/ jueves 23 de enero de 2020

Los dislates del poder

La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con palabras mayores.

Abraham Lincon


1.Gobernar para distraer. La mecánica del control tiene en el ciudadano presidente a un exponente vernáculo consistente y reincidente. Con más de un año en el poder, AMLO sigue usando su púlpito para descalificar y chacotear como parte de su rutina matutina. Los enormes reflectores que le otorgan su altísimo cargo le permiten expandir y verbalizar con efecto multiplicador sus fobias a entes abstractos y no identificables, a quienes les llama genéricamente “conservadores”.

Utiliza las misas de siete para anunciar que no es vengativo y para dar cursitos de historia básica a periodistas elementales y comparsas de un libreto grotesco de lucimiento personal. Asimismo, el foro matutino es plataforma de lanzamiento para ocurrencias y evasivas que pocos le cuestionan directamente. Desde el Palacio Nacional el tabasqueño continúa decretando su verdad, se sigue autoproclamado como albacea del cambio y se deslinda diario de los “otros”. “No somos iguales”, repite con énfasis, y claro que no lo son. Él proviene de un PRI distinto, en extinción, donde se reivindicaba la bandera nacionalista/asistencialista, una mezcla de un seudocardenismo combinado con un rancio echeverrismo. En fin, su anatomía política es muy pobre intelectualmente. Para el ex jefe de gobierno la crisis mexicana arrancó con Miguel de la Madrid, los anteriores presidentes no son cuestionados en ningún momento. Por eso, las épocas vergonzosas del PRI dinosáurico no están en el espejo retrovisor crítico del presidente. Es más, su antineoliberalismo y su discurso “radical” llegan hasta donde Trump quiera o esboce, siquiera, una leve amenaza.

2.La lluvia de desplantes. AMLO ejerce el poder con desparpajo y sin opositores serios. No tiene contrapesos. Esta situación ha hecho que el gobierno transite bajo las ocurrencias, por tal motivo, no es raro ver que un día, sin cominicarlo a su gabinete, invente una rifa para sortear el avión presidencial; o, que, cantiflee ante el baño de sangre que vive el país bajo su escuálida Política Criminológica; además, lanza el INSABI, un programa de salud sin reglas de operación, lastimando, aún más, la salud de los segmentos más precarizados; y, si algo faltara en este coctel estrambótico, hace unas horas ratificó su triste papel de muro represivo de Trump, conteniendo a los migrantes centroamericanos con argumentos formalistas y contrarios a su promesa de campaña de tránsito libre para nuestros vecinos de la región. El poder practicado sin sensatez y controlado por un solo hombre está llevando a las mayorías a terrenos de incertidumbre. Sin rumbo fijo, seguiermos atrapados en las improvisaciones del monarca sexenal.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con palabras mayores.

Abraham Lincon


1.Gobernar para distraer. La mecánica del control tiene en el ciudadano presidente a un exponente vernáculo consistente y reincidente. Con más de un año en el poder, AMLO sigue usando su púlpito para descalificar y chacotear como parte de su rutina matutina. Los enormes reflectores que le otorgan su altísimo cargo le permiten expandir y verbalizar con efecto multiplicador sus fobias a entes abstractos y no identificables, a quienes les llama genéricamente “conservadores”.

Utiliza las misas de siete para anunciar que no es vengativo y para dar cursitos de historia básica a periodistas elementales y comparsas de un libreto grotesco de lucimiento personal. Asimismo, el foro matutino es plataforma de lanzamiento para ocurrencias y evasivas que pocos le cuestionan directamente. Desde el Palacio Nacional el tabasqueño continúa decretando su verdad, se sigue autoproclamado como albacea del cambio y se deslinda diario de los “otros”. “No somos iguales”, repite con énfasis, y claro que no lo son. Él proviene de un PRI distinto, en extinción, donde se reivindicaba la bandera nacionalista/asistencialista, una mezcla de un seudocardenismo combinado con un rancio echeverrismo. En fin, su anatomía política es muy pobre intelectualmente. Para el ex jefe de gobierno la crisis mexicana arrancó con Miguel de la Madrid, los anteriores presidentes no son cuestionados en ningún momento. Por eso, las épocas vergonzosas del PRI dinosáurico no están en el espejo retrovisor crítico del presidente. Es más, su antineoliberalismo y su discurso “radical” llegan hasta donde Trump quiera o esboce, siquiera, una leve amenaza.

2.La lluvia de desplantes. AMLO ejerce el poder con desparpajo y sin opositores serios. No tiene contrapesos. Esta situación ha hecho que el gobierno transite bajo las ocurrencias, por tal motivo, no es raro ver que un día, sin cominicarlo a su gabinete, invente una rifa para sortear el avión presidencial; o, que, cantiflee ante el baño de sangre que vive el país bajo su escuálida Política Criminológica; además, lanza el INSABI, un programa de salud sin reglas de operación, lastimando, aún más, la salud de los segmentos más precarizados; y, si algo faltara en este coctel estrambótico, hace unas horas ratificó su triste papel de muro represivo de Trump, conteniendo a los migrantes centroamericanos con argumentos formalistas y contrarios a su promesa de campaña de tránsito libre para nuestros vecinos de la región. El poder practicado sin sensatez y controlado por un solo hombre está llevando a las mayorías a terrenos de incertidumbre. Sin rumbo fijo, seguiermos atrapados en las improvisaciones del monarca sexenal.

pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

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