/ jueves 16 de noviembre de 2017

Los cínicos

1.- Un frente de espaldas. Unir a izquierda y derecha es un ejercicio “normal” para quienes únicamente aspiran a tener cuotas de poder. No importan las distancias programáticas, ni mucho menos las historias divergentes, ni la política represiva del gobierno calderonista, que baño de sangre al país con su terribles secuelas de desaparecidos y muertos. La bandera provoca amnesia y lo vale todo: la “unidad contra el PRI”. Por eso los dirigentes del PAN PRD y de MC, se presentan como una opción ganadora sin mover un solo músculo de vergüenza, ya que de fondo está la disputa de espacios legislativos y la residencia presidencial. Por esto, dirán los travestistas ideológicos, bien vale la pena olvidarse de esos viejos “dogmas” que hablan de puntos programáticos. Sin embargo, olvidan, o mejor dicho, se hacen occisos, Barrales, Anaya y Delgado de que la propuesta electoral significa el contenido del comportamiento y dirección del gobierno en caso de ganar la elección próxima.

¿Quién claudicará en sus posiciones políticas, sociales, económicas y culturales? Pronto lo sabremos. Además, un punto que significará gran parte del rumbo que tomará el llamado Frente Ciudadano será su candidato presidencial. Ahí sabremos con mayor claridad si éste organismo podrá disputar en serio el poder o únicamente está diseñado para ser una simple agencia de colocaciones.

2.- La liturgia tricolor. El PRI es consistente en la práctica de la simulación, de eso no hay duda. Su vía para el nombramiento de candidatos, en especial el de la presidencia, será producto del “palomeo” del inquilino de Los Pinos, aunque para ello se nombre una fantasmal comisión de candidaturas. Pero, la clave es aparentar, cumplir formalidades, quemar inciensos, darle juego al corporativismo. Al final, el Tlatoani sexenal ungirá a su posible sucesor.

Los gestos y guiños, las subjetividades cotidianas, los mensajes cifrados, las palmadas intensas o leves, en fin, todo ello y más constituye el arsenal para que los “analistas” de café especulen y traten de adelantar la voluntad unipersonal del monarca presidencial. Poco importa la crisis social que se vive en el país. Los priistas ofrecen, otra vez, cambios y mejoras. Aunque tengan a algunos de sus colegas gobernadores hundidos en la corrupción. No importa. El ciclo se repite, el libreto se cumple a pie juntillas y la mayoría de los electores creerá que en seis años su vida será otra.

3.- Morena: el viejo PRI. En el flanco de la izquierda nacionalista las cosas no son sustancialmente distintas. La mecánica es simulada y grotesca. AMLO crea su partido y lo maneja a su antojo, inventa encuestas para nombrar a sus candidatos y todos se pliegan a ese “método”, nadie se atreve a rebelarse. El purificador de almas no puede equivocarse, el salvador del país es visionario e infalible y a quien se inconforma, primero lo insulta y, después, lo cita en alguna carretera y le ofrece cargos (sí, claro, nos referimos a Monreal). Por supuesto, todos los aspirantes son sometidos a encuestas, menos él. AMLO será candidato a la presidencia, y lo es desde hace 11 años. Ahora bien, su programa descansa en dos pilares: su honestidad valiente y en una plataforma llena de puntos entre cardenistas y echeverristas. No más.

Epílogo.- El duelo de promesas ya empezó. Los dirigentes partidistas les llaman propuestas, nosotros simplemente cinismo.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz

1.- Un frente de espaldas. Unir a izquierda y derecha es un ejercicio “normal” para quienes únicamente aspiran a tener cuotas de poder. No importan las distancias programáticas, ni mucho menos las historias divergentes, ni la política represiva del gobierno calderonista, que baño de sangre al país con su terribles secuelas de desaparecidos y muertos. La bandera provoca amnesia y lo vale todo: la “unidad contra el PRI”. Por eso los dirigentes del PAN PRD y de MC, se presentan como una opción ganadora sin mover un solo músculo de vergüenza, ya que de fondo está la disputa de espacios legislativos y la residencia presidencial. Por esto, dirán los travestistas ideológicos, bien vale la pena olvidarse de esos viejos “dogmas” que hablan de puntos programáticos. Sin embargo, olvidan, o mejor dicho, se hacen occisos, Barrales, Anaya y Delgado de que la propuesta electoral significa el contenido del comportamiento y dirección del gobierno en caso de ganar la elección próxima.

¿Quién claudicará en sus posiciones políticas, sociales, económicas y culturales? Pronto lo sabremos. Además, un punto que significará gran parte del rumbo que tomará el llamado Frente Ciudadano será su candidato presidencial. Ahí sabremos con mayor claridad si éste organismo podrá disputar en serio el poder o únicamente está diseñado para ser una simple agencia de colocaciones.

2.- La liturgia tricolor. El PRI es consistente en la práctica de la simulación, de eso no hay duda. Su vía para el nombramiento de candidatos, en especial el de la presidencia, será producto del “palomeo” del inquilino de Los Pinos, aunque para ello se nombre una fantasmal comisión de candidaturas. Pero, la clave es aparentar, cumplir formalidades, quemar inciensos, darle juego al corporativismo. Al final, el Tlatoani sexenal ungirá a su posible sucesor.

Los gestos y guiños, las subjetividades cotidianas, los mensajes cifrados, las palmadas intensas o leves, en fin, todo ello y más constituye el arsenal para que los “analistas” de café especulen y traten de adelantar la voluntad unipersonal del monarca presidencial. Poco importa la crisis social que se vive en el país. Los priistas ofrecen, otra vez, cambios y mejoras. Aunque tengan a algunos de sus colegas gobernadores hundidos en la corrupción. No importa. El ciclo se repite, el libreto se cumple a pie juntillas y la mayoría de los electores creerá que en seis años su vida será otra.

3.- Morena: el viejo PRI. En el flanco de la izquierda nacionalista las cosas no son sustancialmente distintas. La mecánica es simulada y grotesca. AMLO crea su partido y lo maneja a su antojo, inventa encuestas para nombrar a sus candidatos y todos se pliegan a ese “método”, nadie se atreve a rebelarse. El purificador de almas no puede equivocarse, el salvador del país es visionario e infalible y a quien se inconforma, primero lo insulta y, después, lo cita en alguna carretera y le ofrece cargos (sí, claro, nos referimos a Monreal). Por supuesto, todos los aspirantes son sometidos a encuestas, menos él. AMLO será candidato a la presidencia, y lo es desde hace 11 años. Ahora bien, su programa descansa en dos pilares: su honestidad valiente y en una plataforma llena de puntos entre cardenistas y echeverristas. No más.

Epílogo.- El duelo de promesas ya empezó. Los dirigentes partidistas les llaman propuestas, nosotros simplemente cinismo.

pedropenaloza@yahoo.com

@pedro_penaloz

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