/ viernes 26 de marzo de 2021

Los olvidados de la pandemia

La pandemia por Covid-19 en México no terminará con la disminución de los contagios o muerte, independientemente de los semáforos epidemiológicos y de continuar la vida con medidas sanitarias y confinamientos, existen factores que prevalecerán y que se encuentran en la opacidad respecto a su nivel de afectación e impacto en nuestras niñas, niños y adolescentes.

Tras las cortinas y puertas de los hogares se ocultan las necesidades y derechos de la niñez y adolescencias hoy en el olvido por el Estado y la sociedad misma, bajo la idea equivocada de que el coronavirus no afecta a los más pequeños o en los efectos colaterales de que su padre, madre o cuidadores mueran. Vale recordar que cuando una persona fallece por Covid-19, los familiares no tienen la oportunidad de despedirse, ni de realizar rituales acostumbrados, una oportunidad mucho más lejana cuando de infancia se trata, convirtiéndose ésta en una experiencia traumática que los acompañará el resto de su vida.

Es así que, a un año de esta pandemia, en nuestro país se registraron cerca de 47 mil casos que dieron positivo en personas menores de 17 años. Pero el peor síntoma de la pandemia, está en la omisión de las autoridades sobre los riesgos y efectos dañinos que existen, más allá del propio virus y que los coloca en una situación todavía más compleja, incluso que los adultos mayores.

De acuerdo al informe presentado por Red de Infancia México 2020 "Balance Anual REDIM 2020: el año Sidemia y el abandono de la niñez en México", en el que se exponen consecuencias y riesgos que afectan a la población infantil a razón del Covid-19, se destacan los factores de sobrepeso y obesidad infantil como una afectación que aumenta en gran proporción el riesgo ante cualquier padecimiento, incluyendo el de este virus, sin embargo las autoridades de salud o de protección a la infancia, no han tomado medidas especiales de prevención o atención en estos casos, muy posiblemente existentes en los casos registrados como positivos y en los decesos ocurridos.

Otra condición y quizá la principal que afecta a esta población se dio con el cierre de las escuelas, la cual generará, sin lugar a duda, consecuencias catastróficas para el aprendizaje, la creación de redes sociales entre pares tan necesarias en estás edades y el desarrollo de niñas, niños y adolescentes. El cierre de escuelas provoca efectos colaterales, y diferenciados entre niñas y niños, tan solo en el ciclo 2020-2021 se estima una reducción del 10 por ciento de la matrícula en el nivel básico, mayormente en los casos registrados son niñas y adolescentes mujeres, cifra que podría duplicarse en el siguiente ciclo escolar.

Los más vulnerables ante la anterior condición sin duda es la población infantil y adolescente que vive en marginación que difícilmente ha podido acceder al aprendizaje a distancia y que no regresó más a continuar sus estudios a razón de los cierres prolongados de las escuelas y que, para muchos de ellos, la opción fue ser incluidos en el trabajo doméstico y/o al ámbito laboral informal o de explotación, o bien, se vieron obligados a contraer matrimonio o unirse tempranamente en pareja, dando a su vez lugar a embarazos no deseados.

Sabemos que las uniones tempranas propician en gran medida el abandono de educación formal, particularmente de las niñas y las mujeres adolescentes, además de estar expuestas a embarazos riesgosos, lo que las coloca en una doble condición de vulnerabilidad. Existen estimaciones en este sentido en las que se pronostica un aumento de más del 12 por ciento en el registro de casos del 2020, respecto a los de 2019, de embarazos no planeados en menores de edad ante las referidas uniones tempranas, el confinamiento y abandono escolar, pero también, a consecuencia de posibles abusos sexuales dentro de sus propios hogares. Es también sabido que una de las principales formas de violencia por razón de género expresadas con el abuso, maltrato y acoso o violación sexual en la infancia y adolescencia, ocurre dentro de los hogares, otra afectación que se ha incrementado en consecuencia de la pandemia por el confinamiento, crisis, como la salud mental y que de igual manera, no está siendo resuelta.

Otro elemento que ha impactado a la infancia y adolescencia es la condición económica de los hogares, en los que ante la crisis se ha recurrido al trabajo infantil, principalmente en varones, como una opción de sobrevivencia en consideración del ‘mito’ de que los menores no corren riesgo grave de contagio. Este fenómeno económico afectó, de igual o mayor manera, a las mujeres menores de edad a las que, ante la necesidad de buscar formas de subsistencia, se le deja a cargo de las labores del hogar y el cuidado de hermana/os menores y de los adultos mayores, viéndose obligadas a abandonar sus estudios y actividades de esparcimiento propias de su edad.

Sin duda estas reflexiones y algunas estimaciones, nos dejan claro que el impacto de la pandemia en la niñez y adolescencia mexicana requiere ser visto desde la perspectiva familiar y de los efectos futuros en su desarrollo a consecuencia del abandono escolar, embarazos tempranos, incremento de índices de violencia intrafamiliar y casos de orfandad, es urgente que las autoridades tomen este tema con seriedad y busquen alternativas para paliar las huellas de abandono y desigualdad que dejará a esta generación Covid-19.

