/ lunes 11 de febrero de 2019

Los escenarios económicos y las calificadoras

México atraviesa por un momento crucial que se expresa en el arranque de un nuevo gobierno, que en 70 días, ha generado múltiples controversias respecto a una visión económica del país y empieza a echar andar su plan de gobierno. Tanto en el ámbito internacional, como en el nacional las expectativas se reacomodan rápidamente, más aún en un contexto de volatilidad e incertidumbre global.

Desde el punto de vista nacional, destaca la visión que considera errores, decisiones como la cancelación del aeropuerto en Texcoco por sus enormes costos derivados de bonos, deudas y contratos diversos. También destaca la reorganización del presupuesto y la controversia sobre los salarios de los servidores públicos. Otro frente que se abre con grandes costos sociales y económicos, es el efecto del combate al robo de combustible en la logística de la distribución y el abasto.

Sin duda, los bloqueos de la CNTE y la larga demora en resolver el conflicto, generaron un caos logístico a nivel comercial e industrial, así como en otro tipo de abastecimientos con costos superiores a los dos mil millones de pesos por día. Otro fenómeno de descontrol monetario fue la iniciativa en el Senado de la República de cancelar las comisiones bancarias, situación que movió mercados, acciones y expectativas en la gestión económica.

Hasta ahora, los organismos internacionales y las calificadoras habían mantenido un discreto silencio respecto a la evolución acelerada del nuevo gobierno y su enfoque de subsidios a la población, reactivación de las empresas energéticas del país, el combate a la corrupción y muy especialmente, el viraje en la política exterior respecto a lo que sucede en Venezuela con una aparente neutralidad que genera desconfianza.

Organismos como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial ya han expresado sus preocupaciones por una desaceleración del crecimiento global, pero también de México, en un ambiente de incertidumbre generalizado y los efectos de la guerra comercial de EEUU con China.

Los pronósticos para México empiezan a ser reservados en los mercados de deuda, donde las calificadoras están revisando sus proyecciones, a la luz de los anuncios y acciones tomadas por el nuevo gobierno, la incertidumbre en la ratificación del T MEC, la vulnerabilidad financiera país y los efectos en el crecimiento económico producto del arranque de gobierno.

Resalta que haya sido la calificación de la deuda de Pemex -superior a los 100 mil millones de dólares- la que arrojara un cambio preventivo, en tanto que no todas las calificadoras coinciden con la tendencia catastrófica, si coinciden en la necesidad de mejorar las condiciones de la empresa ante una vulnerabilidad manifiesta, la caía de la producción, su régimen fiscal y sus insuficientes proyectos de inversión.

Para la deuda soberana de México hay temas ya señalados de preocupación, como las consultas, la militarización del país y la precaria situación del Estado de Derecho, relacionado con la inseguridad, pero también con la proliferación de conflictos sociales. En el ámbito de la especulación, está el riesgo de que el Gobierno Federal recurra al déficit fiscal y al endeudamiento para financiar sus programas sociales, ante los costos crecientes de sus medidas inmediatas.

Las expectativas de inversión pueden cambiar y la percepción de riesgo aumentar si se materializan las hipótesis de riesgo, entonces la escalada de mala percepción puede impactar la confianza y provocar costos directos por especulación financiera.

La confianza es un pilar de la estabilidad macroeconómica y del ánimo social, y por supuesto, divisa fundamental de la política. La erosión de la confianza se da en varios frentes con costos diferenciados.

El rescate de Pemex tiene esa dualidad, para algunas calificadoras se ve lejos la independencia, operatividad y competitividad de la empresa, y por otro lado, se despliega una vertiente que ve más cerca una reestructuración operativa, mayor capitalización y obligaciones fiscales coherentes para hacer sostenible su propio endeudamiento, innovación y aumento de capacidades.

Lo cierto es que tomar en cuenta calificadoras y organismos internacionales nos ayuda a contrastar nuestra propia visión y enmendar el rumbo -de ser necesario- para dar más confianza a los marcados, ya que otro impuesto carísimo que paga México, es su deuda externa, que puede variar su costo corriente en función de las tasas de interés que se fijan en el mercado y que validan las opiniones de las calificadoras.

Así que bienvenido el diálogo que ofreció el Presidente de México para que la información y la realimentación permitan una mejor percepción del país, de Pemex, sus demás instituciones y mercados. Los tiempos nublados, a nivel global y nacional, no abonan a la confianza.

