/ lunes 12 de abril de 2021

Las reglas fiscales internacionales de Biden

Uno de los temas más comentados esta semana será la propuesta de Joe Biden, consistente en establecer un impuesto mínimo global a las empresas multinacionales de 21%. Es decir, que a diferencia de su antecesor, recurrirá a la cooperación internacional para combatir los cobros fiscales demasiado bajos, que han sido la tendencia durante los últimos 20 años.

En otras palabras, ésta propuesta emanada de la Secretaria de Tesoro, Janet Yellen, está enfocada en lograr que las empresas multinacionales tributen en los países donde generan ganancias. Es por todos sabido que actualmente existe un grave problema de elusión fiscal internacional porque hay personas físicas y morales que, aunque operen en cierto país, arman esquemas poco transparentes para pagar impuestos en otro país cuyo régimen tributario es muy bajo o nulo.

Sí, estamos hablando de los paraísos fiscales, que si bien no son considerados ilegales, sí fomentan esquemas irresponsables y poco éticos que privan a los países donde operan las empresas, de recibir dinero mediante impuestos; lo cual no es cosa menor, pues además de dañar la capacidad de recaudación, afecta la soberanía tributaria y promueve esquemas injustos porque entonces la autoridad fiscal nos carga más la mano a los contribuyentes cautivos.

Es importante aclarar que estamos hablando de “elusión fiscal” porque dichas estrategias para reubicar las ganancias en países con menor régimen tributario, son acciones para minimizar el pago de impuestos por vías legales; a diferencia de la “evasión fiscal”, donde se ocultan u omiten ingresos para evitar la tributación, lo que sí está tipificado como una conducta ilícita, en México y en el mundo.

Sin embargo, en el fondo del asunto, ambas conductas son igual de dañinas; incluso, la elusión cuenta con la complicidad de aparatos estatales muy complejos para ayudar a los mayores generadores de ganancias a burlar a las autoridades fiscales de los países donde operan. Esto es inaceptable y debería indignarnos a todos pensar que cada centavo que huye del país mediante la elusión, pudo ser destinado al gasto en salud o en educación.

Si esta propuesta prospera, habrá un importante impacto en términos globales, ya que permitiría modificar las reglas fiscales internacionales para evitar la Erosión de la Base Gravable (o BEPS, por sus siglas en inglés), que es el nombre formal de esta mala práctica. Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) será un gran impulso para consolidar las estrategias anti BEPS que llevan trabajando desde hace una década y que no han logrado afianzarse porque no existe un impuesto global como el que EEUU está proponiendo y porque para los paraísos fiscales sigue siendo legal y rentable existir.

Para las personas físicas y morales que sí pagamos los impuestos que nos corresponden, los esquemas tributarios justos son lo mínimo deseable porque es una forma de emparejarnos el piso y evitar la sobrecarga que termina imponiéndonos la autoridad fiscal, la cual nos cuesta tiempo y dinero que no podemos dedicar a ser más productivos. Cualquier empresa que paga impuestos o cualquier persona que actualmente rinda su declaración ante el SAT, sabe de lo que estoy hablando.

Y que quede claro que no se trata de iniciar ninguna batalla contra las multinacionales, sino de combatir solo a aquellas que usan esquemas injustos para no pagar lo que deben, aunque sí sigan disfrutando de lo que producen gracias al talento y las condiciones que les ofrecen los países donde operan.

Uno de los temas más comentados esta semana será la propuesta de Joe Biden, consistente en establecer un impuesto mínimo global a las empresas multinacionales de 21%. Es decir, que a diferencia de su antecesor, recurrirá a la cooperación internacional para combatir los cobros fiscales demasiado bajos, que han sido la tendencia durante los últimos 20 años.

En otras palabras, ésta propuesta emanada de la Secretaria de Tesoro, Janet Yellen, está enfocada en lograr que las empresas multinacionales tributen en los países donde generan ganancias. Es por todos sabido que actualmente existe un grave problema de elusión fiscal internacional porque hay personas físicas y morales que, aunque operen en cierto país, arman esquemas poco transparentes para pagar impuestos en otro país cuyo régimen tributario es muy bajo o nulo.

Sí, estamos hablando de los paraísos fiscales, que si bien no son considerados ilegales, sí fomentan esquemas irresponsables y poco éticos que privan a los países donde operan las empresas, de recibir dinero mediante impuestos; lo cual no es cosa menor, pues además de dañar la capacidad de recaudación, afecta la soberanía tributaria y promueve esquemas injustos porque entonces la autoridad fiscal nos carga más la mano a los contribuyentes cautivos.

Es importante aclarar que estamos hablando de “elusión fiscal” porque dichas estrategias para reubicar las ganancias en países con menor régimen tributario, son acciones para minimizar el pago de impuestos por vías legales; a diferencia de la “evasión fiscal”, donde se ocultan u omiten ingresos para evitar la tributación, lo que sí está tipificado como una conducta ilícita, en México y en el mundo.

Sin embargo, en el fondo del asunto, ambas conductas son igual de dañinas; incluso, la elusión cuenta con la complicidad de aparatos estatales muy complejos para ayudar a los mayores generadores de ganancias a burlar a las autoridades fiscales de los países donde operan. Esto es inaceptable y debería indignarnos a todos pensar que cada centavo que huye del país mediante la elusión, pudo ser destinado al gasto en salud o en educación.

Si esta propuesta prospera, habrá un importante impacto en términos globales, ya que permitiría modificar las reglas fiscales internacionales para evitar la Erosión de la Base Gravable (o BEPS, por sus siglas en inglés), que es el nombre formal de esta mala práctica. Para la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) será un gran impulso para consolidar las estrategias anti BEPS que llevan trabajando desde hace una década y que no han logrado afianzarse porque no existe un impuesto global como el que EEUU está proponiendo y porque para los paraísos fiscales sigue siendo legal y rentable existir.

Para las personas físicas y morales que sí pagamos los impuestos que nos corresponden, los esquemas tributarios justos son lo mínimo deseable porque es una forma de emparejarnos el piso y evitar la sobrecarga que termina imponiéndonos la autoridad fiscal, la cual nos cuesta tiempo y dinero que no podemos dedicar a ser más productivos. Cualquier empresa que paga impuestos o cualquier persona que actualmente rinda su declaración ante el SAT, sabe de lo que estoy hablando.

Y que quede claro que no se trata de iniciar ninguna batalla contra las multinacionales, sino de combatir solo a aquellas que usan esquemas injustos para no pagar lo que deben, aunque sí sigan disfrutando de lo que producen gracias al talento y las condiciones que les ofrecen los países donde operan.