/ viernes 31 de julio de 2020

Los costos laborales de la pandemia

En ocasiones anteriores, hemos abordado las diversas consecuencias que el Covid-19 tiene para el país; desde las más importantes, que tienen que ver con la salud y la vida de las personas; hasta las de carácter económico y social. En este último aspecto, el saldo más duro es el incremento de los niveles de pobreza y desigualdad, que traen consigo la profundización de las carencias y el deterioro de las condiciones de vida de millones de mexicanos.


Conforme transcurre el tiempo, disponemos de más elementos que nos permiten dimensionar los altos costos asociados a la pandemia; por ello, en esta ocasión quiero abordar algunos aspectos relacionados con la pobreza laboral.


Esta semana, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), reportó que, con base en estimaciones basadas en la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo del INEGI, la pobreza laboral afecta al 54.9 % de los habitantes. Esto significa que, en el mes de mayo, 69.6 millones de personas no contaron con el ingreso suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria.


El panorama tiende a ser más complejo si tomamos en cuenta que, un mes antes, abril, dicho porcentaje se ubicaba en 53.1 por ciento.


Además, hay que considerar el factor central de la difícil situación por la que atravesamos: entre abril y mayo, el ingreso laboral pasó de mil 516 pesos a mil 422 pesos. Una caída de más del 6 por ciento.


Pero esto no es todo, el número de mexicanos en pobreza laboral se incrementó en 24.4 millones de personas, que sumados a los 45.2 millones registrados en el primer trimestre del año, da ese total de 69.9 millones de hombres y mujeres en dicha condición, y que incluye a quienes perdieron el empleo -aproximadamente 12.3 millones de fuentes de trabajo-, a los afectados por la suspensión de actividades económicas o bien, quienes han padecido la reducción de sus ingresos.


La pérdida de empleo impacta por igual tanto al sector formal como al informal. En el primer caso, la reducción fue del 13.7 %, mientras que en el segundo, de 27.2 por ciento, durante el periodo comprendido entre el primer trimestre y mayo del presente año.


Una de las razones por las que se presenta esta disparidad obedece a que en nuestro país el sector predominante es el informal. Esto significa que para el primer trimestre de 2020 se tenía registro de 31.0 millones de personas ocupadas en el sector informal y 24.3 en el formal. Se trata de una diferencia del 27.6 por ciento.

En ocasiones anteriores, hemos abordado las diversas consecuencias que el Covid-19 tiene para el país; desde las más importantes, que tienen que ver con la salud y la vida de las personas; hasta las de carácter económico y social. En este último aspecto, el saldo más duro es el incremento de los niveles de pobreza y desigualdad, que traen consigo la profundización de las carencias y el deterioro de las condiciones de vida de millones de mexicanos.


Conforme transcurre el tiempo, disponemos de más elementos que nos permiten dimensionar los altos costos asociados a la pandemia; por ello, en esta ocasión quiero abordar algunos aspectos relacionados con la pobreza laboral.


Esta semana, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), reportó que, con base en estimaciones basadas en la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo del INEGI, la pobreza laboral afecta al 54.9 % de los habitantes. Esto significa que, en el mes de mayo, 69.6 millones de personas no contaron con el ingreso suficiente para adquirir la canasta básica alimentaria.


El panorama tiende a ser más complejo si tomamos en cuenta que, un mes antes, abril, dicho porcentaje se ubicaba en 53.1 por ciento.


Además, hay que considerar el factor central de la difícil situación por la que atravesamos: entre abril y mayo, el ingreso laboral pasó de mil 516 pesos a mil 422 pesos. Una caída de más del 6 por ciento.


Pero esto no es todo, el número de mexicanos en pobreza laboral se incrementó en 24.4 millones de personas, que sumados a los 45.2 millones registrados en el primer trimestre del año, da ese total de 69.9 millones de hombres y mujeres en dicha condición, y que incluye a quienes perdieron el empleo -aproximadamente 12.3 millones de fuentes de trabajo-, a los afectados por la suspensión de actividades económicas o bien, quienes han padecido la reducción de sus ingresos.


La pérdida de empleo impacta por igual tanto al sector formal como al informal. En el primer caso, la reducción fue del 13.7 %, mientras que en el segundo, de 27.2 por ciento, durante el periodo comprendido entre el primer trimestre y mayo del presente año.


Una de las razones por las que se presenta esta disparidad obedece a que en nuestro país el sector predominante es el informal. Esto significa que para el primer trimestre de 2020 se tenía registro de 31.0 millones de personas ocupadas en el sector informal y 24.3 en el formal. Se trata de una diferencia del 27.6 por ciento.