/ domingo 4 de octubre de 2020

¡Libertad de manifestación!

Entre declaraciones contradictorias y acciones diferenciadas del gobierno de la CDMX ante las manifestaciones ciudadanas con diferentes causas, pareciera que la libertad de ejercer el derecho a la libre manifestación ha quedado condicionado a la aprobación presidencial.

Resulta paradójico que en el gobierno del personaje que a lo largo de su carrera ha hecho de la protesta pública y de los "plantones" su constante, sea donde la libertad de manifestación y de expresión encuentran más obstáculos.

La semana pasada levanté la voz desde el Congreso de la Ciudad para externar mi indignación y desconcierto ante un gobierno que impidió a una manifestación llegar al Zócalo capitalino.

La premisa es sencilla, si es una manifestación que no incomode al presidente o a la Jefa de Gobierno se le acompaña y se le brindan facilidades y acompañamiento, sino es así, se les impide el ejercicio de sus derechos.

También en ese fin de semana la división del zócalo fue la clara muestra de la polarización a la que nos ha llevando éste gobierno, la mitad más lejana a Palacio Nacional cercada y ocupada por integrantes del movimiento incómodo para inquilino de Palacio Nacional.

Asimismo en la mitad más cercana al despacho presidencial se brindaron las facilidades para la instalación de templetes a los que arribaron contingentes de apoyo al presidente y quienes claman justicia a seis años de la lamentable desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Es de destacar que FRENAA solo pudo acceder a la plaza de la constitución después de que un amparo obligara al gobierno a permitirles el paso, esto en medio del enorme esfuerzo del presidente por desacreditar su movimiento en las conferencias mañaneras.

Cerca de la plancha del zócalo, contingentes de mujeres hacían pintas en la plaza Tlaxcoaque con las leyendas "Vivas nos queremos, Fuimos Todas y México Feminicida" luego de que se les encapsulara y elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana les impidiera llegar al zócalo.

La misma maniobra contra las mujeres manifestantes se repitió el lunes, recrudeciendo la contención y violencia ejercida contra ellas al lanzarles gas lacrimógeno y siendo precedida de otra lamentable declaración de la Jefa de Gobierno en la que señaló al movimiento que ocupa las instalaciones de la CNDH de estar financiado por una empresa facturera, como si sus demandas no fueran legítimas.

Intentar intimidar a grupos que no le responden con obediencia ciega, desacreditar a quienes piensan distinto a él y violentar el derecho a la libre manifestación se ha convertido en la constante.

No se dan cuenta que, es en esas acciones autoritarias y totalmente contrarias a un gobierno democrático, donde se gestan movimientos cada más radicales por la defensa y conquista de derechos.

Nadie podría imaginar que viviríamos estos acontecimientos tan lamentables en un país gobernado por un presidente que se autodenomina de izquierda, en una ciudad que se dice de vanguardia y derechos.

Entre declaraciones contradictorias y acciones diferenciadas del gobierno de la CDMX ante las manifestaciones ciudadanas con diferentes causas, pareciera que la libertad de ejercer el derecho a la libre manifestación ha quedado condicionado a la aprobación presidencial.

Resulta paradójico que en el gobierno del personaje que a lo largo de su carrera ha hecho de la protesta pública y de los "plantones" su constante, sea donde la libertad de manifestación y de expresión encuentran más obstáculos.

La semana pasada levanté la voz desde el Congreso de la Ciudad para externar mi indignación y desconcierto ante un gobierno que impidió a una manifestación llegar al Zócalo capitalino.

La premisa es sencilla, si es una manifestación que no incomode al presidente o a la Jefa de Gobierno se le acompaña y se le brindan facilidades y acompañamiento, sino es así, se les impide el ejercicio de sus derechos.

También en ese fin de semana la división del zócalo fue la clara muestra de la polarización a la que nos ha llevando éste gobierno, la mitad más lejana a Palacio Nacional cercada y ocupada por integrantes del movimiento incómodo para inquilino de Palacio Nacional.

Asimismo en la mitad más cercana al despacho presidencial se brindaron las facilidades para la instalación de templetes a los que arribaron contingentes de apoyo al presidente y quienes claman justicia a seis años de la lamentable desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Es de destacar que FRENAA solo pudo acceder a la plaza de la constitución después de que un amparo obligara al gobierno a permitirles el paso, esto en medio del enorme esfuerzo del presidente por desacreditar su movimiento en las conferencias mañaneras.

Cerca de la plancha del zócalo, contingentes de mujeres hacían pintas en la plaza Tlaxcoaque con las leyendas "Vivas nos queremos, Fuimos Todas y México Feminicida" luego de que se les encapsulara y elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana les impidiera llegar al zócalo.

La misma maniobra contra las mujeres manifestantes se repitió el lunes, recrudeciendo la contención y violencia ejercida contra ellas al lanzarles gas lacrimógeno y siendo precedida de otra lamentable declaración de la Jefa de Gobierno en la que señaló al movimiento que ocupa las instalaciones de la CNDH de estar financiado por una empresa facturera, como si sus demandas no fueran legítimas.

Intentar intimidar a grupos que no le responden con obediencia ciega, desacreditar a quienes piensan distinto a él y violentar el derecho a la libre manifestación se ha convertido en la constante.

No se dan cuenta que, es en esas acciones autoritarias y totalmente contrarias a un gobierno democrático, donde se gestan movimientos cada más radicales por la defensa y conquista de derechos.

Nadie podría imaginar que viviríamos estos acontecimientos tan lamentables en un país gobernado por un presidente que se autodenomina de izquierda, en una ciudad que se dice de vanguardia y derechos.