/ miércoles 6 de mayo de 2020

Lo que la pandemia nos dejó

Por: Hilda Téllez Lino

Tenemos ya tiempo con una construcción discursiva centrada y consistente sobre la discriminación y sus también, letales efectos. La incorporación en la reforma constitucional de una cláusula antidiscriminatoria evidenció los grupos de población a quienes se debía focalizar la protección del Estado por ser parte de quienes históricamente habían vivido en situación de desigualdad.

Los últimos 10 años han sido emblemáticos en términos de modificaciones legales e institucionales, pero no suficientes para revertir las evidentes condiciones de discriminación, particularmente de la población LGBTTTI.

La situación por la pandemia por Covid-19 ha dado pie a un escenario sin precedentes en el que esos pendientes han hecho evidente aún más la brecha de desigualdad, que en estos momentos además de traduce en violencia.

Cuando lo que nos salva es #QuédateEnCasa resulta muy complejo traducir ello en una medida de seguridad para una mujer lesbiana, un hombre gay o para una persona trans, pues es justo en muchos de los casos, la casa y el entorno familiar es donde se da el rechazo y muchas veces la violencia. Lo que nos lleva a concluir que la realidad de las medidas debería considerar la diversidad de quien la va a ejecutar.

En los casi 50 días del inicio de las medidas sugeridas por las autoridades de salud he tenido conocimiento de cuando menos siete incidentes en los que el “espacio seguro” se convirtió en la zona de agresión, trayendo con ello afectaciones a la salud, no solo física, sino mental; ante ello, no hay una respuesta eficaz de las autoridades.

¿Dónde va una mujer expulsada de su domicilio familiar porque su padre se enteró de que ella amaba a una persona de su mismo sexo? ¿Qué hacemos ante el tortuoso día a día en ese hogar, confinada por una medida sanitaria, pero con un gran riesgo en sus emociones e integridad?.

No estábamos preparadas para afrontar una situación como la que atraviesa nuestro país. La adopción de medidas generales afecta a las minorías, los protocolos carecen de un enfoque interseccional que nos permita atender las diferentes condiciones de vida de las personas y aminorar el impacto de la pandemia.

Destaca por ello el llamado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó el pasado 20 de abril a los Estados, con la finalidad de garantizar los derechos a la igualdad y no discriminación de las personas LGBTTTI en la respuesta a la pandemia del COVID-19. Hasta ahora no localizamos acciones especificas para dar cumplimiento a estas recomendaciones.

Salvan por ahora las redes de apoyo, los mecanismos construidos desde la sociedad civil, donde la solidaridad y la empatía son los motores que en este momento rescatan dignidades y las salvaguardan, esa la fuerza de sentirnos que de esta podemos salir juntas y juntos.

Lo que la pandemia nos dejó es el aprendizaje de que nuestra mirada debe tener un enfoque humano, donde la dignidad sea el eje del que pendan todas las medidas, que no solo nos lleven a superar esta crisis, sino a garantizar la integralidad en el respeto de los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación.


Mujer lesbiana y defensora de derechos humanos

Por: Hilda Téllez Lino

Tenemos ya tiempo con una construcción discursiva centrada y consistente sobre la discriminación y sus también, letales efectos. La incorporación en la reforma constitucional de una cláusula antidiscriminatoria evidenció los grupos de población a quienes se debía focalizar la protección del Estado por ser parte de quienes históricamente habían vivido en situación de desigualdad.

Los últimos 10 años han sido emblemáticos en términos de modificaciones legales e institucionales, pero no suficientes para revertir las evidentes condiciones de discriminación, particularmente de la población LGBTTTI.

La situación por la pandemia por Covid-19 ha dado pie a un escenario sin precedentes en el que esos pendientes han hecho evidente aún más la brecha de desigualdad, que en estos momentos además de traduce en violencia.

Cuando lo que nos salva es #QuédateEnCasa resulta muy complejo traducir ello en una medida de seguridad para una mujer lesbiana, un hombre gay o para una persona trans, pues es justo en muchos de los casos, la casa y el entorno familiar es donde se da el rechazo y muchas veces la violencia. Lo que nos lleva a concluir que la realidad de las medidas debería considerar la diversidad de quien la va a ejecutar.

En los casi 50 días del inicio de las medidas sugeridas por las autoridades de salud he tenido conocimiento de cuando menos siete incidentes en los que el “espacio seguro” se convirtió en la zona de agresión, trayendo con ello afectaciones a la salud, no solo física, sino mental; ante ello, no hay una respuesta eficaz de las autoridades.

¿Dónde va una mujer expulsada de su domicilio familiar porque su padre se enteró de que ella amaba a una persona de su mismo sexo? ¿Qué hacemos ante el tortuoso día a día en ese hogar, confinada por una medida sanitaria, pero con un gran riesgo en sus emociones e integridad?.

No estábamos preparadas para afrontar una situación como la que atraviesa nuestro país. La adopción de medidas generales afecta a las minorías, los protocolos carecen de un enfoque interseccional que nos permita atender las diferentes condiciones de vida de las personas y aminorar el impacto de la pandemia.

Destaca por ello el llamado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos realizó el pasado 20 de abril a los Estados, con la finalidad de garantizar los derechos a la igualdad y no discriminación de las personas LGBTTTI en la respuesta a la pandemia del COVID-19. Hasta ahora no localizamos acciones especificas para dar cumplimiento a estas recomendaciones.

Salvan por ahora las redes de apoyo, los mecanismos construidos desde la sociedad civil, donde la solidaridad y la empatía son los motores que en este momento rescatan dignidades y las salvaguardan, esa la fuerza de sentirnos que de esta podemos salir juntas y juntos.

Lo que la pandemia nos dejó es el aprendizaje de que nuestra mirada debe tener un enfoque humano, donde la dignidad sea el eje del que pendan todas las medidas, que no solo nos lleven a superar esta crisis, sino a garantizar la integralidad en el respeto de los derechos humanos de todas las personas, sin discriminación.


Mujer lesbiana y defensora de derechos humanos