/ domingo 7 de marzo de 2021

Liturgia y virtualidad

Con este título, del 5 al 7 de enero pasado, se llevó a cabo, en forma virtual, la XLI Semana de Estudio de SOMELIT (Sociedad Mexicana de Liturgistas), con la participación de 180 conectados a la red. El subtítulo fue Tradición y Progreso. Los ponentes fueron eximios especialistas, la mayoría titulados en San Anselmo, Roma, con profundos conocimientos teológicos e históricos; sin embargo, me quedé con la impresión de que insistieron mucho en lo que se refiere a la Tradición, pero con poca apertura a los medios virtuales electrónicos.

Reconocían el valor, por ejemplo, de la comunión espiritual en la Misa virtual, pero insistían tánto en la comunión sacramental recibida en forma física y presencial, que uno de los ponentes, casi en tono de burla, dijo que los que comulgan siguiendo la Misa por celular, tableta o televisión, comulgan con la pantalla, no con Cristo… ¡Por favor! ¡Qué falta de respeto a la fe de los fieles! La pantalla es sólo una mediación, un medio para acercarse al Señor, pero la cercanía, por la fe, es con el Resucitado.

Es como si se atrevieran a decir que recibir, por cualquier medio electrónico, la bendición apostólica del Papa, con la posibilidad incluso de ganar indulgencia plenaria, no vale, porque no estamos en la Plaza de San Pedro. ¡Claro que vale! Dios ve el corazón, no sólo lo exterior.

Nadie niega el valor prioritario e imprescindible de la participación física en la Misa, siempre y cuando las circunstancias lo permitan, pero no podemos disminuir su eficacia cuando sólo se puede hacer en forma virtual. Muchísimas personas me han expresado cuánto les ha ayudado participar en esta forma, durante esta larga pandemia. Sienten necesidad de este alimento diario. Su fe desborda tiempos, espacios y distancias.

¿Qué decir de un Rosario, cuyos cinco misterios se rezan desde diferentes santuarios marianos del mundo, y se comparten en forma virtual? ¿Vale? ¡Claro que sí! El Rosario no es liturgia, es cierto; pero es verdadera oración.

Actualmente, no vale una confesión por teléfono, por un mensaje electrónico, o por una videollamada. Debe ser en forma presencial ante el sacerdote. Pero puedo ayudar a la persona que desea confesarse a que haga un acto de contrición, lo más profundo posible, le doy una orientación desde la Palabra de Dios, le ayudo a hacer una oración de arrepentimiento, le doy una bendición, no la absolución, y la persona queda en la paz de Dios. ¿Vale? ¡Vale, y mucho! Es posible que, con el tiempo, la Iglesia se replantee muchas cosas, a la luz del avance de estos medios electrónicos.

PENSAR

Es cierto que Jesús dijo: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo… Beban todos, porque ésta es mi sangre” (Mt 26,26-28). Se refería a comer y beber físicamente. Sin embargo, como dice Jesús a la samaritana, “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Estos son los adoradores que el Padre desea. Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,23-24).

ACTUAR

No te acostumbres a participar en la Misa sólo en forma virtual, desde tu casa, sino que haz lo posible por ir con tu familia a la celebración comunitaria en tu parroquia, o en la capilla donde la celebre un sacerdote. Es lo mejor y es la normalidad debida. Pero si las condiciones sanitarias no lo permiten, con todo tu corazón únete a las celebraciones virtuales. Hazlo con mucha fe; concéntrate en lo que estás y no te distraigas en otras cosas; responde, canta, observa las posturas litúrgicas. Disfruta este gran alimento espiritual.


Con este título, del 5 al 7 de enero pasado, se llevó a cabo, en forma virtual, la XLI Semana de Estudio de SOMELIT (Sociedad Mexicana de Liturgistas), con la participación de 180 conectados a la red. El subtítulo fue Tradición y Progreso. Los ponentes fueron eximios especialistas, la mayoría titulados en San Anselmo, Roma, con profundos conocimientos teológicos e históricos; sin embargo, me quedé con la impresión de que insistieron mucho en lo que se refiere a la Tradición, pero con poca apertura a los medios virtuales electrónicos.

Reconocían el valor, por ejemplo, de la comunión espiritual en la Misa virtual, pero insistían tánto en la comunión sacramental recibida en forma física y presencial, que uno de los ponentes, casi en tono de burla, dijo que los que comulgan siguiendo la Misa por celular, tableta o televisión, comulgan con la pantalla, no con Cristo… ¡Por favor! ¡Qué falta de respeto a la fe de los fieles! La pantalla es sólo una mediación, un medio para acercarse al Señor, pero la cercanía, por la fe, es con el Resucitado.

Es como si se atrevieran a decir que recibir, por cualquier medio electrónico, la bendición apostólica del Papa, con la posibilidad incluso de ganar indulgencia plenaria, no vale, porque no estamos en la Plaza de San Pedro. ¡Claro que vale! Dios ve el corazón, no sólo lo exterior.

Nadie niega el valor prioritario e imprescindible de la participación física en la Misa, siempre y cuando las circunstancias lo permitan, pero no podemos disminuir su eficacia cuando sólo se puede hacer en forma virtual. Muchísimas personas me han expresado cuánto les ha ayudado participar en esta forma, durante esta larga pandemia. Sienten necesidad de este alimento diario. Su fe desborda tiempos, espacios y distancias.

¿Qué decir de un Rosario, cuyos cinco misterios se rezan desde diferentes santuarios marianos del mundo, y se comparten en forma virtual? ¿Vale? ¡Claro que sí! El Rosario no es liturgia, es cierto; pero es verdadera oración.

Actualmente, no vale una confesión por teléfono, por un mensaje electrónico, o por una videollamada. Debe ser en forma presencial ante el sacerdote. Pero puedo ayudar a la persona que desea confesarse a que haga un acto de contrición, lo más profundo posible, le doy una orientación desde la Palabra de Dios, le ayudo a hacer una oración de arrepentimiento, le doy una bendición, no la absolución, y la persona queda en la paz de Dios. ¿Vale? ¡Vale, y mucho! Es posible que, con el tiempo, la Iglesia se replantee muchas cosas, a la luz del avance de estos medios electrónicos.

PENSAR

Es cierto que Jesús dijo: “Tomen y coman, esto es mi cuerpo… Beban todos, porque ésta es mi sangre” (Mt 26,26-28). Se refería a comer y beber físicamente. Sin embargo, como dice Jesús a la samaritana, “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. Estos son los adoradores que el Padre desea. Dios es espíritu, y por eso sus adoradores deberán adorarlo en espíritu y en verdad” (Jn 4,23-24).

ACTUAR

No te acostumbres a participar en la Misa sólo en forma virtual, desde tu casa, sino que haz lo posible por ir con tu familia a la celebración comunitaria en tu parroquia, o en la capilla donde la celebre un sacerdote. Es lo mejor y es la normalidad debida. Pero si las condiciones sanitarias no lo permiten, con todo tu corazón únete a las celebraciones virtuales. Hazlo con mucha fe; concéntrate en lo que estás y no te distraigas en otras cosas; responde, canta, observa las posturas litúrgicas. Disfruta este gran alimento espiritual.