/ martes 17 de julio de 2018

Los más ricos e informados votaron por AMLO

Han aflorado diversos elementos interesantes entre los resultados de las recientes elecciones, sobre los cuales vale la pena poner atención para tratar de comprender mejor tanto lo sucedido como las reacciones que son probables de esperar. En virtud de tener una muy mala opinión del candidato triunfador de la contienda, me llama especialmente la atención el que, de acuerdo con un análisis de encuestas de salida de urnas aplicado por la confiable encuestadora Parametría, el presidente electo AMLO fue favorecido con el voto de las personas con mayor formación académica y más elevado nivel de ingresos.

A medida que subía el nivel académico aumentaba el porcentaje de votación del candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”. Tengamos en cuenta que alcanzó un 53% de la votación total. Partía de 45% entre los electores sin estudio e iba subiendo en forma consistente hasta alcanzar el 65% de aquellos con nivel universitario o mayor. En sentido contrario el candidato con más deslumbrante trayectoria tanto académica como profesional y de armónica personalidad conciliadora, quien obtuvo apenas un 16% de la votación total, José Antonio Meade candidato de la coalición “Todos Por México”, consiguió su mayor porcentaje entre los sin estudio para ir cayendo hasta apenas el 7% entre los de mayor nivel académico. Los otros dos candidatos no tuvieron variaciones tan drásticas.

En cuanto a niveles de ingresos, me resultó igualmente sorprendente, ya que aconteció algo similar: partiendo de quienes tenían ingresos menores a 786 pesos mensuales y subiendo gradualmente hasta aquellos con ingresos mayores a $15,170, nos encontramos con que entre los de menores ingresos AMLO obtuvo una votación 9% menor a su total, es decir 44%, pero a partir de ahí fue subiendo sistemáticamente hasta alcanzar 64% entre los de mayores ingresos. En contrapartida Meade consiguió su mejor resultado entre los de menores percepciones con 29%, para ir cayendo hasta el 8% entre los de mayor poder económico.

Tomando en cuenta que tanto el voto diferenciado como el volátil, sin lealtad o arraigo alguno de carácter partidista, ha tendido a expandirse con mayor fuerza entre los estratos sociales con mayor nivel de formación e información, someto aventurera hipótesis explicatoria a la consideración de los informados lectores de “El Sol de México”: como sucede con muchos hábitos sociales, la posición de los estratos hegemónicos tiende gradualmente a ser asimilada por los estratos menos favorecidos y en este caso estamos presenciando que los sectores mejor acomodados están influyendo globalmente al adoptar un comportamiento electoral caracterizado por abruptos e inusitados saltos en sus preferencias electorales, como se expuso en la colaboración del pasado jueves contrastando los resultados de 2015 con los de 2018.

Ahora los estratos privilegiados, pero con una influencia e impactos cada vez más amplios, están optando por bruscos cambios para castigar las deficiencias de los gobiernos en funciones. Con anterioridad era muy común que el partido que detentaba el gobierno tenía mayores posibilidades de retenerlo, ahora de forma cada vez más acentuada se está volviendo crecientemente difícil el retenerlo. Ojalá ese efecto logre que los gobiernos se vayan volviendo mucho más responsables, eficientes y honestos respecto al deplorable nivel que hoy ostentan.

amartinezv@derecho.unam.mx @AlejoMVendrell

Han aflorado diversos elementos interesantes entre los resultados de las recientes elecciones, sobre los cuales vale la pena poner atención para tratar de comprender mejor tanto lo sucedido como las reacciones que son probables de esperar. En virtud de tener una muy mala opinión del candidato triunfador de la contienda, me llama especialmente la atención el que, de acuerdo con un análisis de encuestas de salida de urnas aplicado por la confiable encuestadora Parametría, el presidente electo AMLO fue favorecido con el voto de las personas con mayor formación académica y más elevado nivel de ingresos.

A medida que subía el nivel académico aumentaba el porcentaje de votación del candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”. Tengamos en cuenta que alcanzó un 53% de la votación total. Partía de 45% entre los electores sin estudio e iba subiendo en forma consistente hasta alcanzar el 65% de aquellos con nivel universitario o mayor. En sentido contrario el candidato con más deslumbrante trayectoria tanto académica como profesional y de armónica personalidad conciliadora, quien obtuvo apenas un 16% de la votación total, José Antonio Meade candidato de la coalición “Todos Por México”, consiguió su mayor porcentaje entre los sin estudio para ir cayendo hasta apenas el 7% entre los de mayor nivel académico. Los otros dos candidatos no tuvieron variaciones tan drásticas.

En cuanto a niveles de ingresos, me resultó igualmente sorprendente, ya que aconteció algo similar: partiendo de quienes tenían ingresos menores a 786 pesos mensuales y subiendo gradualmente hasta aquellos con ingresos mayores a $15,170, nos encontramos con que entre los de menores ingresos AMLO obtuvo una votación 9% menor a su total, es decir 44%, pero a partir de ahí fue subiendo sistemáticamente hasta alcanzar 64% entre los de mayores ingresos. En contrapartida Meade consiguió su mejor resultado entre los de menores percepciones con 29%, para ir cayendo hasta el 8% entre los de mayor poder económico.

Tomando en cuenta que tanto el voto diferenciado como el volátil, sin lealtad o arraigo alguno de carácter partidista, ha tendido a expandirse con mayor fuerza entre los estratos sociales con mayor nivel de formación e información, someto aventurera hipótesis explicatoria a la consideración de los informados lectores de “El Sol de México”: como sucede con muchos hábitos sociales, la posición de los estratos hegemónicos tiende gradualmente a ser asimilada por los estratos menos favorecidos y en este caso estamos presenciando que los sectores mejor acomodados están influyendo globalmente al adoptar un comportamiento electoral caracterizado por abruptos e inusitados saltos en sus preferencias electorales, como se expuso en la colaboración del pasado jueves contrastando los resultados de 2015 con los de 2018.

Ahora los estratos privilegiados, pero con una influencia e impactos cada vez más amplios, están optando por bruscos cambios para castigar las deficiencias de los gobiernos en funciones. Con anterioridad era muy común que el partido que detentaba el gobierno tenía mayores posibilidades de retenerlo, ahora de forma cada vez más acentuada se está volviendo crecientemente difícil el retenerlo. Ojalá ese efecto logre que los gobiernos se vayan volviendo mucho más responsables, eficientes y honestos respecto al deplorable nivel que hoy ostentan.

amartinezv@derecho.unam.mx @AlejoMVendrell