/ sábado 20 de junio de 2020

Libran el Covid-19, luchan contra el hambre

Antes de que termine el año, entrarán en pobreza más de un millón de pobreza porque, debido a la crisis generada por el coronavirus, perdieron sus empleos o cerrarán sus negocios. Sin embargo organismos internacionales y civiles estiman que la cifra podría alcanzar los 18 millones.

El Seguro Social reportó que entre abril y mayo, en el país cerraron 9 mil 984 empresas formales, lo que significa que un promedio de 163 establecimientos no volverán a levantar sus cortinas, al menos de momento. Todo ante el temor de contagiarse de covid 19.

Los puestos de trabajo que se están perdiendo llevarán directamente de la mano al hambre a más de un millón de mexicanos, quienes trabajaban honradamente en las empresas, la mayoría con los salarios más bajos, pero que les daba lo suficiente para comer y mantener a sus familias.

En este momento, debe darse por bien servido el trabajador que consiga un empleo para desarrollarse y ganarse unos centavos, porque ni siquiera son cargos donde se gane mucho dinero.

Según el INEGI, antes de la pandemia, que inició en México en febrero, había en el país cuatro millones 100 mil micros, pequeñas y medianas empresas que representaban el 97 por ciento de los negocios que empleaban y daban sustento a millones de familias, principalmente en los sectores manufacturero, de comercio y servicios privados.

El ataque de ese asesino invisible, que es el covid 19, agarró con la guardia baja (o sin ella) al gobierno mexicano, que hasta el momento no ha sabido responder a la exigencia de apoyo a esos pequeños comerciantes, empresarios o trabajadores afectados.

Resulta preocupante que esa persona desempleada, ante la necesidad, se vea en la necesidad de robar o sumarse a las filas delincuenciales, lo que acarreará más problemas a la administración lopezobradorista.

VOLVIÓ EL MIEDO A LAS CALLES DE MÉXICO

Tres grandes infecciones generalizadas han puesto al mundo en alerta. La primera fue el ataque de viruela, traído a América por los españoles; la segunda fue la peste negra que acabó con una gran cantidad de personas en Europa. Ahora, con el coronavirus, volvió el miedo al mundo, porque el virus que merma a la población no ha podido ser combatido y menos aún controlado con una vacuna efectiva, eficaz y económica.

Los mexicanos han exigido una mejor atención hospitalaria, porque ha habido casos donde el paciente muere a la puerta del lugar donde debieron salvarle la vida, pero no lo hicieron porque estar saturados de trabajo, incapacidad o negligencia.

Cuando se juntan la miseria, el hambre, la impotencia y la impunidad, es prácticamente imposible tratar de convencer al pueblo que se va por buen camino.

Alto Poder consultó a Enoch Castellanos, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, quien dijo:

“Esta ocasión sí siento, cuando hablo con la gente, que está desesperada, porque se les acabó el dinero y no cuentan con capital para trabajar, pues les cancelan algún pedido por deber dinero y tampoco pueden comprar la materia prima y pagar los salarios. No hay dinero en las calles” y menos en las empresas.

Las compañía proveedoras de los sectores esenciales se han visto obligadas a invertir para modificar sus líneas de trabajo para reactivar operaciones. A otras de plano ya no les alcanza ni para capital de trabajo y buscan desesperados un préstamo, que los bancos no están concediendo.

Existe incertidumbre y total descoordinación entre los gobiernos federal y estatales, en el espinoso asunto de la reactivación económica. La pobreza y el hambre se están esparciendo por los cuatro puntos cardinales de la nación y lo más dramático es que no hay autoridad que los contenga ni un pueblo que responda y evite que sufra, como ahora está lo está haciendo, se siente desamparado.

Actualmente, si un trabajador cumple con sus ocho horas de trabajo en la fábrica o alguna construcción, lo que gana no le alcanza porque el salario fue reducido a la mitad por mutuo acuerdo con el patrón y ahora no puede apaliar la amenaza cada vez mayor del hambre generalizada.

Es en esos términos surgen las peores mafias de criminales.

PARA LOS POBRES PASÓ DE NOCHE EL AISLAMIENTO

En la medida en que más hambre haya en las calles, habrá también más ladrones y asesinos que medran con las lágrimas de un pueblo preocupado y asustado.

Por supuesto que la banca privada tiene un lugar muy importante en los problemas de los empresarios más desprotegidos. Esa banca, tan perfumada y bien vestida que es dueña de los principales negocios y fábricas de la nación, no tiene dinero, porque no lo quiere sacar, para refaccionar a los pequeños establecimientos que son esenciales para la economía nacional.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que llegó a la Presidencia proclamando que “Por el bien de todos primero los pobres”, debe abrir como sea el crédito bancario que no se quiere dar a los empresarios más afectados y trabajadores.

Al día de hoy, no existe ningún incentivo para los micro, pequeños y mediano empresario, porque los propietarios de las grandes cadenas siguieron abiertas durante la pandemia, sin importarles la salud de sus empleados, para quienes pasó de noche el aislamiento social.

Debe tenerse en cuenta que no debe jugarse con el alimento de los niños ni con la estabilidad de los hogares, aquellos que no tienen como satisfacer sus necesidades primarias.

