/ jueves 21 de noviembre de 2019

Los añejos desplantes

Los hombres son todos parecidos en sus promesas. Sólo en sus acciones es que ellos difieren.

Jean Baptiste Molière


1. La economía del presidente. La tradición priísta y la pasadas administraciones panistas, exigían que el paquete económico enviado al Congreso de la Unión debía ser aprobado sin ningún cambio sustancial. Por cierto, cuando estuvimos, hace algunos ayeres, en la Duma de San Lázaro, había algunos compañeros, de la izquierda de la época, que les fascinaba ser “correctores de estilo” y recibir palmaditas de los pastores priístas.

Ahora, todo sigue igual, de poco sirven las fanfarrias de cambio de la autollamada 4T para cambiar las formas. Son las mismas: votaciones mecánicas y oídos sordos ante las propuestas de las oposiciones. No importa que campesinos de todos los colores y diversos intereses cerquen la cámara de diputados. Los legisladores morenistas y sus compañeros de viaje deben ser “leales” al presidente y votar a ciegas lo que mande. Sea lo que sea. Aunque algunos de ellos encabecen el plantón.

Ya el mismo inquilino de Palacio Nacional ha dicho, con un dejo de soberbia, que “pueden hacer lo que quieran, pero [él] no cambiará la estructura del presupuesto de egresos”. ¿Cuál es la diferencia de la postura inflexible de AMLO y sus antecesores tricolores? Ninguna. Aunque ahora estén negociando algún pedazo de cobija con los campesinos insurrectos. Poco redistribuirán.

Además, y esto es esencial para ir al fondo de la concepción que tiene AMLO de la economía más allá de sus poses, el gobierno se comporta con los reflejos esparcidos por el FMI, a saber, con superávit primario beneficiando los pagos al sector financiero en detrimento del gasto. Es decir, una economía que no crece por una baja inversión con una visión asistencialista que no ataja el problema estructural de la pobreza.

2. Rosario y su ruta. El manejo desaseado para ungir a la nueva presidenta de la CNDH, cumpliendo el mandato del tlatoani sexenal, puede llevar a la institución a un camino minado y con efectos de desgaste para Rosario Piedra. Monreal, limitado como es, no supo manejar los desacuerdos y hasta se le insubordinó su bancada.

3. El despotismo oficial. El tabasqueño ha mostrado, una vez más, su tufo autoritario. Para él, su política de seguridad no debe cambiar ni un ápice. No importan los graves resultados que tiene. Ahora que Javier Sicilia anuncia movilizaciones y pide diálogo con el presidente, AMLO se burla y lo manda a que eventualmente lo reciba alguno de sus empleados. ¿Cuál diferencia con el desdén salinista de “ni los veo ni los oigo”? Exacto, ninguno.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

Los hombres son todos parecidos en sus promesas. Sólo en sus acciones es que ellos difieren.

Jean Baptiste Molière


1. La economía del presidente. La tradición priísta y la pasadas administraciones panistas, exigían que el paquete económico enviado al Congreso de la Unión debía ser aprobado sin ningún cambio sustancial. Por cierto, cuando estuvimos, hace algunos ayeres, en la Duma de San Lázaro, había algunos compañeros, de la izquierda de la época, que les fascinaba ser “correctores de estilo” y recibir palmaditas de los pastores priístas.

Ahora, todo sigue igual, de poco sirven las fanfarrias de cambio de la autollamada 4T para cambiar las formas. Son las mismas: votaciones mecánicas y oídos sordos ante las propuestas de las oposiciones. No importa que campesinos de todos los colores y diversos intereses cerquen la cámara de diputados. Los legisladores morenistas y sus compañeros de viaje deben ser “leales” al presidente y votar a ciegas lo que mande. Sea lo que sea. Aunque algunos de ellos encabecen el plantón.

Ya el mismo inquilino de Palacio Nacional ha dicho, con un dejo de soberbia, que “pueden hacer lo que quieran, pero [él] no cambiará la estructura del presupuesto de egresos”. ¿Cuál es la diferencia de la postura inflexible de AMLO y sus antecesores tricolores? Ninguna. Aunque ahora estén negociando algún pedazo de cobija con los campesinos insurrectos. Poco redistribuirán.

Además, y esto es esencial para ir al fondo de la concepción que tiene AMLO de la economía más allá de sus poses, el gobierno se comporta con los reflejos esparcidos por el FMI, a saber, con superávit primario beneficiando los pagos al sector financiero en detrimento del gasto. Es decir, una economía que no crece por una baja inversión con una visión asistencialista que no ataja el problema estructural de la pobreza.

2. Rosario y su ruta. El manejo desaseado para ungir a la nueva presidenta de la CNDH, cumpliendo el mandato del tlatoani sexenal, puede llevar a la institución a un camino minado y con efectos de desgaste para Rosario Piedra. Monreal, limitado como es, no supo manejar los desacuerdos y hasta se le insubordinó su bancada.

3. El despotismo oficial. El tabasqueño ha mostrado, una vez más, su tufo autoritario. Para él, su política de seguridad no debe cambiar ni un ápice. No importan los graves resultados que tiene. Ahora que Javier Sicilia anuncia movilizaciones y pide diálogo con el presidente, AMLO se burla y lo manda a que eventualmente lo reciba alguno de sus empleados. ¿Cuál diferencia con el desdén salinista de “ni los veo ni los oigo”? Exacto, ninguno.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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