/ viernes 20 de mayo de 2022

Los ciclos que se cierran

Por: Tania Naanous


Esta semana es posiblemente mi última columna en El Sol de México. Pensaba escribir de todo lo que está pasando con Amber Heard y Johnny Depp, pero pensé que el mundo ya no necesitaba otra crítica feminista del sistema de justicia y el linchamiento social a Amber Heard. En su lugar, quiero aprovechar este espacio para hablar sobre los fines de ciclos y el mío en el Centro de Investigación para la Paz México A.C. (CIPMEX)

Comencé en CIPMEX en agosto del 2015, recuerdo mi emoción al saber que iba a poder participar en algo que me apasionaba tanto y el poder trabajar con personas que admiraba tanto, entre ellas, Mauricio Meschoulam. Mauricio es una persona increíble; es humilde, inteligente, bondadoso y sí también bastante terco y obstinado. A lo largo de los años, pudimos crecer en conjunto y hacer que CIPMEX creciera. Mi carrera profesional empezó en CIPMEX y hasta ahora ha sido - así como Mauricio – la única constante en mis años de formación profesional.

En CIPMEX aprendí a cómo manejar un equipo desde la empatía, el cariño y desde la construcción de paz a nivel individual. Cada persona nueva es un mundo de complejidades y tengo que confesar que, no con todas las personas que llegaron al equipo sentí la misma cercanía. Pero el equipo se forma de personas comprometidas con la causa y con una persona liderando para construir la paz de manera propia, haciendo así, el esfuerzo de construir un equipo fuerte y empático entre cada una de las personas que lo conforma. La mayoría de las veces lo logramos, muchas otras no, pero siempre buscando lo mejor para la organización.

Dar un paso atrás es una decisión complicada, pero también es parte de mi crecimiento personal y del mismo equipo. Soy de las personas más afortunadas por amar tanto lo que hago, pero esto conlleva una problemática. Rebasé mi límite de autocuidado y olvidé las palabras de la activista Audrey Lord: “cuidar de mi misma no es un acto de autoindulgencia, es autopreservación, y esto es un acto de guerra política”.

Ahora, sentarme en asiento del copiloto y ver cómo el equipo crece junto con Mauricio, que se ha convertido en un amigo, un mentor y en parte de mi familia. La enseñanza más grande de CIPMEX es que la construcción de paz la logramos todas las personas, generando espacio para apertura, tolerancia y escucha activa. Una misión nada fácil.

No me queda más que agradecer. Porque la persona que soy hoy no hubiera sido sin CIPMEX y Lentes Púrpura que es mi sueño más grande, nunca se hubiera logrado sin el apoyo constante de Mauricio y CIPMEX. Así que gracias y a soñar en grande.

Por: Tania Naanous


Esta semana es posiblemente mi última columna en El Sol de México. Pensaba escribir de todo lo que está pasando con Amber Heard y Johnny Depp, pero pensé que el mundo ya no necesitaba otra crítica feminista del sistema de justicia y el linchamiento social a Amber Heard. En su lugar, quiero aprovechar este espacio para hablar sobre los fines de ciclos y el mío en el Centro de Investigación para la Paz México A.C. (CIPMEX)

Comencé en CIPMEX en agosto del 2015, recuerdo mi emoción al saber que iba a poder participar en algo que me apasionaba tanto y el poder trabajar con personas que admiraba tanto, entre ellas, Mauricio Meschoulam. Mauricio es una persona increíble; es humilde, inteligente, bondadoso y sí también bastante terco y obstinado. A lo largo de los años, pudimos crecer en conjunto y hacer que CIPMEX creciera. Mi carrera profesional empezó en CIPMEX y hasta ahora ha sido - así como Mauricio – la única constante en mis años de formación profesional.

En CIPMEX aprendí a cómo manejar un equipo desde la empatía, el cariño y desde la construcción de paz a nivel individual. Cada persona nueva es un mundo de complejidades y tengo que confesar que, no con todas las personas que llegaron al equipo sentí la misma cercanía. Pero el equipo se forma de personas comprometidas con la causa y con una persona liderando para construir la paz de manera propia, haciendo así, el esfuerzo de construir un equipo fuerte y empático entre cada una de las personas que lo conforma. La mayoría de las veces lo logramos, muchas otras no, pero siempre buscando lo mejor para la organización.

Dar un paso atrás es una decisión complicada, pero también es parte de mi crecimiento personal y del mismo equipo. Soy de las personas más afortunadas por amar tanto lo que hago, pero esto conlleva una problemática. Rebasé mi límite de autocuidado y olvidé las palabras de la activista Audrey Lord: “cuidar de mi misma no es un acto de autoindulgencia, es autopreservación, y esto es un acto de guerra política”.

Ahora, sentarme en asiento del copiloto y ver cómo el equipo crece junto con Mauricio, que se ha convertido en un amigo, un mentor y en parte de mi familia. La enseñanza más grande de CIPMEX es que la construcción de paz la logramos todas las personas, generando espacio para apertura, tolerancia y escucha activa. Una misión nada fácil.

No me queda más que agradecer. Porque la persona que soy hoy no hubiera sido sin CIPMEX y Lentes Púrpura que es mi sueño más grande, nunca se hubiera logrado sin el apoyo constante de Mauricio y CIPMEX. Así que gracias y a soñar en grande.