La actual administración no debe olvidar que se instaló en Palacio Nacional gracias a la votación masiva de clases populares que son los que más cuentan en una elección.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com

Antes de que termine el año, entrarán en pobreza más de un millón de pobreza porque, debido a la crisis generada por el coronavirus, perdieron sus empleos o cerrarán sus negocios. Sin embargo organismos internacionales y civiles estiman que la cifra podría alcanzar los 18 millones.

El Seguro Social reportó que entre abril y mayo, en el país cerraron 9 mil 984 empresas formales, lo que significa que un promedio de 163 establecimientos no volverán a levantar sus cortinas, al menos de momento. Todo ante el temor de contagiarse de covid 19.

Los puestos de trabajo que se están perdiendo llevarán directamente de la mano al hambre a más de un millón de mexicanos, quienes trabajaban honradamente en las empresas, la mayoría con los salarios más bajos, pero que les daba lo suficiente para comer y mantener a sus familias.

En este momento, debe darse por bien servido el trabajador que consiga un empleo para desarrollarse y ganarse unos centavos, porque ni siquiera son cargos donde se gane mucho dinero.

Según el INEGI, antes de la pandemia, que inició en México en febrero, había en el país cuatro millones 100 mil micros, pequeñas y medianas empresas que representaban el 97 por ciento de los negocios que empleaban y daban sustento a millones de familias, principalmente en los sectores manufacturero, de comercio y servicios privados.

El ataque de ese asesino invisible, que es el covid 19, agarró con la guardia baja (o sin ella) al gobierno mexicano, que hasta el momento no ha sabido responder a la exigencia de apoyo a esos pequeños comerciantes, empresarios o trabajadores afectados.

Resulta preocupante que esa persona desempleada, ante la necesidad, se vea en la necesidad de robar o sumarse a las filas delincuenciales, lo que acarreará más problemas a la administración lopezobradorista.

VOLVIÓ EL MIEDO A LAS CALLES DE MÉXICO

Tres grandes infecciones generalizadas han puesto al mundo en alerta. La primera fue el ataque de viruela, traído a América por los españoles; la segunda fue la peste negra que acabó con una gran cantidad de personas en Europa. Ahora, con el coronavirus, volvió el miedo al mundo, porque el virus que merma a la población no ha podido ser combatido y menos aún controlado con una vacuna efectiva, eficaz y económica.

Los mexicanos han exigido una mejor atención hospitalaria, porque ha habido casos donde el paciente muere a la puerta del lugar donde debieron salvarle la vida, pero no lo hicieron porque estar saturados de trabajo, incapacidad o negligencia.

Cuando se juntan la miseria, el hambre, la impotencia y la impunidad, es prácticamente imposible tratar de convencer al pueblo que se va por buen camino.

Alto Poder consultó a Enoch Castellanos, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, quien dijo:

“Esta ocasión sí siento, cuando hablo con la gente, que está desesperada, porque se les acabó el dinero y no cuentan con capital para trabajar, pues les cancelan algún pedido por deber dinero y tampoco pueden comprar la materia prima y pagar los salarios. No hay dinero en las calles” y menos en las empresas.

Las compañía proveedoras de los sectores esenciales se han visto obligadas a invertir para modificar sus líneas de trabajo para reactivar operaciones. A otras de plano ya no les alcanza ni para capital de trabajo y buscan desesperados un préstamo, que los bancos no están concediendo.

Existe incertidumbre y total descoordinación entre los gobiernos federal y estatales, en el espinoso asunto de la reactivación económica. La pobreza y el hambre se están esparciendo por los cuatro puntos cardinales de la nación y lo más dramático es que no hay autoridad que los contenga ni un pueblo que responda y evite que sufra, como ahora está lo está haciendo, se siente desamparado.

Actualmente, si un trabajador cumple con sus ocho horas de trabajo en la fábrica o alguna construcción, lo que gana no le alcanza porque el salario fue reducido a la mitad por mutuo acuerdo con el patrón y ahora no puede apaliar la amenaza cada vez mayor del hambre generalizada.

Es en esos términos surgen las peores mafias de criminales.

PARA LOS POBRES PASÓ DE NOCHE EL AISLAMIENTO

En la medida en que más hambre haya en las calles, habrá también más ladrones y asesinos que medran con las lágrimas de un pueblo preocupado y asustado.

Por supuesto que la banca privada tiene un lugar muy importante en los problemas de los empresarios más desprotegidos. Esa banca, tan perfumada y bien vestida que es dueña de los principales negocios y fábricas de la nación, no tiene dinero, porque no lo quiere sacar, para refaccionar a los pequeños establecimientos que son esenciales para la economía nacional.

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que llegó a la Presidencia proclamando que “Por el bien de todos primero los pobres”, debe abrir como sea el crédito bancario que no se quiere dar a los empresarios más afectados y trabajadores.

Al día de hoy, no existe ningún incentivo para los micro, pequeños y mediano empresario, porque los propietarios de las grandes cadenas siguieron abiertas durante la pandemia, sin importarles la salud de sus empleados, para quienes pasó de noche el aislamiento social.

Debe tenerse en cuenta que no debe jugarse con el alimento de los niños ni con la estabilidad de los hogares, aquellos que no tienen como satisfacer sus necesidades primarias.

La actual administración no debe olvidar que se instaló en Palacio Nacional gracias a la votación masiva de clases populares que son los que más cuentan en una elección.

Y hasta la próxima semana, en este mismo espacio.

manuelmejidot@gmail.com