/ martes 2 de marzo de 2021

Los jóvenes ante la pandemia

Por: Fátima Yamel Salgado Naime

Profesora de Posgrado en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Durante la pandemia del COVID-19, muchos jóvenes alrededor del mundo han perdido su empleo, así como la posibilidad de estudiar. Este grupo, generalmente suele ser el más afectado cuando ocurren crisis.

Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señalan que el impacto de la pandemia para los jóvenes ha sido sistemático, profundo y desproporcionado, siendo especialmente difícil para las mujeres jóvenes, los jóvenes más jóvenes y los jóvenes en los países de bajos ingresos.

Los resultados del reporte de la OIT, realizado en 112 países, encontraron que más del 70% de los jóvenes que estudian o estudian y trabajan, se vieron afectados por el cierre de escuelas y universidades. El 65% comunicó haber aprendido menos, debido al cambio hacia el aprendizaje en línea y a distancia. A pesar de los esfuerzos por seguir estudiando, la mitad creía que sus estudios se retrasarían y el 9% que podrían fracasar, mientras el 38% experimentó incertidumbre e inseguridad respecto a su futuro profesional. Para los jóvenes de bajos ingresos, esta situación fue peor, ya que contaron con menos acceso a internet, falta de equipo y de espacio en casa.

Dentro de los jóvenes que trabajaban, 1 de cada 6 perdieron el trabajo desde el inicio de la pandemia y el 42% de los que continuaron trabajando, enfrentaron una reducción en sus ingresos.

Esto repercutió en el bienestar mental de los jóvenes, el reporte encontró que el 50% sufren ansiedad o depresión, mientras los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicaron que el 90% de los jóvenes sufren ansiedad a partir del inicio de la pandemia, aunado a la ruptura de los lazos sociales y la deserción escolar. Datos del Banco Mundial del año 2020, señalan que la educación superior será uno de los aspectos más afectados por la pandemia.

Sin embargo, la otra cara de la moneda nos muestra que los jóvenes se encuentran activos, movilizándose y expresándose en la lucha contra esta crisis. Ya lo decía Sócrates “Nada resulta demasiado difícil para la juventud” y Einstein “Juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad?”.

Al respecto, hemos observado en todo el mundo la iniciativa de los jóvenes como voluntarios para ayudar a personas mayores, en los procesos de vacunación, con clases en línea gratuitas, compartiendo wi-fi, organizando redes de apoyo y donaciones. Los jóvenes están presentes como trabajadores de la salud, liderando movimientos medioambientales y avanzando en diversas áreas como emprendedores, innovadores, investigadores, activistas.

Existen iniciativas mundiales: “Jóvenes como Investigadores” de la UNESCO sobre COVID-19 y la de las organizaciones juveniles del mundo y la OMS, que pusieron en marcha en diciembre 2020 una movilización para responder a los problemas causados por el COVID-19.

Por todo esto, es de vital importancia, que los países generen estrategias y políticas para proteger y apoyar a los jóvenes, con medidas para impulsar el empleo, así como para el apoyo económico y psicológico, garantizando que las voces de los jóvenes formen parte de las soluciones que permitan lograr un mundo más sano, equitativo y seguro.

Por: Fátima Yamel Salgado Naime

Profesora de Posgrado en la Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México.

Durante la pandemia del COVID-19, muchos jóvenes alrededor del mundo han perdido su empleo, así como la posibilidad de estudiar. Este grupo, generalmente suele ser el más afectado cuando ocurren crisis.

Datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), señalan que el impacto de la pandemia para los jóvenes ha sido sistemático, profundo y desproporcionado, siendo especialmente difícil para las mujeres jóvenes, los jóvenes más jóvenes y los jóvenes en los países de bajos ingresos.

Los resultados del reporte de la OIT, realizado en 112 países, encontraron que más del 70% de los jóvenes que estudian o estudian y trabajan, se vieron afectados por el cierre de escuelas y universidades. El 65% comunicó haber aprendido menos, debido al cambio hacia el aprendizaje en línea y a distancia. A pesar de los esfuerzos por seguir estudiando, la mitad creía que sus estudios se retrasarían y el 9% que podrían fracasar, mientras el 38% experimentó incertidumbre e inseguridad respecto a su futuro profesional. Para los jóvenes de bajos ingresos, esta situación fue peor, ya que contaron con menos acceso a internet, falta de equipo y de espacio en casa.

Dentro de los jóvenes que trabajaban, 1 de cada 6 perdieron el trabajo desde el inicio de la pandemia y el 42% de los que continuaron trabajando, enfrentaron una reducción en sus ingresos.

Esto repercutió en el bienestar mental de los jóvenes, el reporte encontró que el 50% sufren ansiedad o depresión, mientras los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indicaron que el 90% de los jóvenes sufren ansiedad a partir del inicio de la pandemia, aunado a la ruptura de los lazos sociales y la deserción escolar. Datos del Banco Mundial del año 2020, señalan que la educación superior será uno de los aspectos más afectados por la pandemia.

Sin embargo, la otra cara de la moneda nos muestra que los jóvenes se encuentran activos, movilizándose y expresándose en la lucha contra esta crisis. Ya lo decía Sócrates “Nada resulta demasiado difícil para la juventud” y Einstein “Juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad?”.

Al respecto, hemos observado en todo el mundo la iniciativa de los jóvenes como voluntarios para ayudar a personas mayores, en los procesos de vacunación, con clases en línea gratuitas, compartiendo wi-fi, organizando redes de apoyo y donaciones. Los jóvenes están presentes como trabajadores de la salud, liderando movimientos medioambientales y avanzando en diversas áreas como emprendedores, innovadores, investigadores, activistas.

Existen iniciativas mundiales: “Jóvenes como Investigadores” de la UNESCO sobre COVID-19 y la de las organizaciones juveniles del mundo y la OMS, que pusieron en marcha en diciembre 2020 una movilización para responder a los problemas causados por el COVID-19.

Por todo esto, es de vital importancia, que los países generen estrategias y políticas para proteger y apoyar a los jóvenes, con medidas para impulsar el empleo, así como para el apoyo económico y psicológico, garantizando que las voces de los jóvenes formen parte de las soluciones que permitan lograr un mundo más sano, equitativo y seguro.