/ jueves 22 de marzo de 2018

Los cínicos

“Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influenciadas por el pasado”

Karl Marx

Introducción. El cinismo es una categoría que pulula y vive como un índice de supervivencia para algunos y de destino para otros. Ser cínico es admitido sin chistar. Hasta se ve bien y es un blasón para codearse con otros cínicos y humillar a los que no lo son. Los cínicos viven de su cinismo. En México ser cínico da prestancia y capacidad de adaptación. Los cínicos siempre traen dinero en la cartera, aunque son ayunos de dignidad.

1. AMLO: Un cinismo risueño y bromista. El tabasqueño es cínico, puede decir frases y hacer promesas con públicos distintos. Sus vocablos son gastados y repetitivos. Apapacha y cultiva a los que se le arrodillan. Su cinismo no tiene fronteras. Puede, sin ningún problema, simular acuerdos y después romperlos, sonríe y aniquila a quienes se atreven a pensar distinto. Habla sin cesar de democracia y practica lo contrario en su partido. Engola la voz contra la corrupción y se rodea de un regimiento de corruptos. Su cinismo es aplaudido y reconocido por masas imbuidas por la desesperanza y la ilusión.

2. Anaya: el encanto de un cínico. El joven panista aniquila, reparte y pacta con un cinismo digno de ser reconocido. Fractura a su partido y lanza arena en los ojos para ocultar la crisis partidaria. Se envuelve en un frente tutti frutti y se siente protegido para lo que sea. Detona un discurso “modernista” pero defiende un pacto conservador y lesivo para las mayorías. Su derechismo es exorcizado por frases huecas y diseñadas en la bodega del liberalismo pequeñoburgués. Su cinismo lo lleva a tomarse de la mano de Fernández de Ceballos y de Castañeda. Su propósito, lo dice enfáticamente, es ganar la presidencia. Más de lo mismo. Cinismo a toda prueba.

3. Meade: el cinismo llegó para quedarse. El itamita y unamita se ostenta como candidato ciudadano como un ardid elemental y vulgar. Su cinismo es mayúsculo, ha defendido los intereses de las minorías privilegiadas. Sus patrocinadores radican en Washington y en las oficinas del FMI y del Banco Mundial. No era el candidato de Peña, ni de su grupo regional. Se dice defensor de la UNAM, pero nunca se le vio defendiendo las causas de la máxima casa de estudios, lejos de ello, desde el cubículo de Hacienda no estimuló el presupuesto universitario ni para ciencia y tecnología. El cinismo de Meade es estructural, así ha vivido y así se vende. Su celofán de ciudadano es tan falso como una moneda de tres pesos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

“Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influenciadas por el pasado”

Karl Marx

Introducción. El cinismo es una categoría que pulula y vive como un índice de supervivencia para algunos y de destino para otros. Ser cínico es admitido sin chistar. Hasta se ve bien y es un blasón para codearse con otros cínicos y humillar a los que no lo son. Los cínicos viven de su cinismo. En México ser cínico da prestancia y capacidad de adaptación. Los cínicos siempre traen dinero en la cartera, aunque son ayunos de dignidad.

1. AMLO: Un cinismo risueño y bromista. El tabasqueño es cínico, puede decir frases y hacer promesas con públicos distintos. Sus vocablos son gastados y repetitivos. Apapacha y cultiva a los que se le arrodillan. Su cinismo no tiene fronteras. Puede, sin ningún problema, simular acuerdos y después romperlos, sonríe y aniquila a quienes se atreven a pensar distinto. Habla sin cesar de democracia y practica lo contrario en su partido. Engola la voz contra la corrupción y se rodea de un regimiento de corruptos. Su cinismo es aplaudido y reconocido por masas imbuidas por la desesperanza y la ilusión.

2. Anaya: el encanto de un cínico. El joven panista aniquila, reparte y pacta con un cinismo digno de ser reconocido. Fractura a su partido y lanza arena en los ojos para ocultar la crisis partidaria. Se envuelve en un frente tutti frutti y se siente protegido para lo que sea. Detona un discurso “modernista” pero defiende un pacto conservador y lesivo para las mayorías. Su derechismo es exorcizado por frases huecas y diseñadas en la bodega del liberalismo pequeñoburgués. Su cinismo lo lleva a tomarse de la mano de Fernández de Ceballos y de Castañeda. Su propósito, lo dice enfáticamente, es ganar la presidencia. Más de lo mismo. Cinismo a toda prueba.

3. Meade: el cinismo llegó para quedarse. El itamita y unamita se ostenta como candidato ciudadano como un ardid elemental y vulgar. Su cinismo es mayúsculo, ha defendido los intereses de las minorías privilegiadas. Sus patrocinadores radican en Washington y en las oficinas del FMI y del Banco Mundial. No era el candidato de Peña, ni de su grupo regional. Se dice defensor de la UNAM, pero nunca se le vio defendiendo las causas de la máxima casa de estudios, lejos de ello, desde el cubículo de Hacienda no estimuló el presupuesto universitario ni para ciencia y tecnología. El cinismo de Meade es estructural, así ha vivido y así se vende. Su celofán de ciudadano es tan falso como una moneda de tres pesos.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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