/ viernes 19 de junio de 2020

Los metales en las macroalgas

Por Lía Celina Méndez Rodríguez y Elisa Serviere-Zaragoza (Cibnor)


Las macroalgas son un componente notable de la flora marina, las cuales generalmente se encuentran creciendo en el fondo del mar adheridas a un sustrato. Su cuerpo carece de estructuras características de plantas vasculares como raíces, tallos y hojas, y se le denomina talo.

Estos organismos sintetizan su propia energía a partir del sol (fotosíntesis), y con base a la combinación de sus pigmentos fotosintéticos (tipos de clorofilas, carotenoides, xantofilas y ficobiliproteínas) se distinguen tres grupos: a) las algas verdes Chlorophyta; b) las algas pardas Ochrophyta-Phaeophyceae y c) las algas rojas Rhodophyta.

Además de su importancia ecológica como productores primarios del planeta, al ser el primer eslabón de la cadena alimenticia, también son un recurso de gran valor económico ya que tienen diversos usos, que van desde su consumo como alimento hasta la obtención de compuestos para la industria; muchas de estas aplicaciones dependen de su contenido de minerales, que su vez, están compuestos por elementos químicos.

Las macroalgas requieren carbono inorgánico, agua, luz y varios minerales para llevar a cabo la fotosíntesis y su crecimiento. En particular, los minerales están compuestos por elementos químicos, siendo algunos de ellos esenciales para que pueda sobrevivir y crecer cualquier tipo de macroalga (carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo, magnesio, cobre, manganeso, zinc y molibdeno), mientras que otros no son esenciales o requeridos por todas las especies de macroalgas (por ejemplo, sodio, cobalto, vanadio, selenio, cloro, boro).

En los procesos asociados a fotosíntesis se conoce que el cobre forma parte de moléculas involucradas en el transporte de electrones durante la fotosíntesis (plastocianina), mientras que el manganeso, el zinc, el hierro y el molibdeno se asocian a la formación de tejidos y actúan como cofactores enzimáticos.

En las macroalgas, las concentraciones de metales pueden alcanzar hasta varios órdenes de magnitud por arriba a la que se encuentra en las aguas circundantes, aunque la cantidad acumulada dependerá de la especie, condiciones ambientales y ubicación geográfica. Se han descrito distintos mecanismos para la retención de metales por parte de éstos organismos, destacando la participación de polisacáridos como los alginatos y fucoidanes.

Por su parte, la falta de algún metal puede limitar el crecimiento de las algas y el exceso puede causar efectos tóxicos y hasta la muerte de las mismas. Cuando las concentraciones de los metales no son letales, las macroalgas tienen mecanismos de estrés oxidativo que pueden reducir la toxicidad y la síntesis de compuestos que ayudan a que, eventualmente, eliminen de sus tejidos el exceso o los elementos no requeridos para su metabolismo.

Las técnicas más comúnmente utilizadas para medir la concentración de metales en las macroalgas marinas son la espectrofotometría de absorción atómica, la espectroscopía de emisión óptica de plasma acoplada inductivamente (ICP-OES), y la espectrometría de masas plasmáticas acopladas inductivamente (ICP-MS), aunque existen otras más.

Estudios relacionados al contenido de metales y metaloides en macroalgas marinas han sido realizados en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) desde el año 2005. En ese sentido, la generación, difusión y divulgación de conocimiento, y formación de recursos humanos han sido posibles gracias al financiamiento de diversos apoyos, como el proyecto Cibnor de la Convocatoria de Conacyt Ciencia Básica 2017-2018 "Análisis de la capacidad de remoción de arsénico en agua utilizando el alga café Sargassum sinicola" (A1-S-26700) y el proyecto de colaboración Cinvestav-Cibnor CONACYT PN-2015-01-575 “Valorización de la biomasa de arribazón del género Sargassum para su uso y aprovechamiento".


Autoras

La doctora en Ciencias Lía Celina Méndez Rodríguez es investigadora titular C (ITC) en el Programa de Planeación Ambiental y Conservación, y la

y la doctora en Ciencias Elisa Serviere-Zaragoza es investigadora titular C (ITC) en el Programa de Ecología Pesquera, ambas en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor). Contacto: maestra Cinthya Castro en el correo ccastro@cibnor.mx.


