/ sábado 28 de marzo de 2020

Los jinetes del Apocalipsis cabalgan de nuevo

La Revelación del apóstol Juan nos habla, entrelazando sus secretos, códigos y datos cifrados, de las calamidades que azotan permanentemente a la humanidad y que no podrán ser evitadas: el hambre, la guerra, la peste y la muerte, posiblemente en ese orden consecutivo.

El cuarto de estos jinetes bíblicos es la muerte, fin de todas las cosas. Pero en 2019, diez años después del AH1N1, los jinetes del apocalipsis vuelven a la carga, los cuatro: la guerra, la peste, el hambre, y la muerte. Así, en ese orden. Una guerra biológica, según los datos de científicos con credulidad a lo largo del mundo; una peste sembrada y poderosa; el hambre que se produce por la inactividad; y la muerte.

En los primeros diez de diciembre de 2019, se detectaron dos casos de una nueva cepa viral denominada Corona Virus por la forma detectada bajo los microscopios. Los primeros casos de neumonía fueron detectados en la ciudad de Wuhan, en la China continental. Los casos ocurren entre el 12 y el 29 de diciembre.

El 23 de enero, en una reunión de emergencia, la OMS asegura que el coronavirus de Wuhan aún no constituye una emergencia internacional de salud pública.

El 24 de enero se reportan los primeros casos de coronavirus en Francia. El 26 de enero se confirman más de 2.700 casos en China y 50 en otras partes del mundo. Hay 80 muertos, todos en China.

El 2 de febrero un contagiado muere en Filipinas. Es la primera muerte fuera de China continental.

Después de un periplo de algunos días, el 28 de febrero se confirmaron los primeros dos casos en México, uno en la Ciudad capital, y el segundo en el Estado de Sinaloa. Ambos regresaron de un congreso en Italia. El 29 de febrero, autoridades sanitarias de México confirmaron cuatro casos de coronavirus en diferentes estados.

Al momento de escribir este texto, el territorio mexicano ya está contaminado; hasta ayer Tlaxcala se mantenía inmune. Hoy jueves 26 de febrero de 2020 tenemos 475 casos confirmados, 1,656 sospechosos, y lamentablemente 6 muertos.

Y aquí estamos, en una cuarentena forzada, que seguramente nos llevará a mejores niveles de pensamiento y a pensar en nuestro interior. Nuestro verdadero valor está en nuestra mente, y en nuestra sólida historia. El mexicano es valiente; encara a la muerte vistiéndose de Catrina, y se ríe de ella. Haré un recorrido con distinguidos escritores.

En este recorrido superficial por necesidad aparece William Spratling, encaminador de la industria platera en Taxco, quien publicaba en periódicos neoyorquinos sus comentarios sobre la tierra caliente de México. Decía que ciudades antiguas, templos y pirámides, eran testigos bien claros de una cultura milenaria y de las razas más antiguas del continente. Afirmaba que en la superficie de la milpa y en la choza del campesino de vez en cuando se tropieza uno con dioses esculpidos de mármol, de jade, de barro, todo labrado con un gusto exquisito...todo impregnado de lo que ha sido y será México. Spratling agregaba que a quienes les llega al corazón nuestro país, comprenden que México es México y que en sí mismo es suficientemente especial e intenso como para no necesitar justificación por conexiones remotas.

Para otro periodista, el norteamericano Carleton Beals, México es el resultado de un injerto de lo nuevo en lo viejo; y el economista Stuart Chase, encontró en Tepoztlán, Morelos, el modelo ideal de vida con sus costumbres ancestrales, en donde no existe la industria que invade al hombre moderno y las ambiciones se hallan relegadas en virtud de ese sistema “maravilloso” que impera en la población indígena.

Por su parte, el afamado escritor británico Aldous Huxley opinaba que México constituía una sociedad agrícola del siglo 15 pero que, sin embargo, era el sitio donde los deseos hallaban su realización y se corregían los intolerables malestares del mundo civilizado. Respecto a las obras de D.H. Lawrence y Malcoln Lowry, nuestro poeta Octavio Paz advertía que en las mejores páginas de los dos novelistas de habla inglesa aparecen nuestras montañas y cielos con toda su sombría y delirante grandeza, con toda su inocencia y frescura también. Sin duda son los paisajes con los que se identificó el suizo Emil Ludwig.

“México es el surrealismo, México es para mí la tierra de la belleza convulsiva, el inextinguible depósito de energía romántica”, subrayaba el conocido André Bretón”. El novelista Malcolm Lowry reflexionaba que algunas personas se sienten atraídas por México tanto como por la vida secreta del hombre. Estas personas se preguntaban si el país les podía dar la clave de su verdad interior.

La corrupción y la impunidad son el resultado del acaparamiento, la voracidad, la codicia y la ambición del hombre que también cabalgan a la par que los cuatro jinetes apocalípticos. El hombre nunca dejará de ser el lobo del hombre. Hace veinte siglos lo dijo Juan en su terrífica Revelación.

Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx

La Revelación del apóstol Juan nos habla, entrelazando sus secretos, códigos y datos cifrados, de las calamidades que azotan permanentemente a la humanidad y que no podrán ser evitadas: el hambre, la guerra, la peste y la muerte, posiblemente en ese orden consecutivo.

El cuarto de estos jinetes bíblicos es la muerte, fin de todas las cosas. Pero en 2019, diez años después del AH1N1, los jinetes del apocalipsis vuelven a la carga, los cuatro: la guerra, la peste, el hambre, y la muerte. Así, en ese orden. Una guerra biológica, según los datos de científicos con credulidad a lo largo del mundo; una peste sembrada y poderosa; el hambre que se produce por la inactividad; y la muerte.

En los primeros diez de diciembre de 2019, se detectaron dos casos de una nueva cepa viral denominada Corona Virus por la forma detectada bajo los microscopios. Los primeros casos de neumonía fueron detectados en la ciudad de Wuhan, en la China continental. Los casos ocurren entre el 12 y el 29 de diciembre.

El 23 de enero, en una reunión de emergencia, la OMS asegura que el coronavirus de Wuhan aún no constituye una emergencia internacional de salud pública.

El 24 de enero se reportan los primeros casos de coronavirus en Francia. El 26 de enero se confirman más de 2.700 casos en China y 50 en otras partes del mundo. Hay 80 muertos, todos en China.

El 2 de febrero un contagiado muere en Filipinas. Es la primera muerte fuera de China continental.

Después de un periplo de algunos días, el 28 de febrero se confirmaron los primeros dos casos en México, uno en la Ciudad capital, y el segundo en el Estado de Sinaloa. Ambos regresaron de un congreso en Italia. El 29 de febrero, autoridades sanitarias de México confirmaron cuatro casos de coronavirus en diferentes estados.

Al momento de escribir este texto, el territorio mexicano ya está contaminado; hasta ayer Tlaxcala se mantenía inmune. Hoy jueves 26 de febrero de 2020 tenemos 475 casos confirmados, 1,656 sospechosos, y lamentablemente 6 muertos.

Y aquí estamos, en una cuarentena forzada, que seguramente nos llevará a mejores niveles de pensamiento y a pensar en nuestro interior. Nuestro verdadero valor está en nuestra mente, y en nuestra sólida historia. El mexicano es valiente; encara a la muerte vistiéndose de Catrina, y se ríe de ella. Haré un recorrido con distinguidos escritores.

En este recorrido superficial por necesidad aparece William Spratling, encaminador de la industria platera en Taxco, quien publicaba en periódicos neoyorquinos sus comentarios sobre la tierra caliente de México. Decía que ciudades antiguas, templos y pirámides, eran testigos bien claros de una cultura milenaria y de las razas más antiguas del continente. Afirmaba que en la superficie de la milpa y en la choza del campesino de vez en cuando se tropieza uno con dioses esculpidos de mármol, de jade, de barro, todo labrado con un gusto exquisito...todo impregnado de lo que ha sido y será México. Spratling agregaba que a quienes les llega al corazón nuestro país, comprenden que México es México y que en sí mismo es suficientemente especial e intenso como para no necesitar justificación por conexiones remotas.

Para otro periodista, el norteamericano Carleton Beals, México es el resultado de un injerto de lo nuevo en lo viejo; y el economista Stuart Chase, encontró en Tepoztlán, Morelos, el modelo ideal de vida con sus costumbres ancestrales, en donde no existe la industria que invade al hombre moderno y las ambiciones se hallan relegadas en virtud de ese sistema “maravilloso” que impera en la población indígena.

Por su parte, el afamado escritor británico Aldous Huxley opinaba que México constituía una sociedad agrícola del siglo 15 pero que, sin embargo, era el sitio donde los deseos hallaban su realización y se corregían los intolerables malestares del mundo civilizado. Respecto a las obras de D.H. Lawrence y Malcoln Lowry, nuestro poeta Octavio Paz advertía que en las mejores páginas de los dos novelistas de habla inglesa aparecen nuestras montañas y cielos con toda su sombría y delirante grandeza, con toda su inocencia y frescura también. Sin duda son los paisajes con los que se identificó el suizo Emil Ludwig.

“México es el surrealismo, México es para mí la tierra de la belleza convulsiva, el inextinguible depósito de energía romántica”, subrayaba el conocido André Bretón”. El novelista Malcolm Lowry reflexionaba que algunas personas se sienten atraídas por México tanto como por la vida secreta del hombre. Estas personas se preguntaban si el país les podía dar la clave de su verdad interior.

La corrupción y la impunidad son el resultado del acaparamiento, la voracidad, la codicia y la ambición del hombre que también cabalgan a la par que los cuatro jinetes apocalípticos. El hombre nunca dejará de ser el lobo del hombre. Hace veinte siglos lo dijo Juan en su terrífica Revelación.

Premio Nacional de Periodismo

Fundador de Notimex

pacofonn@yahoo.com.mx