/ domingo 12 de abril de 2020

Los desafíos a la Seguridad durante la epidemia

De los muchos ámbitos que han sido trastocados por la crisis sanitaria, sin duda están las condiciones bajo las cuales la sociedad desempeña sus actividades en condiciones de Seguridad. No me voy a referir a los datos que mes con mes tanto autoridades gubernamentales, como observatorios ciudadanos, centros de investigación e instituciones de educación, dan a conocer a propósito de los índices delictivos de los principales delitos de alto impacto en el país.

La reclusión en algunas partes de la capital del país y en otras importantes ciudades, ha sido parcial, como lo demuestran los reportajes y encuestas. El precio que se va a pagar será alto en cuanto a fallecimientos y contagios. Pero por lo que hace a la delincuencia organizada y común, sus destructivas dinámicas está lejos de disminuir. Y varias son las explicaciones. La primera y más evidente, es que al contraerse la actividad económica junto con el auto confinamiento, tanto la demanda de drogas o de artículos robados decrece, debido a la falta de liquidez. Sin embargo, esto acarrea que las disputas entre delincuentes y las agresivas acciones en contra de la población abierta, también se incrementen a pesar de las medidas de cierto control en el desplazamiento de las personas.

De esa manera, al haber menos personas propensas a ser objeto de delito o bien como consumidor de alguna droga al menudeo, la búsqueda del dinero en efectivo que es principal aditivo de la maquinaria delictiva, en proporción, la actividad criminal tiene a aumentar tanto en números absolutos como en porcentaje. Las autoridades policiales, se encuentran por supuesto ante una presión extra dada las dimensiones de la epidemia, que ya de por sí exige contar con todos los recursos disponible. Ya hemos leído que en varias partes del país, incluyendo a la Ciudad de México, varios policías han enfermado de conavi-19.

A lo anterior deben sumarse lo que algunas y algunos especialistas han tratado a profundidad: la violencia intrafamiliar y la violencia entre vecinos. Estas son expresiones de varias patologías sociales, de las que sobre sale sin duda, la violencia de género y el hacinamiento. Si bien algunos sociólogos y filósofos se han referido a que podemos estar a la entrada de una nueva etapa de la humanidad en donde los valores como la solidaridad y cooperación, serán los que rijan nuestro actuar.

Esperemos que la prueba que las y los mexicanos vamos a pasar durante estas semanas, quizá meses, esa actitudes que nos han distinguido en otros momentos críticos, sean las que contribuyan a la vuelta a la normalidad. De lo contrario, nuestros padecimientos sociales se van a agudizar y con ello, la ya afectada calidad de la Seguridad Pública en varias partes del país.

Algunas ciudades latinoamericanas, enfrentan el reto del deterioro en la Seguridad Pública, debemos aprender de lo que no están haciendo bien. Ya que el desbordamiento de las autoridades en dos áreas tan sensible (salud y seguridad) al mismo tiempo, sí que pone en predicamento la legitimidad de las autoridades.


javierolivaposada@gmail.com


De los muchos ámbitos que han sido trastocados por la crisis sanitaria, sin duda están las condiciones bajo las cuales la sociedad desempeña sus actividades en condiciones de Seguridad. No me voy a referir a los datos que mes con mes tanto autoridades gubernamentales, como observatorios ciudadanos, centros de investigación e instituciones de educación, dan a conocer a propósito de los índices delictivos de los principales delitos de alto impacto en el país.

La reclusión en algunas partes de la capital del país y en otras importantes ciudades, ha sido parcial, como lo demuestran los reportajes y encuestas. El precio que se va a pagar será alto en cuanto a fallecimientos y contagios. Pero por lo que hace a la delincuencia organizada y común, sus destructivas dinámicas está lejos de disminuir. Y varias son las explicaciones. La primera y más evidente, es que al contraerse la actividad económica junto con el auto confinamiento, tanto la demanda de drogas o de artículos robados decrece, debido a la falta de liquidez. Sin embargo, esto acarrea que las disputas entre delincuentes y las agresivas acciones en contra de la población abierta, también se incrementen a pesar de las medidas de cierto control en el desplazamiento de las personas.

De esa manera, al haber menos personas propensas a ser objeto de delito o bien como consumidor de alguna droga al menudeo, la búsqueda del dinero en efectivo que es principal aditivo de la maquinaria delictiva, en proporción, la actividad criminal tiene a aumentar tanto en números absolutos como en porcentaje. Las autoridades policiales, se encuentran por supuesto ante una presión extra dada las dimensiones de la epidemia, que ya de por sí exige contar con todos los recursos disponible. Ya hemos leído que en varias partes del país, incluyendo a la Ciudad de México, varios policías han enfermado de conavi-19.

A lo anterior deben sumarse lo que algunas y algunos especialistas han tratado a profundidad: la violencia intrafamiliar y la violencia entre vecinos. Estas son expresiones de varias patologías sociales, de las que sobre sale sin duda, la violencia de género y el hacinamiento. Si bien algunos sociólogos y filósofos se han referido a que podemos estar a la entrada de una nueva etapa de la humanidad en donde los valores como la solidaridad y cooperación, serán los que rijan nuestro actuar.

Esperemos que la prueba que las y los mexicanos vamos a pasar durante estas semanas, quizá meses, esa actitudes que nos han distinguido en otros momentos críticos, sean las que contribuyan a la vuelta a la normalidad. De lo contrario, nuestros padecimientos sociales se van a agudizar y con ello, la ya afectada calidad de la Seguridad Pública en varias partes del país.

Algunas ciudades latinoamericanas, enfrentan el reto del deterioro en la Seguridad Pública, debemos aprender de lo que no están haciendo bien. Ya que el desbordamiento de las autoridades en dos áreas tan sensible (salud y seguridad) al mismo tiempo, sí que pone en predicamento la legitimidad de las autoridades.


javierolivaposada@gmail.com