El sistema de impartición de justicia es fundamental en cualquier Estado moderno. En primer lugar, permite que las diferencias entre las personas se resuelvan de manera civil y no de propia mano, como puede suceder con un juicio de arrendamiento.
En segundo plano, nos otorga seguridad y libertad, quien infrinja las normas penales debe estar frente a un juez, como en el caso de robo. En tercer lugar, los empresarios necesitan confiar en los jueces para poner su dinero en determinado espacio geográfico y temporal. Los ciudadanos necesitamos de jueces que nos protejan de posibles arbitrariedades del propio Estado, como sucede con el juicio de amparo. Ahora bien, la justicia tiene ciertas precondiciones.
Todos esperamos que los jueces gocen de independencia e imparcialidad, lo cual sucede en la mayoría de los casos, sin perder de vista, ciertos Estados de la República donde el gobernador tiene mucha influencia en los jueces -o- los juzgadores no son un verdadero contrapeso al poder ejecutivo o legislativo. Muchas personas sujetas a proceso penal y condenadas en éste, fue porque los jueces fueron más sensibles a las “condiciones políticas” que a los aspectos jurídicos del caso.
La justicia debe ser rápida en medida de lo posible. Dicen que la justicia lenta no es justicia. Estar esperando tres o cinco años por una sentencia es un absurdo. Algunos juzgadores dejan que los expedientes duerman el sueño de los justos; y tenemos los abogados aboneros que cobran mes tras mes y por ello alargan los procesos judiciales de manera innecesaria, varios se han vuelto millonarios con esto. Un punto importante es que: el sistema de impartición de justicia se integra con jueces y abogados, la responsabilidad de los abogados siempre queda escondida o excusada bajo la toga del juez. Cheque usted algunos expedientes administrativos, penales o laborales, más de 10 o 15 años en proceso y no se ve claro; y no falta un juez distraído que regrese el proceso al inicio.
La justicia no se debe desgastar en tonterías. En la Ciudad de México y otras entidades tenemos jueces federales esperando, los fines de semana, el amparo del alcoholímetro. La infraestructura jurídica para proteger derechos humanos se desgasta con quien se le pasaron las copas. La justicia de amparo también se desgasta en multas de tránsito, órdenes de captura falsas o para evitar arrestos por revender boletos para un concierto. Los jueces tienen un tiempo preciado, que no lo desperdicien ellos y que los abogados no los desgasten con absurdos.
La justicia debe ser accesible para todos. Si bien, México debe ser uno de los países con más abogados y con más escuelas de derecho en el mundo, la mayoría de estos no están capacitados para actuar frente a un juez, lo cual eleva los precios de los abogados que dicen o tienen fama de poder actuar ante el tribunal, se generan distorsiones en el mercado de los precios de los abogados, y mejor no hablamos de la defensoría pública.
Los jueces deberían retirar del foro a todos los abogados que no muestren capacidades, no necesitamos más leyes para regular a los profesionales del derecho sino mejores jueces que protejan a los usuarios del sistema legal. En México estamos muy atrasados con el sistema de impartición de justicia, un tema que no es solo de jueces sino de todo el gremio de la abogacía. Necesitamos más acciones que regulen, mejoren y perfeccionen el sistema jurídico, y menos leyes que aspiren a dar clases de ética a jueces y litigantes.
Doctor en derecho