/ lunes 14 de mayo de 2018

Los pendientes educativos

El proceso legislativo por el que se aprobó la reforma educativa dejó en claro que fue un proyecto logrado en disenso, y con un bajo potencial para transformar la educación del país. A la fecha, son visibles los someros resultados, y poco se habla de los cambios que siguen pendientes, incluso en las campañas presidenciales, dónde se oyen pocas propuestas al respecto. Ante un problema multifactorial como lo es el rezago educativo, la ausencia de diagnósticos precisos, inhibe que el tema regrese a la agenda pública.

El Banco Mundial, señala que en el caso de México, pese a los esfuerzos por mejorar el acceso a la educación, más de la mitad de la población adulta cuenta apenas con secundaria, pues según datos de la OCDE, son casi 12 años de educación lo que en promedio estudian las y los mexicanos. Somos el país con el peor desempeño en el aprendizaje de ciencias, lectura y matemáticas de dicha organización.

Por si esto fuera poco, la educación básica recibida es de pésima calidad, pues según el Reporte de Competitividad Global 2017-2018 elaborado por el Foro Económico Mundial, México ocupa el lugar 120 de 144 países clasificados, por lo que está casi al final del ranking.

Entre las múltiples paradojas que existen desde que se impulsara la reforma educativa, está el hecho de que en los últimos 5 años el gobierno mexicano ha gastado más de 50 mil millones de pesos para mejorar infraestructura escolar. Sin embargo, este hecho ha sido irrelevante para mejorar la calidad educativa, aunado a que la inversión ni siquiera ha bastado para proveer de bebedores de agua potable, hecho que he denunciado en el Congreso.

Otra de las cosas incomprensibles del sistema educativo, es el hecho de que los alumnos en México estudian durante 200 días promedio al año en la educación básica, mientras que el promedio de la OCDE es de un mes menos, esto sin embargo, no deriva en más horas efectivas pues, por ejemplo, los niños mexicanos en preescolar reciben 532 horas, mientras que en Noruega, los menores del mismo grado asisten a 1,508 horas. En Estados Unidos, se imparten 1,131 horas, casi igual que los chilenos con 1,103.

Según el estudio Panorama de la Educación 2017 de la OCDE, el porcentaje de mexicanos que no tiene educación media superior es mucho mayor a los promedios de los países de este organismo, que es de 22% para personas de 25 a 64 años y de 16% para personas de 25 a 34 años.

En el terreno de educación superior tampoco existen cifras esperanzadoras. Se calcula que sólo tres de cada 10 mexicanos de entre 19 y 23 años tienen acceso a la educación superior, mientras que de cada 100 alumnos que ingresan a la primaria, sólo 21 concluyen sus estudios universitarios y logran titularse, mientras apenas un 6 logran concluir una maestría.

Esta asimetría produce y mantiene brechas complejas, pues las y los adultos con un grado superior ganan hasta un 56% más en promedio que aquellos con estudios de secundaria, y tienen 10% más probabilidades de ser empleados, que los que cuentan con estudios básicos.

Hoy por hoy, México es el país de la OCDE que menos gasta por estudiante, esto, a pesar de que elevó los fondos que destina al rubro en un 2.2% del PIB. El gasto promedio por alumno continúa cercano a los 3200 dólares anuales, mientras la media en el resto de los países es de más de 15 mil dólares.

No hay presupuesto que alcance para corregir de tajo las fallas estructurales del sistema educativo, sin embargo, es urgente que año con año se planteen objetivos más ambiciosos para mejorar la educación. Es urgente que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, protagonice esta tarea, y sea la ciudadanía quienes exijan resultados, no podemos postergar ni un día más esta titánica tarea, que juntos, autoridades, maestros, padres de familia y alumnos debemos asumir como propia.

Diputada por el Movimiento Ciudadano

El proceso legislativo por el que se aprobó la reforma educativa dejó en claro que fue un proyecto logrado en disenso, y con un bajo potencial para transformar la educación del país. A la fecha, son visibles los someros resultados, y poco se habla de los cambios que siguen pendientes, incluso en las campañas presidenciales, dónde se oyen pocas propuestas al respecto. Ante un problema multifactorial como lo es el rezago educativo, la ausencia de diagnósticos precisos, inhibe que el tema regrese a la agenda pública.

El Banco Mundial, señala que en el caso de México, pese a los esfuerzos por mejorar el acceso a la educación, más de la mitad de la población adulta cuenta apenas con secundaria, pues según datos de la OCDE, son casi 12 años de educación lo que en promedio estudian las y los mexicanos. Somos el país con el peor desempeño en el aprendizaje de ciencias, lectura y matemáticas de dicha organización.

Por si esto fuera poco, la educación básica recibida es de pésima calidad, pues según el Reporte de Competitividad Global 2017-2018 elaborado por el Foro Económico Mundial, México ocupa el lugar 120 de 144 países clasificados, por lo que está casi al final del ranking.

Entre las múltiples paradojas que existen desde que se impulsara la reforma educativa, está el hecho de que en los últimos 5 años el gobierno mexicano ha gastado más de 50 mil millones de pesos para mejorar infraestructura escolar. Sin embargo, este hecho ha sido irrelevante para mejorar la calidad educativa, aunado a que la inversión ni siquiera ha bastado para proveer de bebedores de agua potable, hecho que he denunciado en el Congreso.

Otra de las cosas incomprensibles del sistema educativo, es el hecho de que los alumnos en México estudian durante 200 días promedio al año en la educación básica, mientras que el promedio de la OCDE es de un mes menos, esto sin embargo, no deriva en más horas efectivas pues, por ejemplo, los niños mexicanos en preescolar reciben 532 horas, mientras que en Noruega, los menores del mismo grado asisten a 1,508 horas. En Estados Unidos, se imparten 1,131 horas, casi igual que los chilenos con 1,103.

Según el estudio Panorama de la Educación 2017 de la OCDE, el porcentaje de mexicanos que no tiene educación media superior es mucho mayor a los promedios de los países de este organismo, que es de 22% para personas de 25 a 64 años y de 16% para personas de 25 a 34 años.

En el terreno de educación superior tampoco existen cifras esperanzadoras. Se calcula que sólo tres de cada 10 mexicanos de entre 19 y 23 años tienen acceso a la educación superior, mientras que de cada 100 alumnos que ingresan a la primaria, sólo 21 concluyen sus estudios universitarios y logran titularse, mientras apenas un 6 logran concluir una maestría.

Esta asimetría produce y mantiene brechas complejas, pues las y los adultos con un grado superior ganan hasta un 56% más en promedio que aquellos con estudios de secundaria, y tienen 10% más probabilidades de ser empleados, que los que cuentan con estudios básicos.

Hoy por hoy, México es el país de la OCDE que menos gasta por estudiante, esto, a pesar de que elevó los fondos que destina al rubro en un 2.2% del PIB. El gasto promedio por alumno continúa cercano a los 3200 dólares anuales, mientras la media en el resto de los países es de más de 15 mil dólares.

No hay presupuesto que alcance para corregir de tajo las fallas estructurales del sistema educativo, sin embargo, es urgente que año con año se planteen objetivos más ambiciosos para mejorar la educación. Es urgente que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, protagonice esta tarea, y sea la ciudadanía quienes exijan resultados, no podemos postergar ni un día más esta titánica tarea, que juntos, autoridades, maestros, padres de familia y alumnos debemos asumir como propia.

Diputada por el Movimiento Ciudadano