/ jueves 11 de marzo de 2021

Las vallas inútiles

En el gobierno, como en el cuerpo humano, las enfermedades más graves proceden de la cabeza.

Plinio el Joven


La notable incapacidad del gobierno federal, destacadamente del ciudadano presidente López Obrador, para entender la morfología y los planteamientos de los movimientos feministas ha provocado una prolongada crisis y crispación interminables.


Las demandas de los diversos grupos se centran en las violencias contra las mujeres, especialmente en los ataques sexuales y en los feminicidios que han crecido a niveles altamente preocupantes. Frente a este panorama nada gratificante, la impunidad y complicidad se han convertido en un binomio permanente. Es decir, hay un grito colectivo por justicia pronta y eficaz.


Los recientes sucesos violentos del 8 de marzo ratifican la derrota del diálogo y el triunfo de la sinrazón de los gobiernos federal y locales. Sin embargo, las mujeres padecen, además de los ataques directos a su vida y a su libertad de por sí inaceptables, también, de precarización y exclusión laboral. Si nos vamos al pasado reciente, nos encontramos que el Banco Mundial, por medio de Gabriela Inchauste, economista encargada de equidad y género, informó que con la pandemia las oportunidades de empleo disminuyeron más para las mujeres, aumentando, al mismo tiempo, la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. El resultado concreto, de acuerdo con ese organismo, es que el año pasado 1.7 millones de mujeres dejaron el mercado laboral mexicano; mientras, 23.5 millones no estaban disponibles para trabajar porque atendían otras obligaciones en el hogar, 1.4 millones más que en 2019 (La Jornada, 9/3/21, p.19).


Lo anterior coincide con el reciente informe del Coneval que sostiene que el promedio de horas de trabajo a escala nacional en cuidados a una persona en el hogar se ubicó en 27.8 horas semanales para las mujeres y 15.2 para los hombres. A esto habría que agregar, que en materia salarial la brecha entre mujeres y hombres es notable, según un estudio del diario Reforma (6/3/21, p.4), en una revisión de la nómina de la Administración Pública Federal, la diferencia entre el pago a los hombres y las mujeres indica que los primeros reciben, en promedio, 35 % más. Por supuesto, no son los únicos sectores donde la desigualdad y la exclusión a las mujeres es notable.


Así las cosas, la inequidad y las violencias contra las mujeres son de carácter estructural. Por ello, vayan donde vayan padecerán los estragos de un sistema que normaliza la marginación a las mujeres. Las vallas son inútiles, no pueden detener los feminicidios ni el desempleo. Se requiere de otro gobierno, de otro sistema.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

En el gobierno, como en el cuerpo humano, las enfermedades más graves proceden de la cabeza.

Plinio el Joven


La notable incapacidad del gobierno federal, destacadamente del ciudadano presidente López Obrador, para entender la morfología y los planteamientos de los movimientos feministas ha provocado una prolongada crisis y crispación interminables.


Las demandas de los diversos grupos se centran en las violencias contra las mujeres, especialmente en los ataques sexuales y en los feminicidios que han crecido a niveles altamente preocupantes. Frente a este panorama nada gratificante, la impunidad y complicidad se han convertido en un binomio permanente. Es decir, hay un grito colectivo por justicia pronta y eficaz.


Los recientes sucesos violentos del 8 de marzo ratifican la derrota del diálogo y el triunfo de la sinrazón de los gobiernos federal y locales. Sin embargo, las mujeres padecen, además de los ataques directos a su vida y a su libertad de por sí inaceptables, también, de precarización y exclusión laboral. Si nos vamos al pasado reciente, nos encontramos que el Banco Mundial, por medio de Gabriela Inchauste, economista encargada de equidad y género, informó que con la pandemia las oportunidades de empleo disminuyeron más para las mujeres, aumentando, al mismo tiempo, la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerados. El resultado concreto, de acuerdo con ese organismo, es que el año pasado 1.7 millones de mujeres dejaron el mercado laboral mexicano; mientras, 23.5 millones no estaban disponibles para trabajar porque atendían otras obligaciones en el hogar, 1.4 millones más que en 2019 (La Jornada, 9/3/21, p.19).


Lo anterior coincide con el reciente informe del Coneval que sostiene que el promedio de horas de trabajo a escala nacional en cuidados a una persona en el hogar se ubicó en 27.8 horas semanales para las mujeres y 15.2 para los hombres. A esto habría que agregar, que en materia salarial la brecha entre mujeres y hombres es notable, según un estudio del diario Reforma (6/3/21, p.4), en una revisión de la nómina de la Administración Pública Federal, la diferencia entre el pago a los hombres y las mujeres indica que los primeros reciben, en promedio, 35 % más. Por supuesto, no son los únicos sectores donde la desigualdad y la exclusión a las mujeres es notable.


Así las cosas, la inequidad y las violencias contra las mujeres son de carácter estructural. Por ello, vayan donde vayan padecerán los estragos de un sistema que normaliza la marginación a las mujeres. Las vallas son inútiles, no pueden detener los feminicidios ni el desempleo. Se requiere de otro gobierno, de otro sistema.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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