/ jueves 29 de octubre de 2020

Los Cienfuegos que vienen (II)

El poder es un centauro: mitad coerción, mitad legitimidad.

Antonio Gramsci


La falta de información de AMLO en la captura del ex Secretario de la Defensa, lo han hecho dar disparos en la obscuridad y desplantes fuera de la realidad, como la declaración reciente de Marcelo Ebrard, al plantear que: “los términos de cooperación con la DEA deben cambiar” ¿En serio? ¿Con qué correlación de fuerzas? Hasta el momento el gobierno se ha mostrado sumiso frente a Trump y, en unas semanas, quizá, con Biden las cosas empeoren. Esta actitud zigzagueante del gobierno sólo confirma la anémica relación que se ha mantenido con el inquilino de la Casa Blanca.


En tanto, la DEA se mantiene incólume y con cartas ocultas. En contraste, en las filas del ejército mexicano el silencio público oculta el ruido interno. ¿Quién seguirá? Se preguntan los altos oficiales y la tropa pone en tela de juicio la honorabilidad de sus jefes. La moral se desgasta y tiende a quebrarse. Se combina con el desgaste de las múltiples tareas asignadas. Y la Marina en su papel.


El encierro del general Cienfuegos únicamente abre un compás de espera para que la DEA apriete y dosifique sus movimientos. Ya tienen a dos peces gordos, y abren la red para otras piezas mayores. ¿Quieren a Calderón y a Peña? Los cadáveres compartidos en el closet la detienen. Además, las presuntas relaciones actuales de la DEA con subgrupos de la delincuencia organizada están, también, en el tablero de ajedrez. El cuarto de guerra del Departamento de Justicia lo sabe. ¿Hasta donde le conviene que todos los involucrados empiecen a hablar? Podría caer la máscara bienhechora de la DEA y eso si no está en el libreto.


Es muy posible que haya oficiales y políticos involucrados en el negocio y no sólo con un narcotraficante de medio pelo, sino con jefes influyentes de antes y de hoy. Es más, podría llegar a salpicar al gobierno de AMLO en distintos niveles, puesto que los grupos del narcotráfico siguen actuando con notoriedad e indicadores violentos que superan a los de anteriores administraciones.


En conclusión, nos enfrentamos a dos problemas, a saber, un gobierno mexicano a los pies de la Casa Blanca, débil, incapaz de exigir nada a su vecino; y otro, de carácter estructural, en tanto no se legalicen todos los procesos de producción, distribución y consumo de, por lo pronto, marihuana, la guerra y el negocio seguirá monitoreado y aprovechado por el gobierno estadounidense y sus agencias para perpetuar la relación umbilical y de opresión. Ni duda, continuarán los cienfuegos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

El poder es un centauro: mitad coerción, mitad legitimidad.

Antonio Gramsci


La falta de información de AMLO en la captura del ex Secretario de la Defensa, lo han hecho dar disparos en la obscuridad y desplantes fuera de la realidad, como la declaración reciente de Marcelo Ebrard, al plantear que: “los términos de cooperación con la DEA deben cambiar” ¿En serio? ¿Con qué correlación de fuerzas? Hasta el momento el gobierno se ha mostrado sumiso frente a Trump y, en unas semanas, quizá, con Biden las cosas empeoren. Esta actitud zigzagueante del gobierno sólo confirma la anémica relación que se ha mantenido con el inquilino de la Casa Blanca.


En tanto, la DEA se mantiene incólume y con cartas ocultas. En contraste, en las filas del ejército mexicano el silencio público oculta el ruido interno. ¿Quién seguirá? Se preguntan los altos oficiales y la tropa pone en tela de juicio la honorabilidad de sus jefes. La moral se desgasta y tiende a quebrarse. Se combina con el desgaste de las múltiples tareas asignadas. Y la Marina en su papel.


El encierro del general Cienfuegos únicamente abre un compás de espera para que la DEA apriete y dosifique sus movimientos. Ya tienen a dos peces gordos, y abren la red para otras piezas mayores. ¿Quieren a Calderón y a Peña? Los cadáveres compartidos en el closet la detienen. Además, las presuntas relaciones actuales de la DEA con subgrupos de la delincuencia organizada están, también, en el tablero de ajedrez. El cuarto de guerra del Departamento de Justicia lo sabe. ¿Hasta donde le conviene que todos los involucrados empiecen a hablar? Podría caer la máscara bienhechora de la DEA y eso si no está en el libreto.


Es muy posible que haya oficiales y políticos involucrados en el negocio y no sólo con un narcotraficante de medio pelo, sino con jefes influyentes de antes y de hoy. Es más, podría llegar a salpicar al gobierno de AMLO en distintos niveles, puesto que los grupos del narcotráfico siguen actuando con notoriedad e indicadores violentos que superan a los de anteriores administraciones.


En conclusión, nos enfrentamos a dos problemas, a saber, un gobierno mexicano a los pies de la Casa Blanca, débil, incapaz de exigir nada a su vecino; y otro, de carácter estructural, en tanto no se legalicen todos los procesos de producción, distribución y consumo de, por lo pronto, marihuana, la guerra y el negocio seguirá monitoreado y aprovechado por el gobierno estadounidense y sus agencias para perpetuar la relación umbilical y de opresión. Ni duda, continuarán los cienfuegos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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