/ miércoles 17 de julio de 2019

Lealtad, no obediencia ciega

La plática se desarrollaba una noche de septiembre de 1975 cuando ambos caminaban por los espacios de la residencia oficial de Los Pinos. El presidente de la República anunciaba a Mario Ramón Beteta su decisión de nombrarlo secretario de Hacienda en sustitución del ya candidato del PRI a la presidencia de la República, José López Portillo. Lo nombro, dijo Luis Echeverría a Beteta por considerarlo, por formación y tradición familiar, un convencido de la Revolución Mexicana.

Aceptada la designación, el presidente dijo en forma terminante: le pido que se comprometa usted a que en el resto de la administración no habrá devaluación del peso frente al dólar. Mario Ramón Beteta, funcionario desde su juventud dentro del sector financiero, respondió al presidente con una respetuosa negativa: No es una decisión del gobierno, sino las condiciones de la economía lo que determina, entre otras situaciones, la paridad cambiaria. Ante la insistencia del presidente, Beteta le recordó que la máxima aspiración en su carrera había sido ocupar la titularidad de Hacienda. Pero si la condición para alcanzar esa meta es ese compromiso, declino el nombramiento que me ofrece. El Presidente cedió ante este argumento y pidió al futuro secretario comprometerse sólo al máximo esfuerzo para evitar una devaluación.

El 31 de agosto del año siguiente, el secretario de Hacienda anunciaba en Palacio Nacional la devaluación, que el propio presidente Echeverría confirmaría en su último Informe de Gobierno ante las condiciones del mercado y la fuga de capitales de los últimos meses. La lealtad del funcionario público debida al Presidente no puede traducirse en obediencia ciega. Por el contrario, la lealtad se manifiesta en el valor y la honestidad profesional para que la razón prevalezca en los graves asuntos del país.

El secretario de Hacienda nombrado por el presidente Andrés Manuel López Obrador se presentó ya ante la comisión respectiva de la Cámara de Diputados para ser confirmado por el pleno en sesión extraordinaria el día de mañana. Arturo Herrera sustituye en el cargo a quien fuera su maestro en el Colegio de México, el hoy exsecretario Carlos Urzúa, cuya renuncia es un ejemplo de lealtad a las altas causas del país ante la imposibilidad de hacer valer la razón en el ejercicio de sus responsabilidades. Subsecretario de Hacienda hasta su nombramiento como titular, Arturo Herrera señaló públicamente sus puntos de vista sobre decisiones de política fiscal y hacendaria, especialmente en lo que se refiere a la construcción de una refinería en el puerto de Dos Bocas, Tabasco. Los recursos para el fortalecimiento de la industria petrolera deben enfocarse primero al incremento de la producción de crudo y gas, antes que destinarlos a la refinación. La diferencia de criterio del ya secretario Arturo Herrera respecto de las prioridades para el fortalecimiento de la industria petrolera parece zanjada en el plan de negocios que la empresa estatal anunció el día de ayer en la mañanera de López Obrador.

Sin embargo, subsiste la duda acerca de la disponibilidad de recursos fiscales para llevar adelante el incremento a la producción al tiempo que se destinen grandes sumas a la construcción de una nueva refinería y a otros proyectos aún por comenzar. Cuestionado al respecto, el presidente respondió con un “yo lo convenzo” cuando se planteó la posibilidad de una discrepancia en materia de destino de los recursos fiscales con el nuevo secretario de Hacienda. Lealtad obliga. Funcionario de trayectoria de inobjetable honestidad profesional, el nuevo titular de Hacienda está obligado a mostrar el valor de esa lealtad en la alta responsabilidad que el país, no sólo el Presidente de la República le confiere.

srio28@prodiigy.net.mx

La plática se desarrollaba una noche de septiembre de 1975 cuando ambos caminaban por los espacios de la residencia oficial de Los Pinos. El presidente de la República anunciaba a Mario Ramón Beteta su decisión de nombrarlo secretario de Hacienda en sustitución del ya candidato del PRI a la presidencia de la República, José López Portillo. Lo nombro, dijo Luis Echeverría a Beteta por considerarlo, por formación y tradición familiar, un convencido de la Revolución Mexicana.

Aceptada la designación, el presidente dijo en forma terminante: le pido que se comprometa usted a que en el resto de la administración no habrá devaluación del peso frente al dólar. Mario Ramón Beteta, funcionario desde su juventud dentro del sector financiero, respondió al presidente con una respetuosa negativa: No es una decisión del gobierno, sino las condiciones de la economía lo que determina, entre otras situaciones, la paridad cambiaria. Ante la insistencia del presidente, Beteta le recordó que la máxima aspiración en su carrera había sido ocupar la titularidad de Hacienda. Pero si la condición para alcanzar esa meta es ese compromiso, declino el nombramiento que me ofrece. El Presidente cedió ante este argumento y pidió al futuro secretario comprometerse sólo al máximo esfuerzo para evitar una devaluación.

El 31 de agosto del año siguiente, el secretario de Hacienda anunciaba en Palacio Nacional la devaluación, que el propio presidente Echeverría confirmaría en su último Informe de Gobierno ante las condiciones del mercado y la fuga de capitales de los últimos meses. La lealtad del funcionario público debida al Presidente no puede traducirse en obediencia ciega. Por el contrario, la lealtad se manifiesta en el valor y la honestidad profesional para que la razón prevalezca en los graves asuntos del país.

El secretario de Hacienda nombrado por el presidente Andrés Manuel López Obrador se presentó ya ante la comisión respectiva de la Cámara de Diputados para ser confirmado por el pleno en sesión extraordinaria el día de mañana. Arturo Herrera sustituye en el cargo a quien fuera su maestro en el Colegio de México, el hoy exsecretario Carlos Urzúa, cuya renuncia es un ejemplo de lealtad a las altas causas del país ante la imposibilidad de hacer valer la razón en el ejercicio de sus responsabilidades. Subsecretario de Hacienda hasta su nombramiento como titular, Arturo Herrera señaló públicamente sus puntos de vista sobre decisiones de política fiscal y hacendaria, especialmente en lo que se refiere a la construcción de una refinería en el puerto de Dos Bocas, Tabasco. Los recursos para el fortalecimiento de la industria petrolera deben enfocarse primero al incremento de la producción de crudo y gas, antes que destinarlos a la refinación. La diferencia de criterio del ya secretario Arturo Herrera respecto de las prioridades para el fortalecimiento de la industria petrolera parece zanjada en el plan de negocios que la empresa estatal anunció el día de ayer en la mañanera de López Obrador.

Sin embargo, subsiste la duda acerca de la disponibilidad de recursos fiscales para llevar adelante el incremento a la producción al tiempo que se destinen grandes sumas a la construcción de una nueva refinería y a otros proyectos aún por comenzar. Cuestionado al respecto, el presidente respondió con un “yo lo convenzo” cuando se planteó la posibilidad de una discrepancia en materia de destino de los recursos fiscales con el nuevo secretario de Hacienda. Lealtad obliga. Funcionario de trayectoria de inobjetable honestidad profesional, el nuevo titular de Hacienda está obligado a mostrar el valor de esa lealtad en la alta responsabilidad que el país, no sólo el Presidente de la República le confiere.

srio28@prodiigy.net.mx