/ jueves 29 de marzo de 2018

Los desafíos de la nación

El día de mañana inician las campañas electorales en todo el país, en donde la elección más importante será la de Presidente de la República. Durante 90 días, los ciudadanos estaremos sometidos a una saturación de promesas y propuestas encaminadas a solucionar los distintos problemas del país y de los mexicanos.

Como ocurre cada seis años, los partidos políticos y sus candidatos buscarán convencernos de que tienen el remedio para hacer frente a los retos de la Nación y garantizarnos un mejor futuro.

Sin embargo, tal parece que al concluir el actual gobierno los problemas no solo siguen siendo los mismos que al inicio del actual sexenio, sino que también hay algo más preocupante: hoy se encuentran agravados, por no decir completamente desbordados.

Me refiero a temas que diariamente son visibles en todo el país: extrema inseguridad, corrupción e impunidad desmedidas, profundización de la desigualdad y la pobreza, escaso crecimiento económico, repunte de la criminalidad, agudización del desempleo, espiral de violencia en contra de las mujeres y los jóvenes, debilidad del estado de derecho, un gobierno rebasado e ineficaz. En fin, un escenario de total desgobierno e incertidumbre.

Los problemas que más urge resolver ahí están y en gran medida son resultado de las “deficiencias del sector público”, que constituyen “el impedimento principal para avanzar, pues obstaculizan la instauración eficaz de políticas públicas”. Además, la “corrupción ha permeado una parte importante del tejido institucional y el Estado de Derecho es frágil”, lo cual, “sumado a los altos niveles de pobreza, vulnerabilidad y desigualdad de la población, frenan la capacidad de crecimiento de la economía mexicana y dificultan transformar el crecimiento en bienestar, dado que México no utiliza todo el talento del que dispone”.

Las citas anteriores, son parte de los argumentos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) consigna en su más reciente estudio denominado Prioridades Estratégicas para México.

En este sentido, el catálogo de prioridades que plantea dicho organismo internacional, van desde el fortalecimiento de la política fiscal y de la gobernanza pública con instituciones públicas de calidad, una lucha más eficaz contra la inseguridad, mejorar la eficacia del sistema judicial, fomentar el desarrollo incluyente y sustentable en todas las regiones y ciudades, alentar el turismo, elevar la calidad y equidad educativas, reformar el mercado laboral para conseguir calidad en el empleo y reducir la informalidad, fortalecer la protección social, impulsar la igualdad de género, hasta proteger el medio ambiente y asegurar un sistema de salud de calidad, entre otras.

Una de las diferentes rutas para resolver la encrucijada del país ha sido trazada por la OCDE, misma que por cierto, no está nada desvinculada de los problemas cotidianos de los ciudadanos.

Desde luego, hay prioridades y, sin duda, los temas de violencia, inseguridad, pobreza, corrupción, impunidad y expansión del crimen organizado merecen atención inmediata, pues tienen enormes repercusiones para la vida, la tranquilidad y el bienestar colectivo.

El día de mañana inician las campañas electorales en todo el país, en donde la elección más importante será la de Presidente de la República. Durante 90 días, los ciudadanos estaremos sometidos a una saturación de promesas y propuestas encaminadas a solucionar los distintos problemas del país y de los mexicanos.

Como ocurre cada seis años, los partidos políticos y sus candidatos buscarán convencernos de que tienen el remedio para hacer frente a los retos de la Nación y garantizarnos un mejor futuro.

Sin embargo, tal parece que al concluir el actual gobierno los problemas no solo siguen siendo los mismos que al inicio del actual sexenio, sino que también hay algo más preocupante: hoy se encuentran agravados, por no decir completamente desbordados.

Me refiero a temas que diariamente son visibles en todo el país: extrema inseguridad, corrupción e impunidad desmedidas, profundización de la desigualdad y la pobreza, escaso crecimiento económico, repunte de la criminalidad, agudización del desempleo, espiral de violencia en contra de las mujeres y los jóvenes, debilidad del estado de derecho, un gobierno rebasado e ineficaz. En fin, un escenario de total desgobierno e incertidumbre.

Los problemas que más urge resolver ahí están y en gran medida son resultado de las “deficiencias del sector público”, que constituyen “el impedimento principal para avanzar, pues obstaculizan la instauración eficaz de políticas públicas”. Además, la “corrupción ha permeado una parte importante del tejido institucional y el Estado de Derecho es frágil”, lo cual, “sumado a los altos niveles de pobreza, vulnerabilidad y desigualdad de la población, frenan la capacidad de crecimiento de la economía mexicana y dificultan transformar el crecimiento en bienestar, dado que México no utiliza todo el talento del que dispone”.

Las citas anteriores, son parte de los argumentos que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) consigna en su más reciente estudio denominado Prioridades Estratégicas para México.

En este sentido, el catálogo de prioridades que plantea dicho organismo internacional, van desde el fortalecimiento de la política fiscal y de la gobernanza pública con instituciones públicas de calidad, una lucha más eficaz contra la inseguridad, mejorar la eficacia del sistema judicial, fomentar el desarrollo incluyente y sustentable en todas las regiones y ciudades, alentar el turismo, elevar la calidad y equidad educativas, reformar el mercado laboral para conseguir calidad en el empleo y reducir la informalidad, fortalecer la protección social, impulsar la igualdad de género, hasta proteger el medio ambiente y asegurar un sistema de salud de calidad, entre otras.

Una de las diferentes rutas para resolver la encrucijada del país ha sido trazada por la OCDE, misma que por cierto, no está nada desvinculada de los problemas cotidianos de los ciudadanos.

Desde luego, hay prioridades y, sin duda, los temas de violencia, inseguridad, pobreza, corrupción, impunidad y expansión del crimen organizado merecen atención inmediata, pues tienen enormes repercusiones para la vida, la tranquilidad y el bienestar colectivo.