El campo es una prioridad para la acción gubernamental.
Su diversidad, así como las condiciones de heterogeneidad productiva y social se traducen en la ruptura entre el campo desarrollado, con técnicas agropecuarias desarrolladas y el campo con mayores características de exclusión productiva y social. Conforme a la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) en 2017, el campo mexicano presentaba las siguientes características:
La superficie agrícola total de las unidades de producción es de 110 millones de hectáreas (ha) y de ellas, 32.4 millones de ha (29.4%) corresponden a superficie agrícola. El 70.6% restante son agostaderos, enmontadas y otro tipo de superficies.
Del total de la superficie agrícola del país (32.4 millones de hectáreas), Tamaulipas cuenta con 2.8 millones (8,7% del total), Chihuahua cuenta con 2.6 millones (8.1% del total), Jalisco 1.7 millones (5.3% del total), Veracruz con 1.6 millones (4.9%) lo que representa 27% de la superficie agrícola del país. Ahora bien, siguiendo a la ENA, de las 32.4 millones de ha de superficie agrícola, el 21% es de riego y el 79% depende del agua de lluvia para su desarrollo (de temporal). La superficie agrícola nacional de riego se concentra en el noroeste del país. Asimismo, 19.5% de esa superficie agrícola de riego se concentra en grandes productores y 80.5% en los pequeños y medianos. Por su parte, en materia de financiamiento solamente 9.9% de las unidades productivas del campo tienen acceso a créditos y las unidades con menor acceso al financiamiento se ubican en Yucatán, Tabasco, Estado de México y Ciudad de México.
Los cultivos con mayor cantidad de toneladas de producción son: caña de azúcar, 56.3 millones de toneladas; maíz grano blanco, 23.1 millones; maíz grano amarillo, 8 millones; jitomate, con tres millones; naranja, 2.9 millones; trigo grano, 3.2 millones y plátano con 2.2 millones.
El 48.5% de las unidades de producción agrícola venden todo o parte de su producción, lo que representa el 82.8% del volumen total. Por su parte, de las 17 mil 388 unidades con agricultura protegida, 54.1% son de invernadero, 9.4%, son con estructura de malla sombra y 2.5% son viveros. Dentro de la parte de la agricultura más favorecida la producción de jitomate, pepino, chile fresa y manzana son de las más importantes.
Además de estas características que van acompañando al tema de polarización del campo, si bien por un lado se observan datos de la capacidad de producción (aún con las condiciones de desigualdad de capacidades entre grandes y pequeños productores) otros datos revelan la realidad de los jornaleros y sobre todo de la mujer jornalera; la ENA señala que hay 11.8 millones de puestos de trabajo como jornalero; cada puesto de trabajo como jornalero tiene un contrato de 25 días promedio con 7.2 horas al día con un salario de 168 pesos.
De estos puestos, el 87.2% son ocupados por hombres y el 12.8% son ocupados por mujeres, pero tres de cada 10 mujeres empleadas en labores del campo perciben un salario por su labor, en tanto que seis de cada 10 hombres que realizan actividades agrícolas, ganaderas y forestales, reciben una remuneración por su actividad. Inequidad productiva social y de género son otras constantes del campo mexicano.