Vicepresidente de Canacintra

México atraviesa por un momento crucial que se expresa en el arranque de un nuevo gobierno, que en 70 días, ha generado múltiples controversias respecto a una visión económica del país y empieza a echar andar su plan de gobierno. Tanto en el ámbito internacional, como en el nacional las expectativas se reacomodan rápidamente, más aún en un contexto de volatilidad e incertidumbre global.

Desde el punto de vista nacional, destaca la visión que considera errores, decisiones como la cancelación del aeropuerto en Texcoco por sus enormes costos derivados de bonos, deudas y contratos diversos. También destaca la reorganización del presupuesto y la controversia sobre los salarios de los servidores públicos. Otro frente que se abre con grandes costos sociales y económicos, es el efecto del combate al robo de combustible en la logística de la distribución y el abasto.

Sin duda, los bloqueos de la CNTE y la larga demora en resolver el conflicto, generaron un caos logístico a nivel comercial e industrial, así como en otro tipo de abastecimientos con costos superiores a los dos mil millones de pesos por día. Otro fenómeno de descontrol monetario fue la iniciativa en el Senado de la República de cancelar las comisiones bancarias, situación que movió mercados, acciones y expectativas en la gestión económica.

Hasta ahora, los organismos internacionales y las calificadoras habían mantenido un discreto silencio respecto a la evolución acelerada del nuevo gobierno y su enfoque de subsidios a la población, reactivación de las empresas energéticas del país, el combate a la corrupción y muy especialmente, el viraje en la política exterior respecto a lo que sucede en Venezuela con una aparente neutralidad que genera desconfianza.

Organismos como la OCDE, el FMI y el Banco Mundial ya han expresado sus preocupaciones por una desaceleración del crecimiento global, pero también de México, en un ambiente de incertidumbre generalizado y los efectos de la guerra comercial de EEUU con China.

Los pronósticos para México empiezan a ser reservados en los mercados de deuda, donde las calificadoras están revisando sus proyecciones, a la luz de los anuncios y acciones tomadas por el nuevo gobierno, la incertidumbre en la ratificación del T MEC, la vulnerabilidad financiera país y los efectos en el crecimiento económico producto del arranque de gobierno.

Resalta que haya sido la calificación de la deuda de Pemex -superior a los 100 mil millones de dólares- la que arrojara un cambio preventivo, en tanto que no todas las calificadoras coinciden con la tendencia catastrófica, si coinciden en la necesidad de mejorar las condiciones de la empresa ante una vulnerabilidad manifiesta, la caía de la producción, su régimen fiscal y sus insuficientes proyectos de inversión.

Para la deuda soberana de México hay temas ya señalados de preocupación, como las consultas, la militarización del país y la precaria situación del Estado de Derecho, relacionado con la inseguridad, pero también con la proliferación de conflictos sociales. En el ámbito de la especulación, está el riesgo de que el Gobierno Federal recurra al déficit fiscal y al endeudamiento para financiar sus programas sociales, ante los costos crecientes de sus medidas inmediatas.

Las expectativas de inversión pueden cambiar y la percepción de riesgo aumentar si se materializan las hipótesis de riesgo, entonces la escalada de mala percepción puede impactar la confianza y provocar costos directos por especulación financiera.

La confianza es un pilar de la estabilidad macroeconómica y del ánimo social, y por supuesto, divisa fundamental de la política. La erosión de la confianza se da en varios frentes con costos diferenciados.

El rescate de Pemex tiene esa dualidad, para algunas calificadoras se ve lejos la independencia, operatividad y competitividad de la empresa, y por otro lado, se despliega una vertiente que ve más cerca una reestructuración operativa, mayor capitalización y obligaciones fiscales coherentes para hacer sostenible su propio endeudamiento, innovación y aumento de capacidades.

Lo cierto es que tomar en cuenta calificadoras y organismos internacionales nos ayuda a contrastar nuestra propia visión y enmendar el rumbo -de ser necesario- para dar más confianza a los marcados, ya que otro impuesto carísimo que paga México, es su deuda externa, que puede variar su costo corriente en función de las tasas de interés que se fijan en el mercado y que validan las opiniones de las calificadoras.

Así que bienvenido el diálogo que ofreció el Presidente de México para que la información y la realimentación permitan una mejor percepción del país, de Pemex, sus demás instituciones y mercados. Los tiempos nublados, a nivel global y nacional, no abonan a la confianza.

Vicepresidente de Canacintra