/ jueves 19 de septiembre de 2019

Los republicanos no creen en la democracia

Noticia: La semana pasada, los republicanos de la Cámara de Representantes de Carolina del Norte aprovecharon la ocasión del 11 de septiembre para convocar una votación sorpresa y aprobaron un proyecto de presupuesto con una mayoría cualificada para anular el veto del gobernador demócrata.

Noticia: También la semana pasada, el representante demócrata Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, emitió un citatorio para el director interino de Inteligencia Nacional, quien se ha negado a entregar la denuncia de un informante que el inspector general de la comunidad de inteligencia consideró creíble y de “carácter urgente”.

En la superficie, estas noticias parecieran tratarse de cosas muy diferentes.

La lucha en Carolina del Norte básicamente se relaciona con la determinación del Partido Republicano de negarles servicios médicos a los estadounidenses de bajos ingresos.

El gobernador había amenazado con vetar cualquier presupuesto que no expandiera Medicaid.

Sin embargo, lo que estas historias tienen en común es que muestran desprecio por la democracia y el gobierno constitucional.

Se supone que las elecciones tienen consecuencias y transmiten el poder a los ganadores. Pero cuando los demócratas ganan una elección, el Partido Republicano moderno hace todo lo que puede para negar los resultados, burlar las normas y, en caso de ser necesario, la ley, para actuar como si los electores no hubieran manifestado su opinión.

Así, en 2016, los electores de Carolina del Norte eligieron a un demócrata para gobernar el estado. La respuesta inmediata del Partido Republicano fue tratar de despojar al gobernador de la mayoría sus facultades. El año pasado, los demócratas ganaron también una mayoría de los votos para la legislatura estatal, aunque los republicanos conservaron el control gracias a una manipulación política extrema. No obstante, ya no tienen una mayoría a prueba de veto, por ende, la semana pasada arrebataron el poder.

De igual modo, el año pasado, los electores estadounidenses eligieron darles a los demócratas el control de la Cámara de Representantes.

Esto todavía deja a los demócratas sin la capacidad de legislar, ya que los republicanos controlan el Senado y la Casa Blanca.

Sin embargo, la Cámara de Representantes, por ley, tiene facultades adicionales importantes: el derecho a ser informada de lo que está pasando en el Poder Ejecutivo, lo cual incluye las quejas por parte de informantes, y el derecho a expedir citatorios para solicitar información pertinente para gobernar.

No obstante, el gobierno de Trump evidentemente ha decidido que nada de eso importa.

Entonces, ¿qué importa si los demócratas exigen información que están facultados por ley para exigir? ¿Y qué si emiten citatorios?

Después de todo, la aplicación de la ley está en manos del Departamento de Justicia, y de William Barr, el magistrado que en la práctica sencillamente se ha convertido en otro brazo del Partido Republicano.

Noticia: La semana pasada, los republicanos de la Cámara de Representantes de Carolina del Norte aprovecharon la ocasión del 11 de septiembre para convocar una votación sorpresa y aprobaron un proyecto de presupuesto con una mayoría cualificada para anular el veto del gobernador demócrata.

Noticia: También la semana pasada, el representante demócrata Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, emitió un citatorio para el director interino de Inteligencia Nacional, quien se ha negado a entregar la denuncia de un informante que el inspector general de la comunidad de inteligencia consideró creíble y de “carácter urgente”.

En la superficie, estas noticias parecieran tratarse de cosas muy diferentes.

La lucha en Carolina del Norte básicamente se relaciona con la determinación del Partido Republicano de negarles servicios médicos a los estadounidenses de bajos ingresos.

El gobernador había amenazado con vetar cualquier presupuesto que no expandiera Medicaid.

Sin embargo, lo que estas historias tienen en común es que muestran desprecio por la democracia y el gobierno constitucional.

Se supone que las elecciones tienen consecuencias y transmiten el poder a los ganadores. Pero cuando los demócratas ganan una elección, el Partido Republicano moderno hace todo lo que puede para negar los resultados, burlar las normas y, en caso de ser necesario, la ley, para actuar como si los electores no hubieran manifestado su opinión.

Así, en 2016, los electores de Carolina del Norte eligieron a un demócrata para gobernar el estado. La respuesta inmediata del Partido Republicano fue tratar de despojar al gobernador de la mayoría sus facultades. El año pasado, los demócratas ganaron también una mayoría de los votos para la legislatura estatal, aunque los republicanos conservaron el control gracias a una manipulación política extrema. No obstante, ya no tienen una mayoría a prueba de veto, por ende, la semana pasada arrebataron el poder.

De igual modo, el año pasado, los electores estadounidenses eligieron darles a los demócratas el control de la Cámara de Representantes.

Esto todavía deja a los demócratas sin la capacidad de legislar, ya que los republicanos controlan el Senado y la Casa Blanca.

Sin embargo, la Cámara de Representantes, por ley, tiene facultades adicionales importantes: el derecho a ser informada de lo que está pasando en el Poder Ejecutivo, lo cual incluye las quejas por parte de informantes, y el derecho a expedir citatorios para solicitar información pertinente para gobernar.

No obstante, el gobierno de Trump evidentemente ha decidido que nada de eso importa.

Entonces, ¿qué importa si los demócratas exigen información que están facultados por ley para exigir? ¿Y qué si emiten citatorios?

Después de todo, la aplicación de la ley está en manos del Departamento de Justicia, y de William Barr, el magistrado que en la práctica sencillamente se ha convertido en otro brazo del Partido Republicano.