/ domingo 27 de diciembre de 2020

Lecciones imborrables del 2020

Diez de los doce meses del año que está concluyendo nos marcaron para lo que nos resta de vida. Han sido 300 días en los que el peligro latente de morir víctimas del coronavirus 19 ha estado presente en nuestra mente, por lo menos, una docena de veces.

Han sido muchas las flaquezas, errores y lecciones que nos sigue dejando la pandemia que aún no concluye y que seguirá determinando nuestra vida durante gran parte de 2021. Sin embargo, ya podemos definir algunas de las tareas a las que debemos abocarnos si queremos aprender de los graves errores que han causado miles de muertes.

1. El sistema público de salud en México no puede seguir sufriendo de la carestía, del saqueo y del menosprecio en el que lo hemos tenido durante años y que nada se ha hecho por rescatarlo. Han sido demasiadas las y los médicos, enfermeros, camilleros, paramédicos y personal de limpieza que han muerto por las omisiones que desde las oficinas administrativas se cometen y las equivocadas decisiones políticas que se toman y que se traducen en una criminal falta de equipo, medicamentos y capacitación. Si hay algo en lo que nuestro país debe invertir es en un sistema de salud de calidad, suficiente y universal que garantice a pobres, ricos y clase media una atención oportuna e inmediata. Sin esos servicios de salud no hay programas sociales que funcionen.

2. La respuesta institucional ante las emergencias sanitarias, antropogénicas y naturales no puede depender de que un individuo quiera o no quiera convocar a un órgano del Estado abocado a su atención y toma de decisiones oportunas para salvar vidas. Se vuelve urgente que el Consejo General de Salubridad cobre mayor relevancia en la vida de las y los mexicanos y se cree como un órgano constitucionalmente autónomo, integrado por especialistas y profesionales, no por políticos, capaz de responder de inmediato y sin cortapisas ante nuevas pandemias y riesgos sanitarios.

3. La ciencia y tecnología no son un binomio inútil ni de adorno, sino una realidad que hoy está permitiendo a países como Alemania, Reino Unido y Canadá sortear de mejor forma los impactos de la pandemia. La inversión que México debe realizar en sus científicas, científicos, institutos y universidades no debe estar determinada por la voluntad política, sino por razones de Estado que los coloque en el lugar prioritario que merecen: permitir la supervivencia de sus habitantes. La UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, los Institutos Nacionales de Salud y el Equipo Médico han hecho lo que han podido con escasos recursos y son las y los héroes en esta pandemia, pero el precio que han pagado en pérdidas humanas, reitero, ha sido muy alto. No puede volver a suceder.

4. Como sociedad debemos asumirnos como las y los responsables de nuestra propia supervivencia, aprendiendo a seguir instrucciones básicas de cuidado, alimentación y solidaridad con el prójimo. Ello requiere disciplina, atención y constancia, tal y como lo han logrado sociedad como la japonesa, cuyo uso permanente de cubreboca les ha permitido disminuir los contagios y víctimas letales, al tiempo de retomar ciertas actividades masivas. Es momento de que la sociedad se empodere y asuma sus propias responsabilidades. Como dijo Nelson Mandela, somos los protagonistas de nuestro propio destino.

Se trata de algunos aspectos que deberán ser analizados por un Poder Legislativo Federal, pero uno independiente que estamos seguros resurgirá con fuerza de las elecciones del próximo 6 de junio.

Diez de los doce meses del año que está concluyendo nos marcaron para lo que nos resta de vida. Han sido 300 días en los que el peligro latente de morir víctimas del coronavirus 19 ha estado presente en nuestra mente, por lo menos, una docena de veces.

Han sido muchas las flaquezas, errores y lecciones que nos sigue dejando la pandemia que aún no concluye y que seguirá determinando nuestra vida durante gran parte de 2021. Sin embargo, ya podemos definir algunas de las tareas a las que debemos abocarnos si queremos aprender de los graves errores que han causado miles de muertes.

1. El sistema público de salud en México no puede seguir sufriendo de la carestía, del saqueo y del menosprecio en el que lo hemos tenido durante años y que nada se ha hecho por rescatarlo. Han sido demasiadas las y los médicos, enfermeros, camilleros, paramédicos y personal de limpieza que han muerto por las omisiones que desde las oficinas administrativas se cometen y las equivocadas decisiones políticas que se toman y que se traducen en una criminal falta de equipo, medicamentos y capacitación. Si hay algo en lo que nuestro país debe invertir es en un sistema de salud de calidad, suficiente y universal que garantice a pobres, ricos y clase media una atención oportuna e inmediata. Sin esos servicios de salud no hay programas sociales que funcionen.

2. La respuesta institucional ante las emergencias sanitarias, antropogénicas y naturales no puede depender de que un individuo quiera o no quiera convocar a un órgano del Estado abocado a su atención y toma de decisiones oportunas para salvar vidas. Se vuelve urgente que el Consejo General de Salubridad cobre mayor relevancia en la vida de las y los mexicanos y se cree como un órgano constitucionalmente autónomo, integrado por especialistas y profesionales, no por políticos, capaz de responder de inmediato y sin cortapisas ante nuevas pandemias y riesgos sanitarios.

3. La ciencia y tecnología no son un binomio inútil ni de adorno, sino una realidad que hoy está permitiendo a países como Alemania, Reino Unido y Canadá sortear de mejor forma los impactos de la pandemia. La inversión que México debe realizar en sus científicas, científicos, institutos y universidades no debe estar determinada por la voluntad política, sino por razones de Estado que los coloque en el lugar prioritario que merecen: permitir la supervivencia de sus habitantes. La UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, los Institutos Nacionales de Salud y el Equipo Médico han hecho lo que han podido con escasos recursos y son las y los héroes en esta pandemia, pero el precio que han pagado en pérdidas humanas, reitero, ha sido muy alto. No puede volver a suceder.

4. Como sociedad debemos asumirnos como las y los responsables de nuestra propia supervivencia, aprendiendo a seguir instrucciones básicas de cuidado, alimentación y solidaridad con el prójimo. Ello requiere disciplina, atención y constancia, tal y como lo han logrado sociedad como la japonesa, cuyo uso permanente de cubreboca les ha permitido disminuir los contagios y víctimas letales, al tiempo de retomar ciertas actividades masivas. Es momento de que la sociedad se empodere y asuma sus propias responsabilidades. Como dijo Nelson Mandela, somos los protagonistas de nuestro propio destino.

Se trata de algunos aspectos que deberán ser analizados por un Poder Legislativo Federal, pero uno independiente que estamos seguros resurgirá con fuerza de las elecciones del próximo 6 de junio.

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