca se tiene la certeza de cuándo y cómo van a terminan. Ahora desde luego no es la excepción. Día con día debemos hacer una nueva valoración conforme llegan noticias dramáticas de la muerte de decenas de civiles, las recíprocas descalificaciones y acusaciones, pero lo más grave, es la constante escalada de amenazas respecto de la ampliación del teatro de operaciones. La recurrencia a la utilización de misiles y proyectiles por parte de ambos Ejércitos, es un aval de la negativa de ambas partes a buscar una solución, aunque sea precaria.

En efecto, como resultado de los sobrados temores respecto de reclamos militares y geopolíticos por parte de Rusia sobre Finlandia y Suecia, ambos gobiernos han expresado su interés y disposición para tener una serie de acercamientos a la Organización del Tratado Atlántico Norte. El gobierno de Vladimir Putin, ha respondido por voz del ex Primer Ministro y también ex Presidente, Dimitri Mevedev, que de prosperar esa opción, su país desplegaría armamento nuclear en la península escandinava, apuntando los misiles a las principales ciudades de dichos países.

No obstante, el gobierno lituano, expresó que en el bastión y enclave ruso de Kalilingrado, entre la frontera de Lituania y Polonia, ya hay instalaciones misilísticas, por lo que el anuncio del Kremlin, no sería en sí mismo una novedad. A este complejo momento, deben agregarse las elecciones presidenciales francesas de segunda vuelta (previstas para el 24 de abril), en donde la candidata del conservadurismo radical, Marine Le Pen, ha propuesto que una vez concluida la guerra entre Rusia y Ucrania, en caso de derrotar a Emmanuel Macron, una alianza militar con Rusia e iniciaría la salida de su país de la Unión Europea.

Lo anterior apunta, y espero estar equivocado en el planteamiento, hacia un creciente peligro en cuanto a una expansión geográfica y dilatación cronológica de la guerra con sus consecuencias a nivel mundial, como ya comenzaron a vivirse en lo que se refiere al dramatismo de los millones de refugiados por la destrucción de las principales ciudades ucranianas, por una parte y por la otra, la previsibles escases de alimentos, cereales sobre todo, dada las notables capacidades productivas tanto de Rusia como de Ucrania.

Las muestras de indisposición para establecer una mesa de negociación, solo hacen prolongar la incertidumbre que rodea al que al menos en el siglo XXI, es el más peligroso conflicto armado convencional. Los llamados de la comunidad internacional, así como actores influyentes como la República Popular de China o la India, persisten en un contenido protagonismo, que sólo favorece al creciente recrudecimiento de los enfrentamientos. Las perspectivas por el momento, no son positivas para la paz.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso


A raíz de inicio de las hostilidades entre ese país y Ucrania, se refrendó una de las leyes históricas incontrovertibles: las guerras se saben por qué comienzan pero nunca se tiene la certeza de cuándo y cómo van a terminan. Ahora desde luego no es la excepción. Día con día debemos hacer una nueva valoración conforme llegan noticias dramáticas de la muerte de decenas de civiles, las recíprocas descalificaciones y acusaciones, pero lo más grave, es la constante escalada de amenazas respecto de la ampliación del teatro de operaciones. La recurrencia a la utilización de misiles y proyectiles por parte de ambos Ejércitos, es un aval de la negativa de ambas partes a buscar una solución, aunque sea precaria.

En efecto, como resultado de los sobrados temores respecto de reclamos militares y geopolíticos por parte de Rusia sobre Finlandia y Suecia, ambos gobiernos han expresado su interés y disposición para tener una serie de acercamientos a la Organización del Tratado Atlántico Norte. El gobierno de Vladimir Putin, ha respondido por voz del ex Primer Ministro y también ex Presidente, Dimitri Mevedev, que de prosperar esa opción, su país desplegaría armamento nuclear en la península escandinava, apuntando los misiles a las principales ciudades de dichos países.

No obstante, el gobierno lituano, expresó que en el bastión y enclave ruso de Kalilingrado, entre la frontera de Lituania y Polonia, ya hay instalaciones misilísticas, por lo que el anuncio del Kremlin, no sería en sí mismo una novedad. A este complejo momento, deben agregarse las elecciones presidenciales francesas de segunda vuelta (previstas para el 24 de abril), en donde la candidata del conservadurismo radical, Marine Le Pen, ha propuesto que una vez concluida la guerra entre Rusia y Ucrania, en caso de derrotar a Emmanuel Macron, una alianza militar con Rusia e iniciaría la salida de su país de la Unión Europea.

Lo anterior apunta, y espero estar equivocado en el planteamiento, hacia un creciente peligro en cuanto a una expansión geográfica y dilatación cronológica de la guerra con sus consecuencias a nivel mundial, como ya comenzaron a vivirse en lo que se refiere al dramatismo de los millones de refugiados por la destrucción de las principales ciudades ucranianas, por una parte y por la otra, la previsibles escases de alimentos, cereales sobre todo, dada las notables capacidades productivas tanto de Rusia como de Ucrania.

Las muestras de indisposición para establecer una mesa de negociación, solo hacen prolongar la incertidumbre que rodea al que al menos en el siglo XXI, es el más peligroso conflicto armado convencional. Los llamados de la comunidad internacional, así como actores influyentes como la República Popular de China o la India, persisten en un contenido protagonismo, que sólo favorece al creciente recrudecimiento de los enfrentamientos. Las perspectivas por el momento, no son positivas para la paz.


javierolivaposada@gmail.com

@JOPso