/ martes 23 de junio de 2020

Liderazgo en tiempos de crisis

Por: Ana González Alcalá Y Rafael Medina Palacio

Al lo largo de la historia, las crisis han generado oportunidades para analizar el desempeño del liderazgo político. El manejo de crisis requiere de una variedad de estrategias dirigidas a la prevención, respuesta y reconstrucción que rodea una curva de crisis. Ninguna crisis es igual a otra y claramente la pandemia del Covid-19 vino a revolucionar y a retar las estrategias de liderazgo político en el siglo XXI.

Ante las crisis, los ciudadanos esperan que el gobierno resguarde su seguridad. Debido a los desafíos “modernos” que se vislumbran en este periodo -cambio climático, crisis energética, crisis alimentaria, pandemias, entre otros- los líderes se enfrentan no sólo a salvaguardar la vida de sus ciudadanos sino la integralidad del Estado y del planeta, además de coordinar múltiples instituciones, intereses y buscar la seguridad internacional.

Idealmente, al imaginar a nuestros líderes pensamos en una especie de superhéroe que buscará vencer a todos los males que acongojan a una sociedad liberándola hacía un mejor futuro, algo parecido a un (a) Batman/Mujer Maravilla y Ciudad Gótica. La realidad nos ha demostrado que no sólo consiste en vencer a los Jokers o Pingüinos de la historia, sino que las decisiones no son fáciles, el contexto varía en cada lugar y los diferentes actores en la arena internacional, principalmente la sociedad civil, tienen mucho que aportar para salir victoriosos de cualquier amenaza.

Dentro del contexto internacional actual, nombres como el de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, gozan de popularidad por su liderazgo y empatía en tiempos de crisis. La estrategia aplicada en Nueva Zelanda frente a la pandemia le ha permitido ser el primer país que “erradicó” el Covid-19 dentro de su territorio. En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau ha sido reconocido por continuar su trabajo desde casa e instar a la comunidad internacional a generar estrategias globales. En otro panorama, el presidente Donald Trump es criticado por su reacción ante la Organización Mundial de la Salud, así como por la falta de coordinación con los gobiernos estatales. Al estar en la antesala del periodo de elecciones, sus prioridades se ven reflejadas en sus acciones.

La polémica continúa en la mayoría de los países y la efectividad de los líderes seguirá sometida a prueba. Los efectos de la incorporación a la “nueva realidad” serán primordiales para analizar la efectividad de las estrategias implementadas. El posible escenario de rebrotes y la crisis económica que se avecina serán los principales adversarios y pruebas que tendrán que superar.

Al final, los tiempos de crisis requieren de verdaderos líderes que pasen a la historia por convertir las amenazas y el caos en periodos de crecimiento. Estos líderes no pueden ser solamente los dirigentes de los Estados. El liderazgo cívico es la nueva forma de vencer los retos que presentan estas dificultades. La colaboración y coordinación desde niveles locales, así como la participación ciudadana, pueden ser el gran cambio que nuestro mundo necesita para prosperar como sociedad.

Por: Ana González Alcalá Y Rafael Medina Palacio

Al lo largo de la historia, las crisis han generado oportunidades para analizar el desempeño del liderazgo político. El manejo de crisis requiere de una variedad de estrategias dirigidas a la prevención, respuesta y reconstrucción que rodea una curva de crisis. Ninguna crisis es igual a otra y claramente la pandemia del Covid-19 vino a revolucionar y a retar las estrategias de liderazgo político en el siglo XXI.

Ante las crisis, los ciudadanos esperan que el gobierno resguarde su seguridad. Debido a los desafíos “modernos” que se vislumbran en este periodo -cambio climático, crisis energética, crisis alimentaria, pandemias, entre otros- los líderes se enfrentan no sólo a salvaguardar la vida de sus ciudadanos sino la integralidad del Estado y del planeta, además de coordinar múltiples instituciones, intereses y buscar la seguridad internacional.

Idealmente, al imaginar a nuestros líderes pensamos en una especie de superhéroe que buscará vencer a todos los males que acongojan a una sociedad liberándola hacía un mejor futuro, algo parecido a un (a) Batman/Mujer Maravilla y Ciudad Gótica. La realidad nos ha demostrado que no sólo consiste en vencer a los Jokers o Pingüinos de la historia, sino que las decisiones no son fáciles, el contexto varía en cada lugar y los diferentes actores en la arena internacional, principalmente la sociedad civil, tienen mucho que aportar para salir victoriosos de cualquier amenaza.

Dentro del contexto internacional actual, nombres como el de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, gozan de popularidad por su liderazgo y empatía en tiempos de crisis. La estrategia aplicada en Nueva Zelanda frente a la pandemia le ha permitido ser el primer país que “erradicó” el Covid-19 dentro de su territorio. En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau ha sido reconocido por continuar su trabajo desde casa e instar a la comunidad internacional a generar estrategias globales. En otro panorama, el presidente Donald Trump es criticado por su reacción ante la Organización Mundial de la Salud, así como por la falta de coordinación con los gobiernos estatales. Al estar en la antesala del periodo de elecciones, sus prioridades se ven reflejadas en sus acciones.

La polémica continúa en la mayoría de los países y la efectividad de los líderes seguirá sometida a prueba. Los efectos de la incorporación a la “nueva realidad” serán primordiales para analizar la efectividad de las estrategias implementadas. El posible escenario de rebrotes y la crisis económica que se avecina serán los principales adversarios y pruebas que tendrán que superar.

Al final, los tiempos de crisis requieren de verdaderos líderes que pasen a la historia por convertir las amenazas y el caos en periodos de crecimiento. Estos líderes no pueden ser solamente los dirigentes de los Estados. El liderazgo cívico es la nueva forma de vencer los retos que presentan estas dificultades. La colaboración y coordinación desde niveles locales, así como la participación ciudadana, pueden ser el gran cambio que nuestro mundo necesita para prosperar como sociedad.