/ martes 7 de mayo de 2019

Los años del sabotaje

¿Recuerdan el gran susto de la inflación de 2010-2011? La economía estadounidense siguió sumamente deprimida debido a los efectos posteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis financiera de 2008.

El desempleo aún estaba por encima de nueve por ciento; el crecimiento de los salarios se había desacelerado muchísimo, y los indicadores de la inflación subyacente estaban muy por debajo de las metas de la Reserva Federal. Así que esta hacía todo lo que podía para impulsar la economía: mantener las tasas de interés a corto plazo tan bajas como fuera posible, y comprar bonos a largo plazo con la esperanza de lograr un poco más de impulso.

Sin embargo, los republicanos se oponían enérgicamente, advirtiendo que las políticas de la Reserva Federal provocarían una inflación galopante. Desde luego que todas estas advertencias estaban totalmente equivocadas. La inflación nunca se desencadenó.

Sin embargo, yo pensé que la política monetaria era un poco diferente. Los republicanos han sido el partido de la irresponsabilidad fiscal desde la época de Reagan, y no había motivos para creer que habían cambiado. No obstante el culto por el oro, el odio a la moneda fiduciaria y el rechazo a la impresión sí parecían actitudes tradicionales de la derecha.

Me imaginé que Paul Ryan, quien alguna vez sostuvo que había aprendido todo lo que tenía que saber acerca de la política monetaria de La rebelión de Atlas, quizás en realidad creyera en lo que estaba diciendo acerca de la Reserva Federal.

Sin embargo, a la luz de los acontecimientos recientes, parece que yo estaba equivocado. La postura republicana sobre la política monetaria era tan poco sincera como la postura del partido sobre la política fiscal. Ahora tenemos que ver las exigencias del partido en 2010-2011 de una política monetaria estricta, al igual que sus exigencias de una política fiscal estricta, no como una respuesta de los principios económicos, sino como un deseo de sabotear a Barack Obama.

Pero como dije, no fue por eso que Stephen Moore no lo logró, sino porque todo su partido ha seguido la misma trayectoria.

Mike Pence, quien pidió tasas más altas en la economía tan deprimida de 2010, ahora quiere tasas más bajas. Parece que ningún republicano en el Congreso ha criticado a Moore por sus opiniones sobre las políticas, sino por su misoginia.

Aparte de Greg Mankiw de Harvard, ningún economista republicano prominente dio un paso al frente para oponerse a Moore, a pesar de que era claro que estaba involucrado precisamente en el tipo de politización de política monetaria que John Taylor y Paul Ryan afirmaban ver en 2010.

Lo que todo esto nos dice es que la postura republicana sobre la política económica ha tenido mala fe todos estos años. En realidad no creían que se estuvieran avecinando una crisis de deuda y una hiperinflación. Sólo estaban en contra de cualquier cosa que pudiera ayudar a la economía mientras un demócrata fuera presidente.

¿Recuerdan el gran susto de la inflación de 2010-2011? La economía estadounidense siguió sumamente deprimida debido a los efectos posteriores al estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis financiera de 2008.

El desempleo aún estaba por encima de nueve por ciento; el crecimiento de los salarios se había desacelerado muchísimo, y los indicadores de la inflación subyacente estaban muy por debajo de las metas de la Reserva Federal. Así que esta hacía todo lo que podía para impulsar la economía: mantener las tasas de interés a corto plazo tan bajas como fuera posible, y comprar bonos a largo plazo con la esperanza de lograr un poco más de impulso.

Sin embargo, los republicanos se oponían enérgicamente, advirtiendo que las políticas de la Reserva Federal provocarían una inflación galopante. Desde luego que todas estas advertencias estaban totalmente equivocadas. La inflación nunca se desencadenó.

Sin embargo, yo pensé que la política monetaria era un poco diferente. Los republicanos han sido el partido de la irresponsabilidad fiscal desde la época de Reagan, y no había motivos para creer que habían cambiado. No obstante el culto por el oro, el odio a la moneda fiduciaria y el rechazo a la impresión sí parecían actitudes tradicionales de la derecha.

Me imaginé que Paul Ryan, quien alguna vez sostuvo que había aprendido todo lo que tenía que saber acerca de la política monetaria de La rebelión de Atlas, quizás en realidad creyera en lo que estaba diciendo acerca de la Reserva Federal.

Sin embargo, a la luz de los acontecimientos recientes, parece que yo estaba equivocado. La postura republicana sobre la política monetaria era tan poco sincera como la postura del partido sobre la política fiscal. Ahora tenemos que ver las exigencias del partido en 2010-2011 de una política monetaria estricta, al igual que sus exigencias de una política fiscal estricta, no como una respuesta de los principios económicos, sino como un deseo de sabotear a Barack Obama.

Pero como dije, no fue por eso que Stephen Moore no lo logró, sino porque todo su partido ha seguido la misma trayectoria.

Mike Pence, quien pidió tasas más altas en la economía tan deprimida de 2010, ahora quiere tasas más bajas. Parece que ningún republicano en el Congreso ha criticado a Moore por sus opiniones sobre las políticas, sino por su misoginia.

Aparte de Greg Mankiw de Harvard, ningún economista republicano prominente dio un paso al frente para oponerse a Moore, a pesar de que era claro que estaba involucrado precisamente en el tipo de politización de política monetaria que John Taylor y Paul Ryan afirmaban ver en 2010.

Lo que todo esto nos dice es que la postura republicana sobre la política económica ha tenido mala fe todos estos años. En realidad no creían que se estuvieran avecinando una crisis de deuda y una hiperinflación. Sólo estaban en contra de cualquier cosa que pudiera ayudar a la economía mientras un demócrata fuera presidente.