/ jueves 9 de septiembre de 2021

Los juegos de palacio

No podemos luchar contra el futuro. El tiempo está de su parte.

William Ewart Gladstone


La salida de Julio Scherer Ibarra de la Consejería Jurídica de la presidencia, es el banderazo inequívoco de un cambio en el equipo operativo de López Obrador. Pero, sobre todo, debe entenderse como el cierre de filas con los verdaderamente leales al tabasqueño. Se trata de construir la pista de salida del gobierno con andamiajes sólidos y confiables.

Recordemos que las “renuncias” y cambios del gabinete han fortalecido la lealtad total al presidente: Ramírez de la O, Delfina Gómez, Tatiana Clouthier, Javier May y Rosa Icela Rodríguez, quienes no trastocan el libreto obradorista. Sin olvidar, el despido de Irma Eréndira, el cual sólo fue un ajuste de cuentas por atreverse a torpedear la candidatura de Salgado Macedonio. Nada importante para los dictados del tabasqueño.

La pieza que faltaba para deshacerse de los simples “compañeros de viaje” era Olga Sánchez Cordero. A quién le asignó un papel secundario en la toma de decisiones, incluso la propia ex ministra denunció públicamente acciones de misoginia en su contra en el gabinete de seguridad. De ser una especie de secretaria del interior, fue una dependencia reducida a temas de los derechos de las mujeres y los desaparecidos, especialmente de los 43 de Ayotzinapa. Incluso, un caso humillante para Sánchez Cordero, fue el tema migratorio, que orgánicamente le compete a dicha institución, lo administra políticamente Marcelo Ebrard y en la contención la Guardia Nacional y los gorilas agentes de Migración, cuyo jefe, Francisco Garduño, acuerda directamente con AMLO. Así, el único que tiene reflectores es Alejandro Encinas con la propaganda de atención a los desaparecidos. Un simple personaje “maleable”.

El nuevo ajuste es claro. La llegada de Adán Augusto López ha sido manejada con bombo y platillo por el presidente y no es para menos, su hermandad va más allá de lo formal. Aunque no se le conoce oficio político, será el nuevo secretario quien se encargue de la relación con los otros dos poderes y los gobernadores, funciones que hacía Scherer parcialmente. Claro, la confianza es distinta.

Ahora, AMLO se podrá avocar a manejar los ritmos de la prematura sucesión y los puntos pendientes de su agenda. Mantendrá su bombardeo a los distintos y tratará de llevar a la cárcel a algunos trofeos mediáticos. Supone que con el círculo tabasqueño y otros de su club tendrá una barrera de protección. El único problema será la convulsa realidad política, social y económica que no es una variable dependiente del humor del inquilino de Palacio Nacional. Todavía faltan algunos escenarios.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz


No podemos luchar contra el futuro. El tiempo está de su parte.

William Ewart Gladstone


La salida de Julio Scherer Ibarra de la Consejería Jurídica de la presidencia, es el banderazo inequívoco de un cambio en el equipo operativo de López Obrador. Pero, sobre todo, debe entenderse como el cierre de filas con los verdaderamente leales al tabasqueño. Se trata de construir la pista de salida del gobierno con andamiajes sólidos y confiables.

Recordemos que las “renuncias” y cambios del gabinete han fortalecido la lealtad total al presidente: Ramírez de la O, Delfina Gómez, Tatiana Clouthier, Javier May y Rosa Icela Rodríguez, quienes no trastocan el libreto obradorista. Sin olvidar, el despido de Irma Eréndira, el cual sólo fue un ajuste de cuentas por atreverse a torpedear la candidatura de Salgado Macedonio. Nada importante para los dictados del tabasqueño.

La pieza que faltaba para deshacerse de los simples “compañeros de viaje” era Olga Sánchez Cordero. A quién le asignó un papel secundario en la toma de decisiones, incluso la propia ex ministra denunció públicamente acciones de misoginia en su contra en el gabinete de seguridad. De ser una especie de secretaria del interior, fue una dependencia reducida a temas de los derechos de las mujeres y los desaparecidos, especialmente de los 43 de Ayotzinapa. Incluso, un caso humillante para Sánchez Cordero, fue el tema migratorio, que orgánicamente le compete a dicha institución, lo administra políticamente Marcelo Ebrard y en la contención la Guardia Nacional y los gorilas agentes de Migración, cuyo jefe, Francisco Garduño, acuerda directamente con AMLO. Así, el único que tiene reflectores es Alejandro Encinas con la propaganda de atención a los desaparecidos. Un simple personaje “maleable”.

El nuevo ajuste es claro. La llegada de Adán Augusto López ha sido manejada con bombo y platillo por el presidente y no es para menos, su hermandad va más allá de lo formal. Aunque no se le conoce oficio político, será el nuevo secretario quien se encargue de la relación con los otros dos poderes y los gobernadores, funciones que hacía Scherer parcialmente. Claro, la confianza es distinta.

Ahora, AMLO se podrá avocar a manejar los ritmos de la prematura sucesión y los puntos pendientes de su agenda. Mantendrá su bombardeo a los distintos y tratará de llevar a la cárcel a algunos trofeos mediáticos. Supone que con el círculo tabasqueño y otros de su club tendrá una barrera de protección. El único problema será la convulsa realidad política, social y económica que no es una variable dependiente del humor del inquilino de Palacio Nacional. Todavía faltan algunos escenarios.


pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz


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