/ viernes 21 de diciembre de 2018

Los jóvenes que no estudian ni trabajan

Ahora que estamos en plena etapa de anuncios de planes y buenas intenciones -pero también de intensas polémicas y desaciertos por parte del nuevo gobierno-, quiero abordar uno de los temas que a muchos nos preocupa, el de los jóvenes llamados “Ninis”, aquellas mujeres y hombres que también forman parte de los Millennials. La semana pasada, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en coordinación con otras instituciones, anunciaron los resultados del estudio: “Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?”. En lo personal, considero que no sólo se trata de una de las investigaciones más interesantes que hasta ahora se han realizado, sino que también, nos ofrece una novedosa aportación sobre el tema, considerando que los “Ninis” han sido estigmatizados; incluso, en algunas ocasiones se ha llegado a dar un sentido peyorativo al término.

En diferentes espacios, reiteradamente se afirma que en los jóvenes radica el futuro de la Nación y más aún, que son la esperanza de México. Pero antes que cargarles dicha responsabilidad, hay que empezar por comprender que, como bien lo dice el BID, “la juventud es una etapa crítica en la vida de las personas: un periodo de transición, en el que se han de tomar decisiones trascendentales en muchos ámbitos, especialmente en la educación y el trabajo”.

Efectivamente, los jóvenes tienen que elegir entre estudiar, trabajar o ambas actividades; sin embargo, las circunstancias y las necesidades que cada uno vive, hace que las decisiones resulten diametralmente opuestas entre grupos de la misma edad. Desde luego, no es válido elegir no estudiar ni trabajar, y menos en un país con tanto potencial humano como el nuestro.

Sin ánimo de hacer un recuento amplio del estudio citado, hay que llamar la atención que México ocupa el primer lugar en el número de jóvenes que no estudian ni trabajan. Dicho de otra forma, el resto de los países considerados por el BID están en una mejor condición que nosotros: Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, Paraguay, Perú y Uruguay.

El dato inquietante es que el 25 por ciento de jóvenes mexicanos entre los 15 y 24 años no estudian ni trabajan. Estamos hablando de poco más de 5 millones de mujeres y hombres, de acuerdo con las estadísticas que maneja el Instituto Mexicano de la Juventud.

Pero echemos un vistazo a qué pasa con esos jóvenes. Veamos qué están haciendo, pues la investigación del BID nos ofrece esa posibilidad.

La nueva perspectiva que aporta el BID, sugiere que “el término nini puede llevar a considerarlos como ociosos e improductivos”, pero su “realidad es otra”.

En el caso mexicano, una gran mayoría -casi todos-, realiza labores domésticas o prestan ayuda en los negocios de sus familias, otros se dedican al cuidado de familiares, a buscar trabajo, hay quienes padecen alguna discapacidad y verdaderamente son muy pocos los que no realizan ninguna de estas actividades.

En consecuencia, el estudio en cuestión nos invita a abordar la situación de los “ninis” también desde un enfoque diferente -y esto es lo novedoso-, pues sostiene la idea de que “la mayoría de los ninis no son jóvenes carentes de obligaciones, sino que realizan otras actividades productivas”, que esas labores son valoradas por sus entornos y que, particularmente, se trata de jóvenes mal clasificados, puesto que muchos forman parte de la fuerza laboral.

En realidad, la situación por la que atraviesan estos millones de jóvenes, mujeres y hombres, es resultado del abandono y la falta de oportunidades, particularmente en educación y empleo formal.

En consecuencia, el desafío que tenemos como país es reorientar las políticas y acciones de gobierno con el objetivo de construirles futuro, despertarles el entusiasmo y la esperanza. Y esto sólo será posible en la medida en que se incentive su formalización en el empleo; se amplíen las oportunidades de acceso a la educación, formación y capacitación; se aprovechen las habilidades tecnológicas que distinguen a los Millennials; que reciban orientación; que se aliente su autoestima y optimismo. En concordancia con lo que sostiene el BID, hay que empezar por no estigmatizaw absolutamente nada.

