/ jueves 14 de enero de 2021

Los estorbos

Lo único que necesita el despotismo es el miedo. La virtud no le hace ninguna falta y el honor sería peligroso.

Montesquieu


Es evidente que al presidente López Obrador le incomoda el pensamiento independiente y crítico, por eso, casi todos los días despotrica contra periódicos, canales de televisión y de radio. Sus blancos preferidos son articulistas y analistas de distinto peso. Desde el púlpito del Palacio Nacional pontifica y reprueba. No convoca al diálogo entre los distintos.


Ahora, en esta misma línea excluyente, AMLO ha decidido volver a poner en funcionamiento una intensa campaña por la desaparición de algunos organismos constitucionales autónomos (antes intentó desaparecer al CONEVAL). El contenido de su discurso es pedestre, al decir que dichas instituciones son producto del Neoliberalismo y que fueron “paleros” que avalaron la corrupción.


El tabasqueño omite señalar que, en varios casos, son producto de antiguas luchas para evitar la discrecionalidad de los gobiernos en el manejo de los recursos públicos. Su especial ofensiva contra el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) no oculta el propósito de tales ataques. El inquilino de Palacio Nacional no quiere transparencia en el manejo del dinero de los contribuyentes. Por eso, se atreve a plantear la barbaridad de que el INAI desaparezca y sea la Secretaría de la Función Pública la que asuma sus funciones. Parece una broma de humor negro.


Pero eso no es todo. En un desplante de ignorancia, también intenta desaparecer el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) cuyo organismo está incluido en el T-Mec con EU y Canadá, como un ente autónomo e independiente al ejecutivo. Eliminarlo implica una renegociación con los signantes. Técnicamente, la lanzada autoritaria del presidente implica la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. No le importa. Ya lo logró con los fideicomisos. Basta desempolvar expedientes de algunos opositores.


Estamos en presencia de una regresión antidemocrática y violatoria del derecho de los ciudadanos a exigir la rendición de cuentas. El equilibrio de poderes no es ahora simplemente el ejercicio de las tres divisiones clásicas. Los organismos autónomos son parte del Estado y son contrapesos reales que favorecen la lucha contra la corrupción. El objetivo debe ser “democratizar la democracia”, diría Boaventura. Más allá de las rutinas sufragistas.


El presidente ataca lo que no puede controlar. Le estorban. Recordemos que existen diez organismos constitucionales autónomos. Su ofensiva es clara (ya vimos lo que hizo con la CNDH). Entre dichas instituciones se encuentra la UNAM. Que nadie lo dude, está en su lista de estorbos para la opacidad y su despotismo. Es necesario reaccionar. Cuidado.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

Lo único que necesita el despotismo es el miedo. La virtud no le hace ninguna falta y el honor sería peligroso.

Montesquieu


Es evidente que al presidente López Obrador le incomoda el pensamiento independiente y crítico, por eso, casi todos los días despotrica contra periódicos, canales de televisión y de radio. Sus blancos preferidos son articulistas y analistas de distinto peso. Desde el púlpito del Palacio Nacional pontifica y reprueba. No convoca al diálogo entre los distintos.


Ahora, en esta misma línea excluyente, AMLO ha decidido volver a poner en funcionamiento una intensa campaña por la desaparición de algunos organismos constitucionales autónomos (antes intentó desaparecer al CONEVAL). El contenido de su discurso es pedestre, al decir que dichas instituciones son producto del Neoliberalismo y que fueron “paleros” que avalaron la corrupción.


El tabasqueño omite señalar que, en varios casos, son producto de antiguas luchas para evitar la discrecionalidad de los gobiernos en el manejo de los recursos públicos. Su especial ofensiva contra el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) no oculta el propósito de tales ataques. El inquilino de Palacio Nacional no quiere transparencia en el manejo del dinero de los contribuyentes. Por eso, se atreve a plantear la barbaridad de que el INAI desaparezca y sea la Secretaría de la Función Pública la que asuma sus funciones. Parece una broma de humor negro.


Pero eso no es todo. En un desplante de ignorancia, también intenta desaparecer el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) cuyo organismo está incluido en el T-Mec con EU y Canadá, como un ente autónomo e independiente al ejecutivo. Eliminarlo implica una renegociación con los signantes. Técnicamente, la lanzada autoritaria del presidente implica la mayoría calificada en el Congreso de la Unión. No le importa. Ya lo logró con los fideicomisos. Basta desempolvar expedientes de algunos opositores.


Estamos en presencia de una regresión antidemocrática y violatoria del derecho de los ciudadanos a exigir la rendición de cuentas. El equilibrio de poderes no es ahora simplemente el ejercicio de las tres divisiones clásicas. Los organismos autónomos son parte del Estado y son contrapesos reales que favorecen la lucha contra la corrupción. El objetivo debe ser “democratizar la democracia”, diría Boaventura. Más allá de las rutinas sufragistas.


El presidente ataca lo que no puede controlar. Le estorban. Recordemos que existen diez organismos constitucionales autónomos. Su ofensiva es clara (ya vimos lo que hizo con la CNDH). Entre dichas instituciones se encuentra la UNAM. Que nadie lo dude, está en su lista de estorbos para la opacidad y su despotismo. Es necesario reaccionar. Cuidado.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter:@pedro_penaloz

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