La pandemia por Covid-19 en México no terminará con la disminución de los contagios o muerte, independientemente de los semáforos epidemiológicos y de continuar la vida con medidas sanitarias y confinamientos, existen factores que prevalecerán y que se encuentran en la opacidad respecto a su nivel de afectación e impacto en nuestras niñas, niños y adolescentes.

Tras las cortinas y puertas de los hogares se ocultan las necesidades y derechos de la niñez y adolescencias hoy en el olvido por el Estado y la sociedad misma, bajo la idea equivocada de que el coronavirus no afecta a los más pequeños o en los efectos colaterales de que su padre, madre o cuidadores mueran. Vale recordar que cuando una persona fallece por Covid-19, los familiares no tienen la oportunidad de despedirse, ni de realizar rituales acostumbrados, una oportunidad mucho más lejana cuando de infancia se trata, convirtiéndose ésta en una experiencia traumática que los acompañará el resto de su vida.

Es así que, a un año de esta pandemia, en nuestro país se registraron cerca de 47 mil casos que dieron positivo en personas menores de 17 años. Pero el peor síntoma de la pandemia, está en la omisión de las autoridades sobre los riesgos y efectos dañinos que existen, más allá del propio virus y que los coloca en una situación todavía más compleja, incluso que los adultos mayores.

De acuerdo al informe presentado por Red de Infancia México 2020 "Balance Anual REDIM 2020: el año Sidemia y el abandono de la niñez en México", en el que se exponen consecuencias y riesgos que afectan a la población infantil a razón del Covid-19, se destacan los factores de sobrepeso y obesidad infantil como una afectación que aumenta en gran proporción el riesgo ante cualquier padecimiento, incluyendo el de este virus, sin embargo las autoridades de salud o de protección a la infancia, no han tomado medidas especiales de prevención o atención en estos casos, muy posiblemente existentes en los casos registrados como positivos y en los decesos ocurridos.

Otra condición y quizá la principal que afecta a esta población se dio con el cierre de las escuelas, la cual generará, sin lugar a duda, consecuencias catastróficas para el aprendizaje, la creación de redes sociales entre pares tan necesarias en estás edades y el desarrollo de niñas, niños y adolescentes. El cierre de escuelas provoca efectos colaterales, y diferenciados entre niñas y niños, tan solo en el ciclo 2020-2021 se estima una reducción del 10 por ciento de la matrícula en el nivel básico, mayormente en los casos registrados son niñas y adolescentes mujeres, cifra que podría duplicarse en el siguiente ciclo escolar.

Los más vulnerables ante la anterior condición sin duda es la población infantil y adolescente que vive en marginación que difícilmente ha podido acceder al aprendizaje a distancia y que no regresó más a continuar sus estudios a razón de los cierres prolongados de las escuelas y que, para muchos de ellos, la opción fue ser incluidos en el trabajo doméstico y/o al ámbito laboral informal o de explotación, o bien, se vieron obligados a contraer matrimonio o unirse tempranamente en pareja, dando a su vez lugar a embarazos no deseados.

Sabemos que las uniones tempranas propician en gran medida el abandono de educación formal, particularmente de las niñas y las mujeres adolescentes, además de estar expuestas a embarazos riesgosos, lo que las coloca en una doble condición de vulnerabilidad. Existen estimaciones en este sentido en las que se pronostica un aumento de más del 12 por ciento en el registro de casos del 2020, respecto a los de 2019, de embarazos no planeados en menores de edad ante las referidas uniones tempranas, el confinamiento y abandono escolar, pero también, a consecuencia de posibles abusos sexuales dentro de sus propios hogares. Es también sabido que una de las principales formas de violencia por razón de género expresadas con el abuso, maltrato y acoso o violación sexual en la infancia y adolescencia, ocurre dentro de los hogares, otra afectación que se ha incrementado en consecuencia de la pandemia por el confinamiento, crisis, como la salud mental y que de igual manera, no está siendo resuelta.

Otro elemento que ha impactado a la infancia y adolescencia es la condición económica de los hogares, en los que ante la crisis se ha recurrido al trabajo infantil, principalmente en varones, como una opción de sobrevivencia en consideración del ‘mito’ de que los menores no corren riesgo grave de contagio. Este fenómeno económico afectó, de igual o mayor manera, a las mujeres menores de edad a las que, ante la necesidad de buscar formas de subsistencia, se le deja a cargo de las labores del hogar y el cuidado de hermana/os menores y de los adultos mayores, viéndose obligadas a abandonar sus estudios y actividades de esparcimiento propias de su edad.

Sin duda estas reflexiones y algunas estimaciones, nos dejan claro que el impacto de la pandemia en la niñez y adolescencia mexicana requiere ser visto desde la perspectiva familiar y de los efectos futuros en su desarrollo a consecuencia del abandono escolar, embarazos tempranos, incremento de índices de violencia intrafamiliar y casos de orfandad, es urgente que las autoridades tomen este tema con seriedad y busquen alternativas para paliar las huellas de abandono y desigualdad que dejará a esta generación Covid-19.