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Por Lía Celina Méndez Rodríguez y Elisa Serviere-Zaragoza (Cibnor)


Las macroalgas son un componente notable de la flora marina, las cuales generalmente se encuentran creciendo en el fondo del mar adheridas a un sustrato. Su cuerpo carece de estructuras características de plantas vasculares como raíces, tallos y hojas, y se le denomina talo.

Estos organismos sintetizan su propia energía a partir del sol (fotosíntesis), y con base a la combinación de sus pigmentos fotosintéticos (tipos de clorofilas, carotenoides, xantofilas y ficobiliproteínas) se distinguen tres grupos: a) las algas verdes Chlorophyta; b) las algas pardas Ochrophyta-Phaeophyceae y c) las algas rojas Rhodophyta.

Además de su importancia ecológica como productores primarios del planeta, al ser el primer eslabón de la cadena alimenticia, también son un recurso de gran valor económico ya que tienen diversos usos, que van desde su consumo como alimento hasta la obtención de compuestos para la industria; muchas de estas aplicaciones dependen de su contenido de minerales, que su vez, están compuestos por elementos químicos.

Las macroalgas requieren carbono inorgánico, agua, luz y varios minerales para llevar a cabo la fotosíntesis y su crecimiento. En particular, los minerales están compuestos por elementos químicos, siendo algunos de ellos esenciales para que pueda sobrevivir y crecer cualquier tipo de macroalga (carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo, magnesio, cobre, manganeso, zinc y molibdeno), mientras que otros no son esenciales o requeridos por todas las especies de macroalgas (por ejemplo, sodio, cobalto, vanadio, selenio, cloro, boro).

En los procesos asociados a fotosíntesis se conoce que el cobre forma parte de moléculas involucradas en el transporte de electrones durante la fotosíntesis (plastocianina), mientras que el manganeso, el zinc, el hierro y el molibdeno se asocian a la formación de tejidos y actúan como cofactores enzimáticos.

En las macroalgas, las concentraciones de metales pueden alcanzar hasta varios órdenes de magnitud por arriba a la que se encuentra en las aguas circundantes, aunque la cantidad acumulada dependerá de la especie, condiciones ambientales y ubicación geográfica. Se han descrito distintos mecanismos para la retención de metales por parte de éstos organismos, destacando la participación de polisacáridos como los alginatos y fucoidanes.

Por su parte, la falta de algún metal puede limitar el crecimiento de las algas y el exceso puede causar efectos tóxicos y hasta la muerte de las mismas. Cuando las concentraciones de los metales no son letales, las macroalgas tienen mecanismos de estrés oxidativo que pueden reducir la toxicidad y la síntesis de compuestos que ayudan a que, eventualmente, eliminen de sus tejidos el exceso o los elementos no requeridos para su metabolismo.

Las técnicas más comúnmente utilizadas para medir la concentración de metales en las macroalgas marinas son la espectrofotometría de absorción atómica, la espectroscopía de emisión óptica de plasma acoplada inductivamente (ICP-OES), y la espectrometría de masas plasmáticas acopladas inductivamente (ICP-MS), aunque existen otras más.

Estudios relacionados al contenido de metales y metaloides en macroalgas marinas han sido realizados en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor) desde el año 2005. En ese sentido, la generación, difusión y divulgación de conocimiento, y formación de recursos humanos han sido posibles gracias al financiamiento de diversos apoyos, como el proyecto Cibnor de la Convocatoria de Conacyt Ciencia Básica 2017-2018 "Análisis de la capacidad de remoción de arsénico en agua utilizando el alga café Sargassum sinicola" (A1-S-26700) y el proyecto de colaboración Cinvestav-Cibnor CONACYT PN-2015-01-575 “Valorización de la biomasa de arribazón del género Sargassum para su uso y aprovechamiento".


Autoras

La doctora en Ciencias Lía Celina Méndez Rodríguez es investigadora titular C (ITC) en el Programa de Planeación Ambiental y Conservación, y la

y la doctora en Ciencias Elisa Serviere-Zaragoza es investigadora titular C (ITC) en el Programa de Ecología Pesquera, ambas en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor). Contacto: maestra Cinthya Castro en el correo ccastro@cibnor.mx.


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