Invertir en la juventud es el gran reto. Y por ello, lamento mucho que en Proyecto del Paquete Económico 2019, se castigaba presupuestalmente a las universidades, enhorabuena la corrección del Presidente, hoy mas que nunca está claro que su fortalecimiento financiero debe ser una prioridad. Amables lectoras y lectores: Las fiestas decembrinas están por llegar; por lo que es muy grato expresarles mis más sinceras felicitaciones. Deseo que la paz y la armonía iluminen su vida y la de sus seres más queridos. Y que la llegada de un Nuevo Año, permita reemprender nuestro camino hacia el cumplimiento de las metas y los sueños, personales y familiares, que más anhelamos.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación

Ahora que estamos en plena etapa de anuncios de planes y buenas intenciones -pero también de intensas polémicas y desaciertos por parte del nuevo gobierno-, quiero abordar uno de los temas que a muchos nos preocupa, el de los jóvenes llamados “Ninis”, aquellas mujeres y hombres que también forman parte de los Millennials. La semana pasada, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en coordinación con otras instituciones, anunciaron los resultados del estudio: “Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?”. En lo personal, considero que no sólo se trata de una de las investigaciones más interesantes que hasta ahora se han realizado, sino que también, nos ofrece una novedosa aportación sobre el tema, considerando que los “Ninis” han sido estigmatizados; incluso, en algunas ocasiones se ha llegado a dar un sentido peyorativo al término.

En diferentes espacios, reiteradamente se afirma que en los jóvenes radica el futuro de la Nación y más aún, que son la esperanza de México. Pero antes que cargarles dicha responsabilidad, hay que empezar por comprender que, como bien lo dice el BID, “la juventud es una etapa crítica en la vida de las personas: un periodo de transición, en el que se han de tomar decisiones trascendentales en muchos ámbitos, especialmente en la educación y el trabajo”.

Efectivamente, los jóvenes tienen que elegir entre estudiar, trabajar o ambas actividades; sin embargo, las circunstancias y las necesidades que cada uno vive, hace que las decisiones resulten diametralmente opuestas entre grupos de la misma edad. Desde luego, no es válido elegir no estudiar ni trabajar, y menos en un país con tanto potencial humano como el nuestro.

Sin ánimo de hacer un recuento amplio del estudio citado, hay que llamar la atención que México ocupa el primer lugar en el número de jóvenes que no estudian ni trabajan. Dicho de otra forma, el resto de los países considerados por el BID están en una mejor condición que nosotros: Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, Paraguay, Perú y Uruguay.

El dato inquietante es que el 25 por ciento de jóvenes mexicanos entre los 15 y 24 años no estudian ni trabajan. Estamos hablando de poco más de 5 millones de mujeres y hombres, de acuerdo con las estadísticas que maneja el Instituto Mexicano de la Juventud.

Pero echemos un vistazo a qué pasa con esos jóvenes. Veamos qué están haciendo, pues la investigación del BID nos ofrece esa posibilidad.

La nueva perspectiva que aporta el BID, sugiere que “el término nini puede llevar a considerarlos como ociosos e improductivos”, pero su “realidad es otra”.

En el caso mexicano, una gran mayoría -casi todos-, realiza labores domésticas o prestan ayuda en los negocios de sus familias, otros se dedican al cuidado de familiares, a buscar trabajo, hay quienes padecen alguna discapacidad y verdaderamente son muy pocos los que no realizan ninguna de estas actividades.

En consecuencia, el estudio en cuestión nos invita a abordar la situación de los “ninis” también desde un enfoque diferente -y esto es lo novedoso-, pues sostiene la idea de que “la mayoría de los ninis no son jóvenes carentes de obligaciones, sino que realizan otras actividades productivas”, que esas labores son valoradas por sus entornos y que, particularmente, se trata de jóvenes mal clasificados, puesto que muchos forman parte de la fuerza laboral.

En realidad, la situación por la que atraviesan estos millones de jóvenes, mujeres y hombres, es resultado del abandono y la falta de oportunidades, particularmente en educación y empleo formal.

En consecuencia, el desafío que tenemos como país es reorientar las políticas y acciones de gobierno con el objetivo de construirles futuro, despertarles el entusiasmo y la esperanza. Y esto sólo será posible en la medida en que se incentive su formalización en el empleo; se amplíen las oportunidades de acceso a la educación, formación y capacitación; se aprovechen las habilidades tecnológicas que distinguen a los Millennials; que reciban orientación; que se aliente su autoestima y optimismo. En concordancia con lo que sostiene el BID, hay que empezar por no estigmatizaw absolutamente nada.

Invertir en la juventud es el gran reto. Y por ello, lamento mucho que en Proyecto del Paquete Económico 2019, se castigaba presupuestalmente a las universidades, enhorabuena la corrección del Presidente, hoy mas que nunca está claro que su fortalecimiento financiero debe ser una prioridad. Amables lectoras y lectores: Las fiestas decembrinas están por llegar; por lo que es muy grato expresarles mis más sinceras felicitaciones. Deseo que la paz y la armonía iluminen su vida y la de sus seres más queridos. Y que la llegada de un Nuevo Año, permita reemprender nuestro camino hacia el cumplimiento de las metas y los sueños, personales y familiares, que más anhelamos.

Presidente de la Academia Mexicana de Educación